Por: Mario Chao*

La agilidad, en el contexto empresarial, es la capacidad de una organización de adaptarse rápidamente a los cambios del mercado y ser flexible a las demandas de sus clientes, así como su habilidad para reorganizarse y responder a factores externos que cambian significativamente la naturaleza o la dinámica de los negocios.

Además, la agilidad permite a las organizaciones prosperar en un mundo de cambios rápidos e impredecibles, ayudándolas a adaptar sus modelos de gestión empresarial y procesos internos para hacerlos más eficiente sin renunciar a la calidad y mantener su ventaja competitiva. En pocas palabras, la agilidad permite que las empresas sean más creativas e innovadoras al enfrentar la creciente complejidad, incertidumbre y cambios del mundo actual.

Consecuentemente entonces, una empresa ágil es aquella que adopta decididamente una filosofía ágil a lo largo y ancho de la misma, incluyendo cultura, personas, procesos y tecnologías.

El concepto de “empresa ágil” no es nuevo. Sus orígenes se remontan a hace más de veinte años, cuando organizaciones de todo el mundo se sentían frustradas por el pobre resultado de sus iniciativas tecnológicas, especialmente en lo relacionado con el desarrollo del software, que usualmente terminaban fuera de tiempo, con un costo mucho mayor al originalmente considerado, y que con frecuencia no respondía a las expectativas de los usuarios.

Tal situación derivó en un movimiento para mejorar la calidad del software, abrazando la incertidumbre de requerimientos cambiantes, usando iteraciones cortas para acelerar las entregas y buscando que la simplicidad y la colaboración de equipos multidisciplinarios atendieran los retos de negocio, colocando la satisfacción del usuario como la mayor prioridad. 

Rápidamente este cambio de paradigma, inicialmente pensado para el software, traspasó las fronteras de las áreas tecnológicas, y las organizaciones comenzaron a extrapolar estos conceptos a todos sus procesos, convirtiéndose en una verdadera revolución en la gestión empresarial moderna.

Hoy más que nunca es importante y hasta crítico adoptar una cultura ágil, ya que el futuro es impredecible, como ha quedado evidenciado con la crisis global del coronavirus. Su importancia ha quedado evidenciada en la encuesta que la revista Fortune realizó en mayo del 2020 a los CEOs de grandes compañías norteamericanas donde el 75% respondieron que esta crisis aceleraría notablemente la transformación tecnológica de sus empresas como forma de reaccionar y adaptarse a las nuevas condiciones.

Sin embargo, la adopción de una cultura ágil no debe verse como una respuesta oportunista o moda ante una crisis tan atípica e inesperada como esta. Si acaso, esta crisis es un acelerador adicional de un cambio organizacional que venía imponiéndose en el mundo pre-Covid. A fin de cuentas, el mundo y la tecnología están cambiando cada vez más rápido, creando infinitas y nuevas necesidades y requisitos que nos obligan a repensarnos.

Desde luego, para lograr esta transformación ágil, las personas, su mentalidad y sus habilidades juegan un papel clave. No es de extrañar que según el informe “The Future of Jobs, Survey 2018”, del Foro Económico Mundial,  para el 2022 las 10 habilidades críticas para la fuerza laboral incluyan el pensamiento analítico e innovación, el aprendizaje activo, la creatividad, originalidad e iniciativa, el diseño tecnológico, pensamiento crítico, la resolución de problemas complejos, el liderazgo e influencia, la inteligencia emocional, el razonamiento e ideación, y el análisis de sistemas; todos los cuales son habilidades que se espera de los equipos ágiles y que las empresas empiezan a demandar a todos sus empleados.

Vemos que la fuerza laboral entrante al mercado, jóvenes que han nacido y crecido a la par que se gestaba y se desarrollaba la cultura ágil (los últimos 25-30 años), tienen una visión del mundo más abierta y se sienten cómodos en este mindset ágil.

Por ello, esta generación funciona mejor en un entorno empresarial que permita el empoderamiento de los equipos, el trabajo flexible, y que abrace los valores de un capitalismo consciente, no solo velando por las ganancias del accionista, sino también por las personas y el medio ambiente. Las empresas que queden rezagadas en la cultura ágil, encontrarán más dificultad para atraer y retener talento en el mundo actual. 

Así pues, la agilidad se ha convertido en uno de los pilares de la adaptación de las organizaciones a un contexto donde crece la incertidumbre y se extinguen poco a poco las certezas de cómo es que se deben gestionar los negocios para tener éxito. México ha comprendido con claridad la necesidad de adoptar el mindset ágil, y se encuentra en esa transformación, liderada por empresas globales capaces de adaptar experiencias de otras latitudes al contexto local.

En este sentido, según el estudio de Agilidad en las Empresas Latinoamericanas de everis en colaboración con el MIT Tech Review, en México, hasta el momento, se viven realidades disímiles: por un lado, existen organizaciones que se encuentran en una adopción incipiente, y para lograr el cambio de mindset se apoyan de consultoras expertas que favorecen el proceso de transición.

El momento que viven dichas organizaciones todavía se enfrenta a resistencias internas y a la búsqueda delas mejores estrategias para sumar a toda la organización, así como para crear sus propios frameworks adecuados al negocio.

Por el otro lado, tenemos a organizaciones multinacionales, que cuentan con la experiencia de procesos similares de transformación en otras latitudes. Estas empresas cuentan con un aprendizaje y madurez que les permite adaptarse al entorno mexicano y fomentar la adopción de la cultura ágil en sus operaciones locales.

En ambos casos, existe un consenso sobre el desafío que supone la transformación cultural y la necesidad de trabajar pacientemente en el reskilling de las personas para vivir la agilidad, más allá del conocimiento de sus técnicas.

Aunque brindar valor al cliente es un objetivo prioritario, el enfoque puede ser muy distinto en función del nivel de madurez que tenga la organización respecto al mindset ágil. De esta forma, si analizamos el proceso de adopción de la agilidad en las empresas mexicanas, suele comenzar siguiendo la línea de desarrollo histórico antes mencionado, por las áreas destinadas a desarrollar productos o servicios tecnológicos, pero cada vez hay más consenso sobre la importancia de involucrar a las áreas de negocio y de soporte como habilitadores de la transformación.

Sea como sea, el momento actual demanda determinación y aceleración, y en este sentido la agilidad es un nuevo paradigma de gestión que los CEOs y la alta dirección empresarial deben adoptar para enfrentar la compleja e inédita situación económica que vivimos.

Contacto:

Mario Chao es CEO de Everis México*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

Siguientes artículos

amlo puentes
La transparencia en el proyecto de la 4 T
Por

Las recientes expresiones del Presidente sobre la transparencia pone en la mesa los retos para que el derecho a la infor...