“Nuestro sector les da la oportunidad de ganarse la vida. Y de ganar no solo un salario, sino también dignidad e igualdad. Los empleos del turismo empoderan también a las personas y les brindan una oportunidad de encontrar su lugar en sus propias sociedades, a menudo por vez primera.” Estas palabras de Zurab Pololikashvili, Secretario General de la Organización Mundial de Turismo resaltan la importancia de una política orientada a la persona dentro de la actividad económica que resulta ser el turismo. Empoderar a la persona es darle la oportunidad de crecer por sí misma a través de reconocer su aporte dentro de la dinámica social; para ello, dar valor a su trabajo no sólo a través de una correcta remuneración económica sino también por reconocer en el ejercicio de su actividad su dignidad e igualdad como persona humana.

El entorno de la empresa sugiere cada vez más, reconocer la importancia del «salario moral» que puede ser tan retributivo como el propio salario económico, es decir; aquel esfuerzo por hacer sentir al empleado como parte de un ideal que transforma vidas, de una misión que va más allá de una declaración que en ocasiones sólo queda en el papel abandonado junto al otro componente del binomio: la visión. La igualdad no debe considerarse únicamente como una cuestión de género o economía sino de respeto y dignidad, al hacerlo, la retribución que conlleva produce para la empresa el beneficio económico de la lealtad, el trabajo bien logrado y la consiguiente satisfacción del cliente que se transforma en valor para la marca.

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La industria del turismo conlleva intrínsecamente una relación de complementariedad, es decir; tanto el prestador como el receptor se necesitan para existir, no existe uno sin el otro y por lo tanto, el reconocimiento del valor de uno reconoce en el otro de forma complementaria otro valor equivalente, por ejemplo; un guía de turistas que reconoce el valor de su trabajo no sólo en el conocimiento del lugar y sus atractivos sino en su riqueza cultural y social y se muestra orgulloso de ello, provocará en su grupo un sentimiento de respeto hacia sus valores y tradiciones, en consecuencia, ambas partes crecen no sólo en conocimiento e intelecto sino en humanidad.

El entorno de la post-pandemia ha puesto de manifiesto la importancia de la persona humana, de reconocerla en medio de las aparentes imposiciones económicas y sociales. No se trata de valores meramente monetarios, sino de tomar en cuenta también su sentir individual y social. Nuestra sociedad es una suma de individuos y no podemos entenderla sin las personas, no de forma grupal sino en su naturaleza individual, lo mismo sucede con las empresas y las organizaciones. Igualdad no es que se trate a todos de la misma forma porque eso alienaría nuestra conducta y personalidad, se trata más bien de que reconocer en todas las personas su propia dignidad y valor único. El turismo, por su propia naturaleza, es una actividad que nos ayuda a entender la riqueza de la persona humana y nos permite generar vínculos aún de las más diversas condiciones y orígenes sociales y culturales.

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Contacto:

Luis Javier Álvarez Alfeirán, MA. Director de Le Cordon Bleu Anáhuac*

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twitter: @DirectorLCBMx

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