Por: David Salcedo Hernández

El nearshoring está dando un impulso a la manufactura que requerirá que las industrias cuenten con procesos tecnológicos de vanguardia, no solo para cubrir la demanda del mercado, sino también para optimizar la producción bajo demanda y hacerlo en el mejor tiempo posible.

La manufactura en México representa cerca del 18% del Producto Interno Bruto (PIB), y se espera que ascienda otro 4.1%, debido a las inversiones y a la demanda de diversas piezas para la industria automotriz, aeroespacial, química, médica, de electrónica, entre otras, según la financiera Engen Capital.

Ante tal auge, la manufactura aditiva representa una solución para modernizar la fabricación y ensamblaje, además de optimizar los procesos en la cadena de suministro, opina Leopoldo Ruiz-Huerta, investigador y líder del Laboratorio Nacional de Manufactura Aditiva y Digital (MADiT) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

La manufactura o fabricación aditiva, también conocida como impresión 3D, es un proceso de creación de piezas, artículos o cualquier objeto que primero tuvo que estar diseñado en un software para posteriormente ser materializado por medio de una máquina.

Según un reporte del Departamento de Comercio de Estados Unidos, la impresión 3D industrial evita la sobreproducción de piezas, disminuye los riesgos de artículos defectuosos, y permite ahorrar espacios en inventarios, ya que los objetos se crean por medio de computadoras.

Además, se pueden hacer piezas bajo demanda, porque no se necesitan modelos de ensamblaje, ahorrando tiempo y costos en transporte de materiales. 

“La manufactura aditiva abre una oportunidad para el nearsohring, porque te permite crear componentes o piezas con la rapidez, precisión y características tan exactas como haga falta, por ejemplo, en la industria aeroespacial, médica o automotriz”, señala el especialista.

Aplicaciones industriales

Las principales industrias donde se está usando la impresión 3D, según observa Ruiz-Huerta, son las mismas que lideran la manufactura, es decir: la automotriz, aeroespacial, médica, herramental de consumo y electrónicos. 

Esto se debe a la versatilidad de este proceso para crear piezas a la medida, personalizadas, en tiempos cortos y sin la necesidad de moldes de ensamblaje y servicios de logística para obtener el artículo que se requiere.

Solo se necesita el archivo digital de lo que se quiere fabricar, el insumo –pueden ser plásticos, metales o aleaciones-, y la impresora.

Según el laboratorio de manufactura aditiva, EOS, una máquina de este tipo puede generar componentes para sistemas de propulsión en 35 horas –en comparación con 3 meses que requiere un ensamblaje tradicional–, y reduce hasta un 50% los costos de producción.

Empresas como Boeing usan la impresión 3D industrial para fabricar compuestos internos de aviones; la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) utiliza este proceso en piezas para satélites y motores; Adidas produce suelas con esta tecnología, y la industria automotriz usa cada vez más la manufactura aditiva para crear piezas a la medida de los consumidores.

El investigador de la UNAM señala que es en estos rubros donde adquiere mayor ventaja, pues hace más eficientes y personalizados los productos para ensamblaje.

“Donde la manufactura aditiva comienza a ganar mucho terreno es en la posibilidad de producir estructuras mucho más complejas, por ejemplo, en dispositivos médicos, donde los aparatos o prótesis deben ser a la medida”, explica el especialista.

Operabilidad y costos

Operar una máquina de impresión 3D industrial requiere de un técnico o ingeniero con conocimientos básicos de software; la impresora en sí misma; insumos, que pueden ser plásticos o metales, y un programa de computadora para diseñar piezas y modelos.

Es decir, es un proceso amigable con el usuario, porque no requiere más que un especialista en el diseño de piezas.

Las máquinas de manufactura aditiva con propósitos industriales pueden costar desde los 200 mil pesos mexicanos, hasta superar los 800 mil dólares, dependiendo de su tamaño y su software.

En la opinión del investigador de la UNAM, aunque estas máquinas pueden considerarse costosas con relación a otro tipo de aparatos, particularmente para las Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes), el costo-beneficio está relacionado con el tiempo, insumos, traslados y mano de obra que se ahorra para obtener una pieza de precisión.

“Aunque el volumen de producción puede ser menor, no se necesitarán equipos adicionales, pero el valor verdadero de la manufactura aditiva está directamente relacionado al diseño, es decir, a la geometría”, explica.

“No te conviene hacer figuras sencillas como cubos, círculos o algo que ya se produce en masa, porque estás desaprovechando el nivel de personalización que te ofrece la manufactura aditiva”, puntualiza.

Aunque en México no hay cifras exactas de cuántas industrias están utilizando esta tecnología, a nivel global, la analista Statista prevé que el mercado de fabricación aditiva crezca un 24% entre 2023 y 2025, y triplique su tamaño para 2026. Es decir, este proceso de manufactura estará ganando terreno, y las empresas mexicanas deben estar preparadas para imprimir su futuro en 3D.

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