Por Salvador Hernández* Somos testigos de cómo el Internet de las Cosas está revolucionando la industria. Asimismo, la rapidez con que prolifera la red de objetos conectados ha despertado el interés en el área de los negocios, donde Gartner prevé que existirán 25 mil millones de dispositivos conectados en 2020. Cifra por demás interesante, si consideramos que hasta 50% de esos dispositivos generará información relevante en la industria financiera. Para visualizar cómo explotar el potencial del Internet de las Cosas, en Deloitte se desarrolló un ejercicio de simulación dirigido por Wikistrat, la consultora en análisis geoestratégico y comercial considerada como la primera especializada en crowdsourcing, que se basa en una red global conformada por más de 2,000 expertos en la materia. En dicha prueba se reunió el conocimiento de académicos, analistas y empresarios, con el objetivo de trazar las oportunidades para capitalizar la información del Internet de las Cosas. Los resultados, además de atractivos, también representan desafíos para aquellas empresas que buscan detonar su nivel de competitividad: Apertura de nuevos negocios para los bancos. Con el uso de sensores biométricos y posicionales, las instituciones financieras podrían realizar un seguimiento del rendimiento de cada usuario, de tal manera que lograrían abrir nuevos créditos, especialmente en segmentos de clientes que carecen de un historial crediticio. Esto ya ocurre en algunos bancos localizados en Dubái y Londres; habría que esperar que, en países como el nuestro, se trabaje en la legislación correspondiente con fines de autenticar su aspecto legal. Servicio a la medida del cliente. Crear servicios personalizados es otra de las posibilidades que trae el Internet de las Cosas; por ejemplo, un banco podría asociarse con fabricantes de línea blanca y empresas de electrónica de consumo (bocina, smartphones, pantallas, consolas de videojuego, entre otros), de tal manera que lograrían lanzar ofertas de crédito a las personas cuyos dispositivos comienzan a deteriorarse. Las aseguradoras inaugurarán la era de la personalización. A través de la adopción de sensores automotrices surgieron escenarios interesantes para las empresas de seguros, quienes ahora pueden aprovechar la información proporcionada para perfeccionar sus coberturas y definir presupuestos con precisión; sin embargo, esto también implica un arma de doble filo, pues aumentaría la complejidad de la suscripción y el precio. El desarrollo de datos más precisos sobre el comportamiento del asegurado permitiría a las empresas ajustar las coberturas y agregar o eliminar ciertos riesgos; es decir, lograrían desglosarse y “descomoditizarse” para crear una verdadera diferenciación ante sus competidores. Inversión y gestión de carteras más acertada. Utilizar información del ecosistema del Internet de las Cosas del cliente permitiría a las empresas adaptar sus decisiones de inversión y asignación de activos basados en los comportamientos, preferencias y ubicación de los usuarios. Además, sustituiría los inciertos cuestionarios por algoritmos que, a través del análisis de patrones de vida, proporcionen una imagen más precisa cada cliente. En cuanto a la administración de carteras, Internet de las Cosas permitiría combinar los flujos de datos en tiempo real de una variedad de sensores con tecnologías cognitivas y comunicación M2M para automatizar el fondo de gestión mucho más allá de lo que se ve hoy, provocando un aumento en la diferenciación entre tipos de inversión, fondos y estrategias de fijación de precios. Más transparencia y autenticación en la gestión de riesgos. Las compañías podrían monitorear los niveles de estrés de los empleados, patrones de movimiento, y otros factores como una forma de predecir el potencial de fraude interno, mientras que los minoristas podrían autenticar las transacciones de tarjetas de crédito al hacer posible que la presencia del plástico coincida con otro objeto físico (como un teléfono móvil o incluso wearables). Es interesante vislumbrar cómo el Internet de las Cosas puede transformar la industria financiera. A través de la experimentación temprana las organizaciones pueden comenzar a materializar estas ideas, siempre tomando en cuenta medidas de privacidad, alianzas con terceros y preparándose para dominar la avalancha de datos que vaticina el uso del Internet de las Cosas. Sin embargo, a pesar del terreno ganado gracias a su experiencia en la moderna gestión de información, las organizaciones financieras aún tienen un largo camino por recorrer para lograr la evolución que se requiere para ser consideradas como empresas smart. Una industria no adquiere la etiqueta de “inteligente” por los datos que mide, sobre todo si esos datos aún se encuentran en un nivel incipiente. En la actualidad, el sector financiero se encuentra enfocado en la medición de aspectos tan básicos como el perfil y la información personal de sus usuarios, lo cual resulta de gran ayuda al momento de crear perfiles de comportamiento para establecer su personalidad y, por ende, sus preferencias. Pero el Internet de las Cosas puede hacer mucho más por el ámbito financiero: desde la instauración de cajeros automáticos con estructura propia hasta el establecimiento de nuevas oportunidades gracias a la microinversión. Aunque el reto pueda antojarse arduo, el siguiente paso es lograr la conversión de la empresa financiera tradicional a una smart. En ese nivel, las posibilidades son infinitas: solo es necesario tener el valor de saber aprovecharlas. *Socio Líder de Estrategia y Operaciones en Servicios Financieros en Consultoría, Deloitte México   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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