José Manuel Moller fue el ganador mundial de la primera edición de The Venture. Este joven chileno dirige Algramo, empresa social que compra productos esenciales como arroz, frijoles, lentejas y azúcar directamente a los proveedores para distribuirlos después a un bajo costo a las tiendas de barrio a través de un esquema tradicional conocido como ‘venta a granel’. El emprendimiento de Moller está logrando reducir el costo de vida para las familias pobres de un 30 a 50%. Por Fernanda Martínez Pero, ¿por qué buscar en el pasado la clave del éxito de un emprendimiento social? “Yo vengo de Chile, el primer país donde los supermercados tienen mayor penetración y me di cuenta que parte de la problemática tiene que ver con que en los barrios más pobres la gente se reúne en los almacenes porque no tiene donde estar, y eso genera una relación muy potente. Por otro lado, la gente compra en envases pequeños todo el tiempo, y eso hace que los costos siempre sean altos. Así que en un gesto más técnico llegué a la conclusión de que había que volver al pasado y eso es el granel. Creo en definitiva que hemos dejado muchas cosas a un lado como sociedad que eran muy inteligentes”, nos dice en entrevista. -¿Cómo fue la primera venta en Algramo? “Fue con una máquina de madera, un prototipo básico que instalé en la zona norte de Santiago por dos semanas. Lo instalé y funcionó bien para lo que era. Lo verdaderamente interesante fue ver a la gente regresando con su envase para comprar, lo que hablaba de un comportamiento de compra que estaba cambiando”. -¿Cómo es el ciclo de negocio? “La primera vez yo llego y te ofrezco productos en envases reutilizables, sin máquina. Tú como tienda los compras y los empiezas a revender, yo me encargo de la publicidad y la gente la primera vez tiene que comprar el envase y el producto, la segunda vez llega con el envase vacío y sale con uno lleno, como las bebidas. La idea es utilizar ese mismo esquema que existía ya con algunos productos, y llevarlo a muchos más productos porque nos parece la forma de comprar más inteligente. “También tenemos máquinas, nosotros las ponemos en los almacenes que venden más para que tengan más rotación. Esa es la máquina de alimentos, y ahora estamos trabajando una máquina de químicos líquidos que la gente que quiera puede rentar y usarla de forma libre para lavar la ropa, los platos, los pisos”. Moller2 -¿En qué lugares están? “Estamos en Santiago (Chile) con 400 tiendas, en Barranquilla (Colombia) tenemos 50 y terminaremos con unas 100 este año, y el próximo año entraremos en México con un proyecto que se llama The Imperative en la región de Escárcega, Campeche, en donde también está Échale A Tu Casa, ganador de la primera edición de The Venture en México, e Iluméxico y en donde la idea es agarrar 6 proyectos, todos en distintas áreas, parar entrar en una misma comunidad y ver cómo, a través de este ataque multidimensional de la pobreza, se puede ayudar a la gente”. -Hablando en términos de negocio, ¿Algramo ya es autosustentable? “En Chile, en marzo llegamos al punto de equilibro, aunque el problema es que Chile sostiene mucho a Colombia, así que ha sido más pesado, pero Colombia el próximo año debe llegar también a su punto de equilibrio y esperemos que México en un año también logre llegar. “The Venture nos ayudó muchísimo a acelerar el proyecto. Hoy día, más que vivir de lo que nos entregó Chivas, estamos utilizándolo para crecer y alcanzar estos puntos de equilibrio mucho más rápido”. Emprendimiento social, no caridad Hablar de esta nueva ola de emprendimientos, nos hace caminar en una delgada línea que muchas veces toca la filantropía. “El cambio viene a medida de que los proyectos se vuelvan económicamente sustentables, sino seguimos hablando de altruismo”, dice al respecto Moller. “Yo creo que el emprendimiento social está insertado en el ADN de lo que significa emprender. Hoy día, necesitamos que al emprender se asuma que es social. Creo que la problemática y la crisis que vivimos a nivel global es en parte porque los emprendimientos han buscado sólo tener ingresos y no tener este impacto social y medioambiental”, agrega el chileno. -¿Tiene que ver esta postura emprendedora con la generación millennial? “Esta generación se está replanteando la definición de éxito y eso es muy importante. La generación anterior entendía que se tenía que hacer la mejor empresa del mundo y hoy se trabaja para tener la mejor empresa para el mundo. Este cambio de switch lo tiene en parte esta generación que yo definiría como los maleducados que quieren cambiar al mundo; no digo que todos piensen así, pero sí hay un grupo grande, sobre todo de emprendedores sociales, que no estamos contentos con el modelo económico con el que vivimos y estamos proponiendo algo distinto. Este sentido de protesta que existe, como también de propuesta, es muy necesario. “Ahora bien, no todo mundo tiene que ser emprendedor para lograr un cambio, si hubiese existido Algramo cuando yo salí de la universidad, yo feliz me hubiera ido a trabajar para allá”. -¿Qué contacto social viviste de niño para ser el emprendedor social que eres hoy? “En general yo he estado muy influenciado en temas sociales desde la familia, el colegio, amistades, me he rodeado de gente afín a mí. No es como que un día me pegué en la cabeza y me convertí en emprendedor social, sino que para mí, de manera natural, siempre lo social estuvo muy cercano. Mis padres han estado involucrados en temas sociales desde siempre, al igual que mi hermano y mis colegios. Yo siempre he visto lo social no como algo de caridad o algo culposo; yo no hago Algramo porque tenga culpa de ayudar a otros, sino porque me parece justo, natural y normal”. -¿Cuáles han sido las lecciones más importantes en tu vida para comprender la diferencia entre filantropía y emprendimiento social? “Una de ellas ha sido vincularse como un igual, entender al otro como un igual es clave; la otra lección es ser proactivo, algo que va también con mi personalidad. Yo siempre busco las soluciones de las problemáticas que tengo enfrente. “Como última lección mencionaría ser crítico. Desde chico yo siempre he sido crítico de buena manera, cuestionando siempre lo que hay detrás, y creo que ese espíritu crítico es hoy más masivo, nos cuestionamos todo el tiempo lo que hay en el fondo de las cosas de una manera profunda”.

 

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