Por Cynthia Salicrup* El proceso de innovación está cambiando, si hoy en día una manzana cae sobre su cabeza y se le ocurre la idea de la gravitación universal, sería un proceso muy parecido al que sucedió hace algunos siglos con un joven Isaac Newton. La diferencia es que, si Newton estuviera presente hoy, probablemente publicaría un concepto en un sitio comunitario frecuentado por una red de otros aspirantes a físicos que colaborarían en los conceptos de atracción gravitacional y rotación terrestre. Este ejemplo ilustra que la parte del proceso de innovación que ha experimentado un giro de gran impacto es la colaboración para crear ideas. Cada vez más, este proceso está siendo facilitado y mejorado por redes formales establecidas con la intención de fomentar la creatividad, el aprendizaje y la innovación. En lugar de estar trabajando en laboratorios secretos con pruebas y errores individuales obsesivos, la innovación se ha abierto. Las organizaciones, desde las empresas hasta las universidades, los gobiernos y las organizaciones sin fines de lucro, han adoptado el proceso de innovación abierta y, en ocasiones, las redes de innovadores cruzan estos tipos de organizaciones. ¿Por qué está pasando esto? La respuesta más corta es, porque funciona. La innovación está en los titulares más que nunca, en gran parte debido a presiones a las empresas e industrias por un consumidor digital con gustos y hábitos cambiantes y también por la velocidad de los avances tecnológicos que pone en peligro la durabilidad de las ventajas competitivas de estas empresas. Existe una opinión común de expertos de que la innovación es una necesidad tanto para la ventaja competitiva en el nivel empresarial como para la resolución de desafíos críticos a nivel social. La innovación abierta genera un conjunto más amplio de colaboradores. Esto toma el concepto de aprovisionamiento público y lo aplica a problemas u oportunidades muy específicas y acelera todo el ciclo y crea ciclos virtuosos de iteración y aprendizaje. En ocasiones inclusive se invita al cliente y al cliente del cliente de la empresa a colaborar en innovar en productos y servicios dirigidos a ellos. Esto es más certero y ágil que aplicar las encuestas tradicionales a clientes. Este es un ejemplo común de expansión del proceso más allá de las cuatro paredes de la I+D. ¿Qué es lo que pueden hacer las organizaciones? Hay dos caminos que las organizaciones toman cada vez con mayor frecuencia: programas de innovación abierta a nivel empresarial y programas agresivos de creación de productos, servicios y plataformas con un alto grado de integración de tecnologías disruptivas. La innovación abierta a nivel empresarial depende de varios elementos clave para que esto funcione. Primero, la innovación debe convertirse en una prioridad y entretejerse en la cultura, lo que significa tener un modelo operativo disciplinado, con políticas e indicadores que fomenten el proceso. En segundo lugar, es fundamental que se proporcionen herramientas y habilidades para ayudar con todo el proceso, desde la ideación hasta la ejecución. Para que todo esto funcione realmente, descubrimos que un programa de innovación formal impulsado por un centro de aplicación práctica de la innovación es un factor fundamental del éxito. En un centro de innovación, todas las personas pueden ser ideadores, se genera la confianza de que la creatividad es parte de todos nosotros, y que esta creatividad sumada a la colaboración entre individuos genera ideas más refinadas y enfocadas al problema a solucionar. Cualquier colaborador puede recibir aportes, desde la ideación hasta la entrega de un nuevo producto o negocio del ecosistema de innovación abierta. Del mismo modo, los socios, clientes o incluso expertos en la materia de universidades u otras fuentes de conocimiento consultadas en este ecosistema. Teniendo como uno de los objetivos acercarse a los ecosistemas de innovación abierta, Accenture recién inauguró en la Ciudad de México su primer Centro de Innovación en el país, un espacio en donde, las grandes organizaciones, las startups y la academia, van a trabajar juntos para encontrar soluciones innovadoras a los diferentes retos que puedan tener en el mercado, en la industria y en la sociedad y con esto colaborar para alcanzar nuevos niveles de competitividad como país. Esta práctica es apropiada para cualquier industria, desde el comercio hasta la creación de tecnología, desde los líderes de las compañías, hasta el encargado de un grupo de programadores. Hay conceptos que anteriormente se aplicaron y perfeccionaron en la creación de tecnología (como conceptos ágiles) que ahora aplicamos a procesos de creación de nuevos productos, servicios y soluciones en estos Centros de Innovación. Bajo estos mismos conceptos, el desarrollo de prototipos y pruebas de concepto se vuelven fundamentales ya que quitan la intangibilidad y los riesgos asociados a las grandes ideas innovadoras. Son, en muchas ocasiones, más poderosos que un caso de negocio financiero sólido ya que permiten probar en tiempo real y con audiencias reales si el concepto desarrollado tiene potencial. Crear prototipos y pruebas de concepto genera otro elemento fundamental para la sobrevivencia y crecimiento de estas organizaciones: el aprendizaje continuo. *Directora de Innovación en Accenture México.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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