Siempre he creído que el terreno profesional y el mundo de los deportes tienen grandes similitudes. Para los que somos grandes fanáticos de alguna práctica deportiva, hay muchas satisfacciones, tristezas, aflicciones, gozos, desilusiones, tal como sucede en la vida profesional. Asimismo, si ponemos atención hay grandes enseñanzas. Muchos los seguidores del tenis creímos que Rafael Nadal anunciaría su retiro al ganar por catorceava vez el Abierto de Francia y no fue así. Otros, al verlo jugar a un muy buen nivel opinaron que para qué pensar en retirarse si sigue ganando. Lo mismo pasa en el mundo laboral: ¿cuándo es el momento de cambiar y cuándo es sabio seguir adelante?  

Los hitos profesionales son lo que en economía se conoce como el costo de oportunidad. Es decir, dado que no existe algo que sea enteramente gratuito, hay que evaluar el costo que tengo que pagar por elegir la otra opción. Esto queda muy bien ejemplificado en una actividad cotidiana como la elección de un platillo en un menú. Si vamos a un restaurante que nos encanta y vemos que hay dos exquisiteces que nos gustaría probar, pero no podemos pedir las dos, la elección de una tendrá el costo de no poder elegir la otra. Es como cuando una persona va caminando y de repente se topa con una bifurcación en el camino, si va hacia la derecha no podrá ir a la izquierda y viceversa; si decido estudiar en la Ciudad de México no podré hacerlo en Guadalajara; si elijo trabajar para A, mi costo de oportunidad será no trabajar para B; si decido retirarme, no podré seguir haciendo lo mismo que he hecho siempre. Son hitos profesionales.

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Un hito profesional se da cuando ya no queda otra y tenemos que decidir. Al terminar de estudiar una licenciatura, la decisión de casarse o de ser padres, la de continuar en un trabajo o buscar otro. Los hitos se enfrentan con un grave problema: la procrastinación que tiene múltiples y complejas raíces. La principal es el miedo al cambio. De repente y muchas veces en forma inconsciente, nos aferramos a la cotidianidad como quien se aferra a un clavo caliente. Buscamos permanecer porque temblamos y sudamos frío ante la posibilidad de dejar lo que tenemos e ir a una alternativa distinta. 

Y, ¿cómo no?, siempre hay un riesgo implícito. Si nos vamos a un lugar distinto, nos arriesgamos a salir de nuestro espacio de control para enfrentarnos a lo desconocido. Es cierto, podemos dejar de estar en un lugar tibio por uno húmedo y frío. Lo que nadie nos dice es que, al quedarnos también nos estamos arriesgando y puede ser que lo que tenemos sea más incómodo y mucho menos agradable que lo podemos tener. La evaluación es difícil. Es, como el clavadista que ya llegó al borde del trampolín y no sabe que tan agradable será el agua en la alberca que lo espera. Sólo lo sabrá si salta.

Por supuesto, el análisis de las circunstancias siempre es pertinente. Se trata de justipreciar lo que tenemos y compararlo contra lo que podemos llegar a tener. Lo primero es entender que los hitos profesionales son momentos de toma de decisiones que sólo nosotros podemos hacer. Si estamos frente a una circunstancia en que decidió alguien más, como un despido, tenemos que elegir qué vamos a hacer a partir de ese punto. Pero,al final se trata de opciones personales que no puede plantearnos nadie más que uno mismo, ni familiares, ni amigos, ni socios, ni jefes: sólo nosotros mismos. Y lo mejor es hacerlo de la mano de la objetividad y con la cabeza fría.

No hay fórmulas únicas, pero hay métodos que nos pueden servir. Por ejemplo:

Tenemos que hacer una revisión cuidadosa y objetiva de la circunstancia. Tal como lo hacen los pilotos aviadores antes de despegar y pasan una lista de cotejo a sus instrumentos, nosotros tenemos que ver en qué condiciones están los nuestros. Volviendo al caso de Rafael Nadal, en declaraciones, él ha dicho que su pie está muy lastimado.

Es preciso valorar con precisión lo que tenemos hoy y se va a perder para poderlo comparar con lo que es posible conseguir. Así como los contadores tienen sus cuentas y hacen cargos y abonos antes de saldarlas. Así mismo, hay que anotar todas las ventajas y desventajas y ver que saldo nos arroja. 

Reconocer cuando las condiciones dejaron de ser favorables, retadoras, interesantes o divertidas. Eso, aunque es fácil, se puede convertir en algo muy complicado de reconocer ya que es difícil de dejar la zona de confort. Pero, si cada vez que acudimos a la cotidianidad vamos con los dientes apretados, con sueño, cuando ya no alcanza lo que recibimos y no hay posibilidades de conseguir más —y no sólo es cuestión de sueldo—, cuando duele es el momento de cambiar de escenarios. Si ya dejó de ser divertido, hay que moverse de lugar.

Por supuesto, es necesario tener un plan y una estrategia. Un clavadista no se lanza al vacío si ve que la alberca está seca. Sería su muerte. Sería una locura. Al irnos, debemos de saber cuál será nuestro destino. Preferentemente, ese destino tiene que ser mejor y devolvernos aquello que se opacó, se ensució o se rompió. Conste, no tiene que ser necesariamente lo mismo. En ocasiones, son cambios radicales y en otros son ajustes.

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Por lo tanto, tenemos que estar abiertos a diversas alternativas. Cada uno de nosotros, desde nuestro leal saber y entender habrá de despejar el camino de telarañas. Muchas veces para volver a empezar, hay que bajar algunos escalones y eso está bien, siempre que la alternativa nos resulte satisfactoria y nos lleve a un lugar en el que podamos continuar hacia la plenitud.

Por eso, todos aquellos que seguimos el tenis creímos que Rafael Nadal elevaría la Copa de los Mosqueteros que le otorgan al ganador del Roland Garros, que es uno de los premios más importantes en el circuito tenístico, anunciaría su retiro. Porque, después de haber roto todos los récords, de haber hecho historia, Nadal ha declarado que no es divertido jugar con el pie dormido. A pregunta expresa, respondió que era mejor no decir cuántas veces lo habían infiltrado para poder pisar la cancha. Eso no suena como algo deseable.

Claro que todos queremos ver a Rafa jugando como lo hizo al salir victorioso una catorceava vez en París. No ha habido quien haya ganado más ocasiones este torneo. Tal vez su costo de oportunidad sea muy elevado y eso es lo que esté analizando. Sin embargo, llega un momento en el que no podemos postergar esas decisiones y lo mejor es tomar el toro por los cuernos. De otra forma, cuando uno no se decide a tiempo, alguien más lo hace por nosotros y los resultados no siempre son a nuestro favor.

Para los que somos grandes fanáticos de alguna práctica deportiva, hay muchas satisfacciones, tristezas, aflicciones, gozos, desilusiones, tal como sucede en la vida profesional. Asimismo, si ponemos atención, hay grandes enseñanzas. Sólo hay que fijarse y tener la disposición para aprender de ellos. ¿cuándo es el momento de cambiar y cuándo es sabio seguir adelante?  Sin ser simplista, la respuesta viene cuando pensamos si  es o no divertido continuar o si es mejor buscar otra alternativa.

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