Desde que se impuso el impuesto de un peso por litro a las bebidas azucaradas, el gobierno federal ha recaudado 49,127 millones de pesos. Pese a que la medida buscaba desincentivar la compra de refrescos, la población apenas redujo su consumo en 15 mililitros diarios o 3%. Analistas coinciden en que, dado el comportamiento de consumo, un aumento en la tasa del impuesto sólo se traduciría en un sobreprecio para los compradores, pues Fomento Económico Mexicano (FEMSA) y Arca Continental, fabricantes y distribuidores de las marcas de Coca-Cola, al igual que PepsiCo, cuyo embotellador en México es Cultiba, trasladarían en su totalidad el efecto de dicho gravamen a los consumidores. El estudio “La industria de las bebidas no alcohólicas en México”, del Centro de Investigaciones Económicas (CIE) de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) establece que el aumento en costo de los refrescos sólo ha representado una baja en consumo comparable a una cucharada o un sorbo al día. Datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) detallan que en 2014 el monto recaudado por IEPS en el concepto de bebidas saborizadas alcanzó 18,279.7 millones de pesos; en 2015 la cifra se elevó a 21,391.9 millones, y a eso se suman los 9,455.5 que se han recaudado entre enero y mayo de 2016. En total resultan recursos por 49,127.1 millones de pesos. José Antonio Cebeira, analista de alimentos y bebidas del grupo financiero Actinver, comentó que un alza en el gravamen a las bebidas azucaradas resulta poco probable debido a que no se sabe el destino de los recursos del impuesto, al tiempo que la disminución en el consumo no fue muy significativa. “Trasladarían totalmente el impuesto al consumidor y también podríamos ver caídas en las ventas”, comentó Cebeira. Un analista que sigue a Coca-Cola FEMSA (KOF) y Arca Continental -que prefirió no ser citado-, señaló que de aprobarse el impuesto los volúmenes de venta de estas compañías podrían caer entre 8% y 10%. Rafael Camacho, especialista del grupo financiero Ve por Más, coincidió en que este tipo de impuestos corren a cargo del consumidor, lo cuál resulta perjudicial para la industria, pues aun con este gravamen no se desincentiva en su totalidad la compra de estos productos. “Les ha funcionado (a las empresas) la estrategia de productos con menor contenido en cuestión de empaque, y creo que también el consumo de bebidas carbonatadas ha disminuido. Estas empresas también han movido su estrategia hacia los tés y aguas embotelladas”, agregó el analista. Según el estudio de la UANL, publicado el pasado 9 de febrero, que cita la Encuesta Mensual de la Industria Manufacturera (EMIM), del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el consumo medio de refrescos por persona en los últimos años ronda entre los 350 y 500 mililitros diarios, que equivale únicamente a 5% y 7% de la ingesta calórica diaria del mexicano. Lee más sobre el tema: Michael Bloomberg, detrás del alza de impuestos a refrescos en México “En este tenor, es imposible sostener que el consumo de refrescos sea el causante principal del sobrepeso y obesidad en el país. Aunque se eliminara por completo el consumo de refrescos y suponiendo que no se sustituye con otros productos, la dieta común del mexicano excede la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS)”, indica el análisis. Por su parte, según el estudio de “Los efectos sobre el bienestar de la política de impuestos sobre alimentos y bebidas con alto contenido calórico”, de El Colegio de México (Colmex), entre 2012 y 2014 el consumo promedio per cápita de refrescos en los hogares disminuyó únicamente 5.37 mililitros diarios. “No existe un patrón general de la caída en el consumo de refrescos. Esto depende de la región, composición del hogar, tamaño de localidad y estrato socioeconómico. El efecto neto de los impuestos está determinado por diversos factores, entre ellos las preferencias de consumo, los niveles de ingreso y la sustitución y complementariedad con otros bienes”, indica el análisis que se dio a conocer en enero de este año.

 

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