Por Edmar Ariel Lezama*

 

Una vez que el mundo entero comenzó un aislamiento necesario para detener los contagios por COVID-19, el siguiente paso de varios gobiernos ha sido implementar políticas fiscales o de apoyo a los sectores productivos, con la finalidad de no perder tantos empleos en el corto plazo y las tasas de crecimiento en 2020 y 2021 sean lo menos malas posibles.

Para el caso mexicano, de momento no existe un plan fiscal que permita a empresas de mediano y gran tamaño poder sobrevivir a la crisis, y solamente se ha planteado el adelanto de apoyo económico a adultos mayores y la elaboración de tandas del bienestar para una población con características de informalidad laboral.

El discurso de Andrés Manuel ha sido el de evitar a toda costa transferencias o apoyos económicos a empresas medianas y grandes, con el argumento de que se trata de una política neoliberal, por lo que los recursos llegarán de forma directa a la población objetivo.

El transferir ese dinero de forma directa a trabajadores con características de informalidad es una acción noble y que ayuda a sus familias a consumir bienes básicos que les permitan resistir las semanas más duras del aislamiento, ya que, por sus características laborales, estos días sus ingresos serán casi nulos.

El problema no radica en apoyar a esas familias, sino en el proyecto que a mediano y largo plazo se está construyendo como país, ya que esa no puede ser una medida permanente ni adecuada para reducir niveles de pobreza y alcanzar escenarios de desarrollo económico.

En estos momentos, las personas que siguen percibiendo un sueldo, son aquellas que se encuentran afiliadas a un sindicato o la condición de su empleo es de alta formalidad, por lo que la aspiración como país debe ser alcanzar la mayor cobertura de población trabajadora bajo esas características, lo cual se logra con planes de desarrollo industrial y comercial, así como estímulos fiscales a ciertos sectores.

El transferir dinero a las familias es necesario en momentos como este, pero no puede ser la forma de activar la economía en la segunda parte del 2020 y en 2021, ya que ese dinero simplemente se empleará en el consumo de alimentos en el mejor de los casos, pero en mercados informales.

Para ejemplificar lo escrito en el párrafo anterior, un trabajador informal que labore por su cuenta, mayoritariamente consumirá a otros trabajadores informales lo que consume para satisfacer sus necesidades o lo que requiere para mantener activo su negocio.

Un mecánico, un hojalatero o un comerciante de alimentos, por tan sólo citar algunos casos, consumen de forma muy local y focalizada en otros giros informales, con el fin de evitar el pago de impuestos y así maximizar sus ingresos obtenidos por el trabajo hecho.

La transferencia monetaria a esos grupos después del aislamiento social hará que el consumo se mantenga, pero sólo entre ellos, ya que no existe ningún estímulo para actuar de forma diferente, por lo que no hay razón para pensar en mejorar sus condiciones de vida en el mediano y largo plazo, ya que esos grupos siempre son los más vulnerables ante episodios como el que vivimos actualmente.

Un trabajador informal decide serlo por varias razones, entre las que destacan los bajos salarios pagados que muchas veces son iguales al sector informal, el no existir vacantes adecuadas para las habilidades de cada persona y una cuestión de hábitos en la cual toda la familia es informal a través de generaciones, por lo que el plan de acción debe estar enfocado en corregir esas problemáticas.

A pesar de que López Obrador hereda el escenario descrito en el párrafo anterior, la cuarta transformación debe enfocarse en la regulación de un mercado laboral que es desigual y muy informal por la poca capacidad del Estado para ponerlo en orden.

La crisis que hoy vivimos nos está enseñando que quien más sufre son aquellas personas que no están dentro de la formalidad laboral y que muy probablemente al finalizar este periodo, caigan en pobreza o pobreza extrema, por lo que no es posible seguir pensando en que las transferencias son el único mecanismo capaz de corregir todos los problemas de nuestra sociedad.

Si el actual gobierno no es capaz de entenderlo y enfocar su cuarta transformación a ese tema, no existirá mejora sustancial para los grupos más vulnerables en lo económico y el sexenio se finalizará en condiciones más desfavorables de cómo empezó.

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*El autor es Coordinador del Programa Único de Especializaciones en Economía, tiene un Posgrado de la Facultad de Economía, UNAM.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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