Sin quedar fuera de las previsiones que hemos ido realizando a lo largo del año, la economía mexicana no ha pasado un buen año durante el 2019. De acuerdo con los datos definitivos, México cierra el año con una contracción del 0,1%. Una contracción que deja a la economía mexicana dentro de los parámetros considerados en las estimaciones, donde preveíamos la posibilidad de que el crecimiento repuntase, en el mejor de los casos, hasta el 0,2%, o, por otro lado y siendo este finalmente el escenario vigente, una posible contracción limitada en el -0,2%. 

Atendiendo a los datos registrados, la balanza se ha decantado más por el lado de la contracción, situando a la economía mexicana en su peor nivel de crecimiento desde el año 2009, un año después de la mayor crisis mundial de la última década. Una economía que dificulta la tarea del Presidente, que ya ha sufrido una prematura contracción en la economía, dificultando su gestión y entorpeciendo la opinión pública en el país. Lejos de ser su culpa, el presidente AMLO arranca el 2020 con apuestas que podrían remontar los crecimientos.

Y es que, precisamente hace unos días, el mandatario norteamericano Donald Trump firmaba su nuevo tratado comercial con el país azteca y su vecino del norte. Un acuerdo comercial que sustituye al antiguo TLCAN y que renueva la ruta comercial mediante la que las tres economías intercambiaban bienes y servicios. Además, especialmente para México, dado el acuerdo y la producción compartida que este conlleva, el país podría verse muy beneficiado de este suceso. Una ruta que, desde el Brexit, ha permitido a México convertirse en el primer socio comercial de los Estados Unidos.

Las perspectivas del Fondo Monetario Internacional (FMI), aunque recortan las previsiones, sí confían en que el país vuelva a reanudar su crecimiento durante los dos próximos años. Para el 2020 y 2021, las previsiones que arroja dicho organismo situarían a la economía mexicana en un crecimiento cercano al 1,6% al cierre de 2021. No obstante, estos datos estarían sujetos a una favorable evolución de aquellas variables que, en este caso, han lastrado el crecimiento del país. Variables que van desde el gasto público hasta la inversión. Debemos tener en cuenta que el organismo sitúa el cierre de 2020 en el 1%. 

Estas variables que indicamos, entre las que destacaría la inversión y el gasto público, no se han comportado de la forma que se esperaba. La inversión en el país provocó, entre otras cosas, un mayor deterioro de lo esperado para el cuarto trimestre, lastrando los crecimientos y llevando a la baja los crecimientos. Similar a lo que ha ocurrido, por ejemplo, con el gasto público, el cual no ha sido todo el que se preveía. Las caídas en el gasto público han incidido, también de forma negativa, en la economía, provocando lo que ahora percibimos en los registros económicos.

Como vemos, una situación bastante compleja para el mandatario mexicano, que arranca su primer año de legislatura con una contracción. Tal es la situación que decir un crecimiento bastante malo sería errar en el término, pues la economía mexicana no ha crecido nada, como podemos observar. Una caída que marca el arranque de la legislatura y el mandato del Presidente AMLO. Una situación que, no obstante, esperamos que se revierta durante el próximo año.

Hablábamos del T-MEC, hablábamos de comercio. Esta firma significa mucho para el país. El próximo año podría ser fundamental para la economía mexicana, pues las previsiones no solo arrojan crecimientos, sino que las tensiones que está viviendo la economía global ya comienzan a disiparse, los focos de incertidumbre se diluyen gradualmente y la economía comienza a mostrar una normalidad que, hasta ahora, no presentaba. Una normalidad que, pese a los escasos crecimientos, arroja el informe WEO del FMI, publicado en Davos durante la reunión anual del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés).

Sea como sea, México, pese a las dificultades, debe afrontar este próximo año con mayor optimismo. Por la parte del Gobierno, se espera que el país apueste firmemente por la atracción de inversión al país, así como la propia inversión pública. México, ante la nueva coyuntura, representa una oportunidad para la inversión, dada la relación vigente con los Estados Unidos. Además, su fuerte apuesta por el comercio global podría movilizar aún más las exportaciones mexicanas, dinamizando su volumen y dotando al país de unos mayores registros en materia de actividad exportadora.

Por otro lado, y muy importante también, el equipo de Gobierno debe atender a la realidad económica del país. México no puede volver a caer en el mismo error en el que cayó este año. Desde el mandatario hasta su ejecutiva, deben atender a un diagnóstico real y preciso de la situación, provocando un mayor rigor en las cuentas públicas. No puede ser que el país, a mitad de año, pronosticase e hiciese públicos unos crecimientos que ni los propios organismos multilaterales se podían creer. Hablamos de un 2% previsto en los crecimientos para el PIB, mientras que la realidad mostraba otros datos.

 

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