La última década, hemos escuchado hasta el cansancio conceptos como Industria 4.0, Cuarta Revolución Industrial o transformación digital. Hemos invertido tiempo y recursos creando cultura alrededor del tema porque estoy seguro de que lo que está en juego es el futuro del modelo industrial y competitivo de México.

Nuestra industria manufacturera exige más de nosotros. Nuestra mano de obra nos llama a ayudarla a evolucionar. A pagar mejores sueldos y tener colaboradores más especializados. Nuestras empresas deben evolucionar.

Pero aquí está la dura realidad: en 2018, solo 20.7% de los fabricantes globales se veían a sí mismos como “altamente preparados para abordar los modelos comerciales emergentes que trae la Cuarta Revolución Industrial” –Deloitte–. Dos años después, no sucedió nada. Una encuesta que McKinsey hizo en 2021 a fabricantes globales reveló que solo 26% había escalado exitosamente proyectos de Industria 4.0. El resto se quedó en el purgatorio de los proyectos piloto.

Las causas de esto llegan a ser muy variadas. Por lo que sabemos en pláticas con directivos de empresas manufactureras, a veces las tecnologías no se traducen en una solución efectiva para un problema de negocio –es cuando una empresa implementa tecnología por moda y no buscando alguna eficiencia–.

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También influye el tiempo de implementación. Sin un desarrollo ágil, un proyecto puede consumir recursos –tiempo, dinero y otros– y quedar en el olvido. Y, desde luego, el enfoque de la solución: deben estar claros los beneficios operativos, el Payback y el retorno de inversión a lo largo del tiempo.

Sin estos factores, los directivos pueden percibir que un proyecto es caro, que no es claro en cuanto a los beneficios o que la oferta de valor de la tecnología es confusa. En un ambiente económico enrarecido como el que estamos viviendo, esto complica cualquier iniciativa de transformación digital.

Pero seamos honestos. Hay algo más de fondo y es difícil de asimilar. La realidad es que a la mayoría de los directivos de empresas industriales les falta una cultura de innovación e industria 4.0. Algunos tampoco tienen la visión adecuada.

Muchos ven los proyectos de IoT e inteligencia artificial como cualquier otro proyecto de TI. He dicho en reiteradas ocasiones lo riesgoso de enfocarlo así.

La IA, como otras tecnologías de Industria 4.0, se basa en la experimentación, en un proceso más parecido al de investigación y desarrollo. Pocos aceptan esto; la mayoría, no obstante, busca resultados inmediatos.

“Los CIO y CFO de estos fabricantes se centran sobre todo en obtener un retorno de su inversión o en el mediano plazo y eso tiende a mitigar las inversiones a largo plazo en las últimas tecnologías avanzadas”, señala el especialista Danish Sherwani en un artículo por demás interesante.

Sin embargo, estos fabricantes están en una clara desventaja, pues comenzarán a verse desplazados –perdiendo contratos– por jugadores más ágiles, más avanzados tecnológicamente y mejor preparados para atender las demandas de sus consumidores.

En otra entrega, prometo enfocarme en los riesgos que tiene para una empresa rezagarse tecnológicamente, sobre todo cuando estamos en medio de una revolución digital. No pretendo asustar a nadie, pero el tiempo apremia.

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Contacto:

Rafael R. Páez Yrigoyen es cofundador de Gesta Ventures y director ejecutivo de Gesta Labs / VAISOR*

[email protected]

Linkedin: Rafael Páez

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