Esta misma semana, leyendo un diario económico español, leía una columna del Financial Times en la cual se hacía alusión a la inversión en economías emergentes. En especial, el artículo analizaba la inversión en economías emergentes de América Latina, llegando a la conclusión de que hablamos de una inversión en la que se contempla “mucho riesgo” para “muy poco beneficio”. Así, estamos ante unos datos que contrastan con los datos que muestran muchos titulares a lo largo de estos días.

Observando la prensa económica mexicana, esta semana éramos conocedores de que la inversión extranjera en México en 2021 había vivido un incremento del 9% respecto al año anterior. En un año caracterizado plenamente por la pandemia, los flujos de inversión extranjera se incrementaron sustancialmente. Sin embargo, ¿cómo se explica el análisis del Financial Times? Si los flujos crecen, ¿por qué se habla de que los mercados emergentes de América Latina han perdido atractivo?

En primer lugar, matizando el titular que hemos visto en los medios de comunicación estos días, la inversión extranjera ha crecido un 9% en 2021. Ahora bien, si contrastamos con la serie histórica que tenemos disponible, también podemos observar que dichos flujos se encuentran en niveles de hace un lustro. Es decir, pese al crecimiento, la inversión extranjera que fluye hacia territorio azteca es menor que la de hace unos años, como ha ido ocurriendo en numerosas economías de América Latina, para ser rigurosos, desde la crisis de 2008.

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Lo que observamos, por tanto, es que la inversión extranjera comienza a crecer respecto a 2020, y ello sin tener en cuenta, en ningún momento, que hablamos de un 2020 atípico, marcado por la pandemia, en el que los flujos de inversión extranjera cayeron notablemente. Sin embargo, la realidad es que la tendencia nos muestra que dichos flujos no han recuperado, ni de lejos, los niveles que mostraban en años anteriores, lo que nos lleva a preguntarnos ¿por qué este retroceso de la inversión extranjera? 

Si analizamos las principales razones por las que los inversores invierten en economías emergentes, la principal razón la encontramos en los crecimientos que muestran estas economías. Al tratarse de países que se encuentran en desarrollo, sus tasas de crecimiento son muy superiores frente a las que registran las economías desarrolladas, menos capaces de ofrecer oportunidades tan rentables como las emergentes. Para que nos hagamos una idea, mientras que en las desarrolladas estaríamos habla de una media de crecimiento del 2% o el 3%, en las emergentes dicho crecimiento ascendía hasta el 14% o el 15%. 

Al tratarse de un crecimiento tan elevado, los inversores veían en estas economías una oportunidad, pues sus ritmos de crecimiento ofrecían grandes retornos paras ellos. Además, con semejante comportamiento, los mismos inversores se permitían el riesgo que suponía invertir en este tipo de economías. Desde la moneda hasta las catástrofes naturales, numerosos riesgos deben contemplarse antes de invertir en estas economías. Sin embargo, tal era la rentabilidad de estas inversiones, dado el crecimiento citado, que no había riesgos que contemplar en el análisis.

Hasta aquí todo bien. El análisis riesgo/beneficio, teniendo en cuenta los ritmos de crecimiento que mostraban estas economías, daba un resultado muy positivo que atraía a los inversores. Sin embargo, desde el año 2008, las economías emergentes de América Latina han experimentado una intensa desaceleración. Los ritmos de crecimiento se han apagado hasta tal punto, que si observamos podemos ver como estos crecimientos se han moderado desde un 14% antes de la crisis de 2008 hasta un 7%. Las oportunidades que ofrecían unas economías que crecían a un ritmo de dos dígitos al año no eran las mismas que las que ofrecían estas economías desaceleradas.

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En este escenario, cuando los inversores tienen que proceder con el análisis, contemplar los riesgos y el beneficio, así como todo lo relacionado con el análisis económico del proyecto, asumir un riesgo tan elevado, en un escenario en el que las oportunidades se han reducido considerablemente y la economía se encuentra apagada no es un precio por el que alguien esté dispuesto a pagar. Frente a esa menor capacidad del país para producir y crecer, los riesgos pesan más en la balanza, lo que explica esa reducción que analizamos en este artículo.

Y este es el escenario en el que hoy se encuentran las economías emergentes de América Latina, aunque también hay muchos otros casos en el mundo, y por lo que vemos cómo los flujos se han reducido considerablemente con el paso del tiempo. Hacer inversiones en un territorio que ha dejado de ofrecer ese dinamismo y esa capacidad de crecimiento no es una operación viable si contemplamos los numerosos riesgos que esta inversión contempla. Y si tenemos en cuenta el estancamiento que hoy vivimos y el ensanchamiento de los desequilibrios tras la pandemia, el crecimiento y, por ende, el atractivo de estas economías podría ir a peor.

Pero no me gustaría acabar este artículo sin saber interpretar la formula citada al inicio. Pues en todo momento hemos hablado de crecimiento, de cómo la economía se ha ido desacelerando, así como otros sucesos. Sin embargo, pese a haberla citado, hemos pasado por alto la seguridad y los riesgos. Si estos riesgos pueden ir trabajándose, y con reformas que así lo garantice, dicho atractivo, y pese al crecimiento, se incrementará exponencialmente.

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