La prueba de fuego para la industria aeroespacial
El valor agregado que las empresas mexicanas le han otorgado a la industria aeroespacial ya no es noticia. El tema, ahora, está en saber si éstas pueden ser líderes globales, lo cual les impone un reto: multiplicar notablemente su proveeduría y, por ende, sus exportaciones.
Por Enrique Torres Rojas
En septiembre de 2013, Lufthansa anunció que había hecho un pedido de 59 aviones de largo recorrido a Boeing y Airbus, en un contrato valuado en 19,000 millones de dólares (mdd). En esos majestuosos aparatos, que la aerolínea alemana recibirá a partir de 2016, participará una empresa mexicana.
Volare Engineering es una empresa establecida en Mexicali, Baja California, desde 2002, que está metida en la industria aeroespacial. En 2010, la Crystal Cabin Award Association, un organismo con sede en Hamburgo, la galardonó por el diseño de un carrito más ligero que los utilizados hasta entonces para distribuir alimentos y bebidas a bordo de los aviones. Desde entonces, Volare salió del anonimato.
Como Volare, cerca de 60 empresas mexicanas han logrado colocarse entre las 270 compañías proveedoras en el país que abastecen a la industria aeroespacial, misma que aumentó 13% sus exportaciones el año pasado a 5,400 mdd.
Movido por pronósticos que indican que en los próximos 20 años el tráfico aéreo crecerá 4.7% anual y se demandarán 29,000 nuevos aviones, México quiere colarse hacia 2020 entre los diez mayores proveedores de la industria y duplicar las exportaciones, con 50% de contenido nacional. Gracias a este auge, México está clasificado como el noveno proveedor para el mercado aeroespacial de Estados Unidos y el sexto para la Unión Europea (UE).
Pero entrar a este club no es tan fácil. Las empresas locales que aspiran a abastecer a otros proveedores más grandes o a los fabricantes de aeronaves, tienen que pasar por estrictos y costosos procesos de certificación, debido a que cualquier problema de calidad en los aditamentos de los aviones se agrava por el hecho de estar en el aire, señala Luis Lizcano, director de la Federación Mexicana de la Industria Aeroespacial (FEMIA).
Volare se define como una firma de ingeniería especializada en diseño de equipos interiores para aviones, que desde 2011 comenzó a producir gabinetes y aditamentos para cocinas. Pese a ser una empresa pequeña, está enganchada a un sector inmenso. Volare ha duplicado su facturación a 600,000 dólares anuales y, este 2014, espera llegar al millón de dólares.
El sello distintivo
La industria aeroespacial en México se conforma, sobre todo, por empresas extranjeras que han encontrado en el país un lugar atractivo para establecerse por los bajos costos laborales y la buena calidad de la mano de obra. La industria aeroespacial se clasifica en compañías armadoras (OEMS, como Boeing y Airbus), proveedoras de primera línea o Tier 1; de segunda línea o Tier 2 y Tier 3. Las firmas de capital mexicano representan 22% de las suministradoras y abastecen, sobre todo, a las Tier 3.
Los que han encontrado condiciones para desarrollar centros de diseño e ingeniería, laboratorios y líneas de producción para motores, componentes y fuselajes, son el fabricante canadiense de aviones ejecutivos Bombardier y el productor europeo de helicópteros Eurocopter; así como los gigantes de la proveeduría: Grupo Safran, General Electric (GE) y Honeywell.
Una certificación básica es la Serie AS9100 para sistemas de administración de la calidad basado en la norma ISO 9001:2000. Su aplicación en la aeronáutica está a cargo de la International Aerospace Quality Group (IAQG) y la entidad responsable es la Society of Automotive Engineers (SAE). Es el primer estándar de calidad mundialmente aprobado para este sector y se ha convertido en el principal requisito que exigen los Tier 1 a sus proveedores.
En México, las certificaciones internacionales son homologadas y convalidadas por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, a través de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC). Según la Secretaria de Economía (SE), cerca de la mitad de las 270 empresas aeroespaciales en México cuenta con el ISO-9001 y poco menos de un tercio tiene la certificación especializada AS9100.
Las certificaciones dan acceso a los proveedores mexicanos a contratos que duran de 10 a 15 años. Así, gracias a que está certificada y a su cercanía con Estados Unidos, Volare recibe unas cinco cotizaciones por semana. Hasta ahora, ha hecho proyectos de diseño para Grupo Zodiac Aerospace, Bombardier, VivaAerobus, Aeroméxico y Rockwell Collins.
Boom de jugadores
Como Volare, otras empresas mexicanas han superado los controles de la industria aeronáutica. Entre ellas está Frisa, que también es proveedora del sector energético; Soisa, que cambió la manufactura de ropa de mezclilla por asientos de aviones; y Grupo Kuo, el conglomerado industrial conocido por la fabricación de autopartes y de alimentos envasados.
Frisa abastece al sector petrolero y de gas, construcción, minería, generación de energía y maquinaria, incluido el suministro de piezas para los principales fabricantes de motores para aviones como ge Aircraft Engines, Rolls Royce y Pratt & Whitney.
“A Frisa le tomó de tres a cuatro años ganar contratos con estos clientes, superar sus auditorías y controles de calidad”, cuenta Carlos Gutiérrez, director de la División Superalloys (que atiende al mercado aeroespacial y de generación de energía) de Frisa. “Ahora, tenemos entre diez y 15% de crecimiento anual”.
Grupo Kuo es otro caso. Comenzó a trabajar con el sector aeroespacial hace cuatro años. En 2010, recibió la certificación de calidad SAE AS9100 B del British Standard Institute (BSI), lo que le permite proveer componentes maquinados de precisión para el tren de aterrizaje. Tras instalar una planta en Querétaro, la regiomontana firmó en noviembre de ese año un contrato de largo plazo con Bombardier para abastecerle partes metálicas.
Soisa, de Chihuahua, es una historia aparte. De ser un fabricante textil, pasó a proveedora de 20% de los asientos de la industria aeroespacial mundial.
Luego de lograr la certificación AS9100, en 2006 entraron en un proceso de pruebas con diez asientos que, al ser aprobados, fueron el detonante de numerosos pedidos hasta sumar 80,000 sillones. Al cierre de 2013, aviones de Boeing, Airbus, Embraer, Mitsubishi y Bombardier tienen asientos fabricados por Soisa.
Soisa también pudo posicionarse en el mercado estadounidense gracias al apoyo de TechBA, una aceleradora de empresas creada por la Fundación Mexico-Estados Unidos para la Ciencia (FUMEC), que opera con apoyo de la SE y que desde 2008 trabaja con el sector aeroespacial.
Parteaguas, insuficiente
Aunque en México hay empresas vinculadas con la industria aeroespacial desde mediados de 1980, el despegue inició en 2004 con la llegada a Querétaro de Bombardier. “Lo primero que piensan los empresarios que quieren venir a inyectar capital es el bajo costo laboral”, aseguró su presidente Pierre Beaudoin.
México está ubicado en la tercera posición en cuanto a los más bajos costos laborales del sector en el mundo, según un reporte de KPMG; sólo después de China e India, y con una ventaja salarial de 15.7% frente a Estados Unidos.
Pero el gobierno mexicano intenta acrecentar el impulso. ProMexico trabaja en el Programa Estratégico de la Industria Aeroespacial 2012-2020. El objetivo es ubicar a México entre los diez primeros países en proveeduría aeroespacial, que las exportaciones alcancen un valor de 12,000 mdd al año, y que los productos y materiales producidos lleven 50% de contenido nacional.
Los cambios en la fabricación de los aviones ofrecen una oportunidad para nuevos jugadores en un mercado que podría alcanzar los 50,000 mdd en 2015.
Pero antes de deslumbrarse por estos números, los mexicanos que abastecen a este sector sugieren pensar en la siguiente escala: que México tenga una marca propia y que no suceda lo mismo que con la industria automotriz, que es una importante base de proveeduría desde hace décadas pero que carece de una marca automotriz local. El principal reto de las empresas mexicanas es salir del estigma de proveedor y pasar a ser empresas líderes.