Por Alfonso Salazar Aznar* En épocas donde la volatilidad de los mercados financieros mundiales representa un riesgo de pérdida para inversionistas, uno de los bienes más seguros, por su estabilidad en cuanto a la cotización de su valor es el oro. En este sentido, no sólo inversionistas institucionales o bancos centrales deberían ver los beneficios económicos que representa el valor de este metal como una opción de inversión con excelente rendimiento, también las familias, y en especial, los jóvenes. Si bien los inversionistas de largo plazo, como los fondos de inversión y los bancos centrales, son consumidores importantes de oro, actualmente sólo representan un 10 por ciento de la demanda mundial. En contraparte, la manufactura de artículos de alta electrónica ya ocupa el segundo lugar, con respecto a la demanda mundial de este metal precioso, ya que éste figura como un componente esencial para la manufactura de teléfonos inteligentes. Sin embargo, desde hace mucho tiempo, las familias han sido el principal consumidor de este metal precioso. De acuerdo con estadísticas del World Gold Council (WGC), la demanda mundial de oro se concentra en joyería, que constituye un 49 %, y a la fabricación de monedas y lingotes el otro 20 % de la demanda mundial. No obstante, es importante señalar que este patrón no se explica únicamente considerando las propiedades estéticas, ya que, para las familias, el oro es también una forma fácil y confiable de invertir, proteger su patrimonio de la volatilidad de los mercados, y escudarse frente a las constantes fluctuaciones con los tipos de cambio. El oro es un activo considerado como un “valor refugio” que sirve como protección ante los posibles efectos adversos en la economía, ya que su valor se cotiza en un único precio mundial, mismo que no se ve afectado por probables devaluaciones. De acuerdo con esto, una alhaja o moneda de oro no se deprecia si se llegasen a divisar problemas en la economía del país. Asimismo, también se considerará como un activo de refugio ante crisis en los mercados, que se incluye en pequeñas proporciones, en los portafolios de inversión a largo plazo, mediante instrumentos financieros llamados ETF’s (Exchange-Traded Fund), ya que, al no conllevar un riesgo de incumplimiento, ayuda a diversificar los portafolios y proteger su valor de capitalización. En México, hemos utilizado monedas de oro desde la conquista, y aunque ya no se usan como medio de pago, aún mantienen su atractivo como inversión para quienes han sabido negociar con este recurso, como en muchos casos, nuestros padres y abuelos. Particularmente, resaltan los tradicionales Centenarios, bellas monedas acuñadas por primera vez en 1921, con la imagen del monumento del Ángel de la Independencia y los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, que desde entonces no se han dejado de fabricar. Tradicionalmente, como ya hemos visto, las familias encuentran en la compra de joyas o monedas, una alternativa de inversión gradual y sencilla que deja en segundo plano diferentes factores como a intermediarios. Igualmente, no requiere de montos mínimos, conocimientos especializados ni comisiones controversiales. Por lo tanto, para la mayoría de la población que no tiene acceso a instrumentos financieros sofisticados, esta forma de micro inversión puede ayudar a generar un “guardadito”, o un depósito de valor, útil para enfrentar contingencias, o bien, como capital semilla para pequeños negocios. Actualmente, una gran cantidad de mexicanos deciden ahorrar acumulando joyas y alhajas, que luego aprovechan para obtener liquidez fácilmente, acudiendo a casas de empeño o de moneda, donde familias mexicanas aprovechan sus servicios para la obtención de préstamos con un costo menor al que manejan las instituciones bancarias con tarjetas de crédito u otro tipo de préstamos. Si comparamos el oro con otros bienes materiales, este retiene y aumenta su valor con el tiempo, por ejemplo, de acuerdo con un estudio de la tienda en línea Decluttr, un teléfono inteligente retendría solo un 42% del valor inicial después de apenas diez meses de haber sido adquirido. Los gadgets pueden llegar a depreciarse más de 30% por año, y perder su valor total en menos de cinco años, lo cual, desde esta perspectiva representa un fuerte gasto para los jóvenes. En contraste, la compra de joyas y monedas de oro puede verse como un refugio de valor durante estas épocas de incertidumbre socioeconómica y volatilidad en el tipo de cambio y los mercados. Ahora bien, si en 2014 un gramo de oro puro se cotizaba en 500 pesos, este año su precio promedio estaría arriba de 750 pesos, debido a la naturaleza del material y su estabilidad en los mercados, por lo cual, aseguramos un incremento significativo de su valor. A lo largo de 2018, grandes inversionistas optaron por incrementar significativamente sus compras de oro, por ejemplo, según reporta el banco de inversiones suizo UBS, en los primeros nueve meses del 2018, los bancos centrales adquirieron 450 toneladas de oro, un 17 % más con respecto al año pasado. A modo de conclusión, me gustaría exponer un par de consideraciones para todos aquellos interesados en recurrir al oro como fuente de inversión, o bien, una garantía de acceso a financiamiento rápido. El oro representa un recurso con valor poco volátil e independiente del contexto socioeconómico del país, por lo cual encarna un grado de riesgo de inversión bajo, es decir, que cuando optas por hacer inversión con este metal precioso, te proteges ante la volatilidad y tu riesgo de pérdida es muy bajo. Por último, sería importante considerar que, ante la incertidumbre naturalmente generada por el cambio de gobierno, debemos revalorar la opción de invertir en oro, en especial los jóvenes, quienes harían bien aprendiendo que, a pesar del entorno digital donde se encuentran, no todo lo que brilla es gadget. *Director de Crédito en Nacional Monte de Piedad, Institución de Asistencia Privada. Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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