El mercado del arte en México tiene un nuevo comprador: el inversionista, que podría pagar 140,000 dólares por cuidar sus capitales y así resguardarse ante la volatilidad financiera.     Una obra de arte es inspira­dora. Es una pieza admirable y un objeto de colección. Pero, también, es un instrumento de inversión. “Uno de los factores principales del aumento de demanda (por obras de arte) es la actual incertidumbre económica. Ésta ha creado un fuerte apetito de los inversionistas por activos que no tienen que ver con acciones y bonos”, dice un reporte global de la consultora Deloitte. El valor que tiene la creación de un artista es indiscutible y no se devalúa. Eso no es nuevo. Pero lo que sí es reciente es que con mayor frecuencia los inversionis­tas miran las obras de arte como un refugio donde su capital está a salvo. La razón: la crisis financiera internacional, que man­tiene a los mercados en turbulencia, hace que en el portafolio de inversiones, junto a los títulos de las acciones, se coloquen tam­bién pinturas, esculturas, litografías… Ahora, sostiene el estudio Art & Finance Report 2013 de Deloitte, los grandes patri­monios en América Latina comienzan a “dar vuelta al arte”, por lo que una pieza de Rufino Tamayo, Diego Rivera, Gabriel Orozco, Francis Alÿs, ya no es sólo un objeto de colección, sino un activo. Este mundo del arte, sin embargo, no ofrece cifras sobre su desarrollo y pene­tración. Las galerías asentadas en México guardan, cual si fuera su mejor “obra”, las ganancias que obtienen por la venta de piezas exhibidas. Pero, de acuerdo con la investigación hecha por Forbes México, el porcentaje que cobran puede ascender a 50% del precio en el que se vende la obra. Gustavo Arróniz, director de la galería Arróniz (considerada entre las 500 mejo­res del mundo, según la revista Art.info), confiesa que la demanda de arte sí ha ido al alza y, aunque no acostumbra cuestio­nar a sus clientes sobre las razones que los orillan a adquirir obras, asegura que los coleccionistas ya conviven con otro perfil de compradores: los inversionistas. Y comenta algo más: “Los artistas con­solidados son los más buscados por los clientes que quieren un refugio seguro”. Pero, ¿qué hace del arte un buen nego­cio? Javier Lumbreras, socio director del fondo global de arte Artemundi, ubica tres factores: “El arte es un activo real y tangi­ble. En un clima de volatilidad mercantil, promete sólidas ganancias. El arte tiene un bajo costo de mantenimiento”. Dado este movimiento, Forbes México invitó a prestigiadas galerías de la Ciu­dad de México a exponer en este espacio algunas de sus piezas más valiosas y que hoy exhiben. Algunas prefirieron omitir el precio de éstas. Como sea, el arte, hoy, es un buen ins­trumento para burlarse de la volatilidad de los mercados financieros.

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