Mientras la estrafalaria campaña presidencial de Kanye West lleva un derrotero que va del show en Twitter a una labor de división electoral, aquellos que lo rodean se preocupan cada vez más por los problemas mentales del artista, que esta semana presentó un sitio web y su plataforma electoral y aceleró el paso para figurar en las boletas en estados donde se peleará más por los votos. En específico, la duda es si acaso no se trata de que un consigliere lo está explotando. De acuerdo con múltiples fuentes, el consejero senior de la Casa Blanca Jared Kushner y West han tenido conversaciones frecuentes desde que el artista tuiteó el 4 de julio que iba a competir por la presidencia de EU.

Al tiempo en que operadores del Partido Republicano intentan poner su nombre en las boletas en todo el país, el New York Times reportó este miércoles que Kushner y su esposa, Ivanka Trump, se reunieron con West en Telluride, Colorado. La relación es más profunda. West la ha dicho a sus asociados que él y Kushner charlan “casi a diario”. Forbes habló con cuatro personas que tienen contacto directo tanto con West como con Kushner, incluyendo dos que saben directamente de sus conversaciones.

Algo que preocupa aquellos cercanos al magnate de los tenis Yeezy, quien ha declarado que es bipolar, es su aparente negación sobre sus chances de ganar. Cuando le señalé a West en una entrevista previa que no podría figurar en las suficientes boletas como para ganar, y que por lo tanto su campaña sería para dividir el boro y lastimar al inminente candidato demócrata Joe Biden, West respondió: “No voy a discutir contigo”. Sin embargo, unas horas después de que se publicó la entrevista, West cambió de opinión y dijo: “LA META ES GANAR” en un tuit que ha obtenido más de 260,000 ‘me gusta’.

Ese es el mensaje con el que al parecer Kushner lo ha alimentado: “Jared está aterrado y no quiere que me postule porque sabe que puedo ganar”, es algo que West le dice a muchos de sus asociados sobre sus charlas con el yerno del presidente, quien también funge como el jefe de facto de la campaña por la reelección de Trump. Ese mensaje, reconocen fuentes cercanas a West, es precisamente el que le da las agallas para continuar en la pelea. “Si lo conoces por más de 20 minutos sabrás que eso funciona”, dice un confidente de West. Otro añade: “Es como un niño. Mientras más le dices que no puede hacer algo, más lo hará… tiene un enorme impulso para demostrar a la gente que está equivocada”.

Kushner parece tener una desmedida influencia sobre West. Esa relación sirvió para que West y su esposa, Kim Kardashian West, visitaran la Casa Blanca para un famoso encuentro en la Oficina Oval, además de que ambos colaboraron en generar ideas para una reforma de condenas.

Cuando entrevisté a West en julio 7, tres días después de que reveló su postulación, se pasó la primera hora murmurando si en realidad tendría que continuar con eso. La primera persona que consultó, me dijo, fue Kushner. Para entonces, West ya había retirado su apoyo a Trump. “Para esta entrevista ya me quité la gorra roja”, dijo. Sin embargo, es curioso ver que evita criticar al presidente, más allá de esa ocasión en que Trump se escondió en su búnker durante las protestas en el Parque Lafayette. “Justo hablaba con Jared”, me dijo, “pareciera que los ataco. Trump no me ataca, y yo no lo ataco, ni siquiera en esto. Creo que es algo lindo tener una (competencia) civil en la que los amigos de uno van a jugar basketball, juegan con otros que luego se van al hospital, ¿no?” Biden, al parecer, no fue invitado al juego: West no necesitaba una instrucción para lanzarse contra el ex vicepresidente a quien etiquetó como “nada especial”.

Durante esa entrevista, West reveló los detalles de una conversación previa con Kushner. “Una vez que hablé con Jared Kushner, quien decía que ’no tenemos líderes negros, sólo estafadores’. ¿Por qué? Porque alguien ha asesinado a todos los líderes negros”. Cuando lo contactamos después ese mismo día, para verificar el artículo antes de su publicación, West nos pidió, sin éxito, que retiráramos la anécdota. “Quien mucho a Jared”, dijo West. “Sólo estaba… es mi cuate, ¿sabes? Es mi súper cuate. Así que prefiero que no saliera su nombre”.

West no nos dio comentarios para esta publicación y tampoco lo hizo el equipo de prensa de Kushner en la Casa Blanca. “No tenemos idea de lo que Kanye West hace o quién lo has por él”, dijo este mes Tim Murtaugh, el vocero de la campaña de Trump. El mismo presidente ha replicado ese mensaje ante los reporteros en la Casa Blanca: “Me gusta mucho Kanye West (…) No tengo nada que ver con él en las boletas. No estoy metido en eso”.

Personas cercanas a West sienten que lo que Kushner hace borda la explotación del rapero, un punto que preocupa luego de que Kardashian West pidiera públicamente por compasión y empatía (ante los supuestos problemas mentales de su marido Kanye West). Otros hablan de una intención menos maligna, aunque esta narrativa requiere cierto nivel de ingenuidad que equivale a estar en el salón en la Torre Trump cuando los rusos prometieron echarle tierra a Hillary Clinton. 

“Jared, ¿por qué te juntas con él?”, se pregunta una fuente. “Mejor dile: ‘Oye, ya ví que estás compitiendo por la presidencia… hablemos cuando pase la elección’”.

 

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