Este texto se publicó originalmente el 6 de noviembre de 2019. Primera aclaración: no son un experimento genético. Segunda: están hechos a base de plantas. Tercera: no tienen cascarón. Pero se venden en un cartón de huevo por docena y cuestan más o menos lo mismo que los huevos orgánicos. Y su objetivo es ofrecer algo para gente que se preocupa por el bienestar animal y la sustentabilidad. N.ovo es un producto elaborado a base de plantas que al disolverse en agua adquiere las características funcionales del huevo. Y puede usarse como sustituto de este para preparar crepas, pasteles, galletas, postres… Cuando Amanda Pinto tuvo esta idea de desarrollar un producto que redujera el impacto al medio ambiente, un mercado creciente en el mundo y cuyos consumidores en América Latina superan a los de Estados Unidos, y un plan para lograrlo, se enfrentó al temor al rechazo de un grupo de consejeros líderes de Mantiqueira, la empresa avícola más grande de Sudamérica, 6 hombres mayores (Leandro Pinto, su padre y copropietario, tiene 51 años, por ejemplo), de financiar un proyecto que sería competencia directa de su producto principal. Entonces su táctica fue una pregunta: “¿Quieren convertirse en el próximo Kodak?”, en relación al fracaso de la empresa fotográfica que temió crear su propia competencia con la cámara fotográfica. Eso y su arma secreta: “Soy hija del dueño”, celebra entre risas la directora de innovación del grupo, que al año produce unos 2 mil millones de huevos al año. Licenciada en Administración de Empresas con maestría en marketing en Berkeley, EU, Amanda pasó 2 años junto con un nutriólogo e ingenieros en alimentos en el desarrollo de N.ovo (n para nuevo y ovo, huevo en portugués), un producto que busca llegar a los consumidores que no consumen huevo por su tipo de dieta o por alergia o para proteger el ambiente. “El objetivo de N.ovo no es la gente vegana, vegetariana o demás, es gente que sabe que debe reducir el impacto en el ambiente, no me gustan la etiquetas ni etiquetar a mis clientes, es para todos”, afirma Amanda tras su participación en el Harvard Business Review Summit Mexico. Aunque el precio de producción es mayor que el huevo de gallina, el equivalente a una docena se vende entre 15 y 20 reales (72 a 96 pesos), muy cercano a lo que cuesta un paquete de orgánico (arriba de 55 pesos). “Queremos reducir los precios para que cualquiera los pueda pagar, pero eso no ocurrirá en el corto plazo”, lamenta. El polvo está elaborado a base de proteína y almidón de chícharos y linaza, y al mes se producen alrededor de 3 toneladas. “Pero tenemos capacidad de producir 10 veces esa cantidad”, afirma Amanda. Lanzado apenas a finales de junio, N.ovo es solo un segmento más de la producción general de la firma y se distribuye en los supermercados y tiendas brasileñas en los mismos anaqueles que sus pares de origen animal, así como por la página de internet de Mantiqueira. Y actualmente se encuentra en negociaciones para llegar a tres países: Chile, Nueva Zelanda y Emiratos Árabes Unidos, específicamente a Dubái. “Este año también vamos a lanzar un producto que se podrá usar para preparar huevos revueltos y omelettes, y vamos a lanzar dos productos más que no podemos mencionar. N.ovo será un abanico para distintos productos”, adelantó a Forbes México.

 

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