Por Geizel Torres La producción del tabaco en República Dominicana está directamente relacionada con su desarrollo, su historia y su cultura. Sin embargo, medidas aplicadas por países que buscan reducir el tabaquismo pueden llegar a perjudicar a una industria que representa 7% de sus exportaciones. Luis Martínez trabaja desde hace 16 años en una de las fábricas de cigarros más importantes de República Dominicana. Tiene la capacidad de contestar mis preguntas sobre cómo aprendió a enrolar el tabaco sin de dejar de hacer su trabajo. “La gente de aquí nace con eso, como que lo llevamos dentro”, dice. Toma un puñado de hojas de tabaco que previamente han sido seleccionadas, cortadas, medidas y añejadas por decenas de trabajadores de la fábrica. Él no mide, no pesa, no calcula. Envuelve con gran pericia el puño de hojas, corta con exactitud los excesos y en pocos segundos le da forma al cigarro, que es como por arte de magia exactamente igual al los otros que hizo antes. Después de pasar por la prensa, un supervisor se encarga de pesar y medir que todos sean iguales; de repente siento que es un trabajo innecesario porque todos lucen del mismo tamaño. En el siguiente nivel de la fábrica una joven tiene la tarea de agruparlos por color. Nuevamente no noto la diferencia, a simple vista todos me parecen del mismo color; ella me explica que gracias a la experiencia que tiene, puede distinguir las tonalidades del tabaco y hacer grupos con uniformidad. En otra sala, un grupo de trabajadores ponen las anillas (que llevan el nombre y la marca del cigarro, empacan en delicadas cajas, las sellan y entonces quedan listas para ir a la bodega y exportar; y todos cuentan el destino que tendrá su trabajo. Y es que hablar de la industria del cigarro en dominicana es referirse a la historia y al arte al mismo tiempo. Son generaciones de familias dedicadas al cultivo, cosecha y elaboración de cigarros. Todavía no hay máquinas que hayan reemplazado la experiencia de las manos cibaeñas. “Hacer cigarros es un arte, sabemos que somos los mejores haciéndolo y eso nos llena de orgullo. Este cigarro que usted ve aquí en mis manos, quién sabe a qué lugar del mundo va a ir a parar y la persona que lo fume se dejará un pedacito de mí, ese es mi sello personal y por eso tiene que quedar perfecto”, comenta Luis. El artesano tiene razón, gracias al trabajo de miles de personas como Luis, República Dominicana es el principal exportador del mundo de cigarros premium hechos a mano, pues tiene una participación global de 22.5%. También se estima que en el país unas 300,000 personas se emplean directa o indirectamente en la industria del tabaco y cada año esta cifra aumenta. Según el Consejo Nacional de Zonas Francas, el crecimiento de las empresas operadas bajo este régimen (unas 69 compañías de las 113) en 2015 creció cerca de 8% con respecto al año anterior, lo que generó más de 1000 nuevos empleos. Además de trabajo, el impacto del sector se siente a nivel macroeconómico. El año pasado la industria tabacalera comercializó en el exterior 780 millones de dólares (mdd); este monto representa el 7.5% del total de exportaciones del país y es la segunda más importe después del oro (14%), que ocupa el primer lugar. Estas cifras son las que han impulsado que el Estado dominicano lidere una reclamación ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) en contra de las medidas que algunos gobiernos han adoptado con el fin de reducir el consumo de tabaco en sus países; de todas ellas, la más drástica ha sido el empaquetado genérico. También puedes leer: Un negocio millonario que nació entre hojas de tabaco  Ante salud mundial “Esta es la primera vez que la República Dominicana actúa como parte reclamante ante un organismo como la Organización Mundial del Comercio donde nuestro país junto a otras naciones alegan una violación a los derechos de propiedad intelectual. Entre los principales alegatos está que la medida constituye un serio perjuicio contra los derechos marca y los compromisos estipulados en los acuerdos de comercio internacional”, dice el ministro de Industria y Comercio, José Del Castillo. Según él, el empaquetado también reduce o elimina la diferenciación o el reconocimiento de dichas marcas; se interrumpe la conexión que los consumidores realizan con la marca de fábrica o de comercio y el producto, lo que hace que al titular de la marca le resulte prácticamente imposible demostrar que existe probabilidad de confusión con el uso no autorizado de una marca idéntica o similar a la suya. Estas medidas sólo sirven para afectar la sana competencia y socavar el sistema de comercio internacional que deben respetar los miembros de la OMC, mediante la afectación innecesaria del uso de la marca. “En nuestro caso, hemos demostrado que Australia podría sustituir medidas inefectivas de empaquetado genérico por medidas de control de tabaco y que están en consonancia con los acuerdos internacionales”, señala el funcionario. Otro de los argumentos que plantea República Dominicana ante la OMC es que no existen estudios concluyentes que evidencien que el empaquetado genérico haya disminuido el consumo de tabaco en Australia, el primer país en implementar la medida en 2012 a nivel mundial. Sin embargo, el gobierno australiano defiende que aunque la prevalencia del consumo de tabaco ha estado en declive desde hace algún tiempo, se ha demostrado que esa disminución se aceleró desde la introducción del empaquetado genérico. Se estima que estas políticas están directamente relacionadas (después de tener en cuenta otros factores como el aumento de los impuestos) con la caída del 2.2% en la prevalencia del tabaquismo observado en los 36 meses después de la introducción de los envases estándar, comparado con el mismo periodo anterior. A simple vista, pareciera que la reducción es muy poca, sin embargo, la cifra equivale a 118,000 australianos que han dejado el hábito de fumar. En Australia cada año mueren alrededor de 15,000 personas por enfermedades relacionadas al tabaco y esto le representa costos al estado por más de 31,000 mdd. Esos resultados han logrado convencer a otros países de aprobar leyes que exigen empaque estandarizado para los productos del Tabaco, y aquí es donde el problema cobra gran relevancia para la industria tabacaleta en República Dominicana. Katrina Naut, directora general de Comercio Exterior y Administración de Tratados Comerciales (Dicoex) pone como ejemplo el peligro que a su juicio representa el empaquetado genérico para las exportaciones del tabaco dominicano hacia su principal mercado, los Estados Unidos, donde las ventas significan para los productores nacionales entre 500 a 600 mdd al año.

 

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