Las Fuerzas Armadas representan la institucionalidad del Estado Mexicano y, con ello, permiten que se puedan realizar las actividades esenciales para cualquier sociedad, generando, así, desarrollo económico. De acuerdo con Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía en el año 2001, la defensa y la seguridad nacionales son un ejemplo por excelencia para definir un bien público, específicamente, un bien público puro, lo que significa que es un tipo de bien del cual se benefician todos los habitantes de un país (no es excluyente), independientemente de que hayan pagado o no por recibirlo. Además, resulta un bien que no sufre mermas en su capacidad o calidad, ya sea que lo usen pocos o muchos ciudadanos. La defensa nacional es un bien público exclusivo que provee el Estado Mexicano a través de estas instituciones: Ejército, Fuerza Aérea y Marina. De acuerdo con varias encuestas de opinión pública, éstas siempre se encuentran en los primeros lugares de confianza entre los mexicanos. Dichas agrupaciones no solamente garantizan la defensa nacional, sino que también contribuyen con el desarrollo económico de nuestro país. Resulta innegable la preparación y el desempeño de las Fuerzas Armadas, lo cual se refleja en los principales índices globales de poderío militar. De acuerdo con el Índice de la Global Firepower 2017, las Fuerzas Armadas de nuestro país ocupan el cuarto sitio en todo el Continente Americano, tan sólo debajo de Estados Unidos, Canadá y Brasil, y se sitúa en la posición 34 de 132 naciones evaluadas. Pese a todo tipo de adversidades, las Fuerzas Armadas han demostrado estar a la altura de México. Una de las actividades que desempeñan las Fuerzas Armadas, y que resulta emblemática por su apoyo económico y social, se refiere a los programas y planes de acción para apoyar a la población ante desastres naturales. A través de programas como el Plan DN-III-E o el Plan Marina, las Fuerzas Armadas contribuyen a reducir la ventana de tiempo en la que se ve afectada la vida cotidiana de las comunidades, lo que implica una reactivación de las actividades económicas a nivel local con mayor rapidez. De acuerdo con cifras de la Secretaría de Gobernación, el impacto acumulado real de los desastres naturales en México entre 2000 y 2017, ascendió a 528,396.2 millones de pesos. Esta cifra representa el 10% del total del presupuesto aprobado para el año 2018. No obstante, esta cifra pudo haber sido mucho mayor de no contar con el Plan DN-III-E y el Plan Marina. Adicionalmente, la inversión destinada a sus actividades fundamentales resulta también ser un detonante de las demás actividades económicas del país. En 2018, las Fuerzas Armadas ejercerán el 7% de su presupuesto en actividades de sanidad; el 2%, en su sistema educativo; el 3%, en su sistema para mantener la infraestructura; y el 2%, en actividades de investigación y desarrollo. Todas estas actividades e inversiones contribuyen, directa e indirectamente, a explotar la actividad económica de México. Desafortunadamente, en nuestro país, entre los años 2000 y 2016, el gasto promedio destinado a las Fuerzas Armadas fue de tan sólo el 0.53% del Producto Interno Bruto (PIB), de acuerdo con cifras del Banco Mundial. Por tanto, México se encuentra por debajo del promedio de varias naciones latinoamericanas, como Chile (2.34%), Brasil (1.55%), Colombia (3.35%) y Argentina (0.90%). En el contexto actual, así como por las muchas tareas que realizan, es necesario que México asigne a sus Fuerzas Armadas al menos el 1% de su PIB. El bien público de la defensa nacional puede concebirse como una póliza de seguro que protege al país contra los riesgos externos de un mundo políticamente inestable, pero que también contribuye significativamente al desarrollo económico de México. Las Fuerzas Armadas son del pueblo y para el pueblo, y son un sólido pilar de estabilidad y de certidumbre para nuestro país.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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