Ha transcurrido ya el primer mes del 2018 y la mayoría de las personas echaron a andar la lista de propósitos con los que saluda al nuevo ciclo, y también es un periodo que se presta para que las empresas hayan revisado sus programas y ajustado las áreas de oportunidad que detectaron a lo largo del periodo. Desde luego, a veces esto es un poco simbólico, ya que en algunas empresas el año calendario quizá no coincida con el inicio de nuevos proyectos o alineaciones del negocio, pero siempre es posible hacer un recuento de la situación. Así, lo ideal es que apenas inicie el año ya haya habido esa revisión para verificar que todos los planes estén debidamente dimensionados y acordados en función de los objetivos de la empresa, no solo para evitar retrasos sino también para asegurar que estos sean realistas y viables en el corto plazo para todos. Parte de la estrategia recomendada para ejecutar un plan anual es tener la certeza de que todos los empleados conozcan los objetivos de negocio y personales, y así sus esfuerzos y las tareas asignadas se encaminarán decididamente a la consecución de ellos con una alineación. Una parte importante de la comunicación que se tenga con los equipos de trabajo debe pasar por explicar de dónde proceden esos objetivos, el por qué, es decir, ubicar a los trabajadores en dónde estamos parados en este momento, pero sobre todo es importante hacerles ver para qué fueron planteados y resolver las dudas que puedan surgir a ese respecto. Es decir, hacerles saber el impacto que tendrán en los indicadores de la empresa. Hace un par de años, la firma Manpower Group dio a conocer un listado de 12 propósitos laborales que ayudan a delimitar el ciclo que está iniciando y que dan luz sobre lo que podría realizarse para mejor las competencias profesionales. Aunque ha pasado algún tiempo, el listado no pierde vigencia y está conformado por propósitos que, con esfuerzo y disciplina, van más allá de los buenos deseos:
  1. ¿A dónde se quiere llegar? Es más fácil alcanzar los objetivos y metas cuando se tiene claro cuáles son. Para definirlos y lograrlos, es recomendable escribirlos con detalle y colocarlos en un lugar donde puedan verse para tenerlos presentes; incluso, podrían usarse las herramientas que brinda la tecnología para tener un recordatorio constante.
  2. Esfuerzo diario y continuo. Mantener esa actitud, se traducirá en avances en tu equipo de trabajo y en la creación de nuevas oportunidades, no sólo en lo profesional sino en la vida en general.
  3. Limar asperezas con quienes no tengan tu misma filosofía laboral. A la empresa, dicen con frecuencia, no se va a hacer amigos. Sin embargo, la colaboración y el trabajo en equipo son primordiales para un clima laboral cordial y armonioso, y eso es posible de lograr si mantienes una actitud de cooperación y respeto en las diferencias.
  4. Ser proactivo y hacer que las cosas sucedan. Salir de tu zona de confort, proponer, ser empático y participativo sumará a tu día a día para que el tiempo que dedicas a laborar sea gratificante y agradable.
  5. Pedir feedback. Quizá una de las acciones más retadoras y que implica madurez, porque no es fácil escuchar cuáles son nuestras áreas de oportunidad. Sin embargo, si aprendemos a recibir la retroalimentación como lo que es, una clave constructiva de mejora, avanzaremos como profesionales.
  6. Dejar brillar a los demás. Una característica de los nuevos tiempos es aprender a reconocer el trabajo de las otras personas. Esto es algo que demuestra humildad, pero también liderazgo, entendiendo que los líderes que inspiran son aquellos que son incluyentes, y de ello hay ejemplos que lo prueban.
  7. Mente abierta y propositiva. Si tienes nuevas ideas o elaboras un proyecto, no dudes en proponerlo a tus superiores. Esto no significa que todo lo que comentes se llevará a cabo, pero al menos, al plantearlo, das vida a la idea, le permites existir y ser evaluada, para que se defina si es posible hacerla realidad empatándola con los propósitos generales de la empresa.
  8. Saber pedir. Trabajar en sí mismos implica saber cuándo se está preparado para aspirar a más. Así que, si de pronto hay una promoción en tu empresa que crees que puede ser para ti, deberás levantar la mano y proponerte, para que seas evaluado.
  9. Asume un desafío diario. Sal de tu zona de confort, muévete con humildad mientras ves cómo puedes mejorar y qué puedes cambiar para tener mejores resultados.
  10. Recarga tu energía. Aprende a buscar espacios que te permitan manejar mejor el estrés y estar en equilibrio. No sé trata de que te agobies pensando cómo hacerlo. Unos pocos minutos, cada día, por ejemplo, después de comer y antes de reiniciar actividades, bastarán para que des una caminata y despejes tu mente.
  11. Automotivarte. La motivación es algo inherente al ser humano. Solo tú puedes animarte y llevarte a una mejor posición. Así que ponlo en práctica, aprende a hacerlo porque no te llegará del exterior.
  12. Organización. Ya sea cada día o al final de la semana, siempre podrás hacer un resumen de las experiencias aprendidas y plasmarlo en una nueva lista de propósitos, para el mes o el semestre en curso, o incluso como preparación para tu listado anual.
Si bien este tipo de listas son sumamente personales, sí hablan del interés de los trabajadores por mejorar y aprovechar los espacios y programas de trabajo que ya tiene instrumentados la empresa para favorecer el desempeño laboral y la asimilación de los objetivos generales para obtener resultados en el plazo más corto posible. Y… al llevarlos a la práctica, ten presente una recomendación más: modernízate, automatízate lo más posible. Usa la tecnología como un gran aliado. En el mercado hay más aplicaciones y herramientas de las que crees y te pueden servir para aumentar tu productividad y tu rendimiento. Hoy es el momento de hacerlo.

 

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