El galardonado con la Medalla Belisario Domínguez 2015 escribió para la edición del primer aniversario de Forbes México en 2013 y compartió su visión de los negocios y cómo enfrentar los momentos turbulentos.   Alberto Baillères González, presidente del Consejo de Administración de Grupo Bal, recibirá hoy la Medalla Belisario Domínguez, otorgada por el Senado de la República. Baillères González es el tercer hombre más rico de México, con una fortuna estimada en 10,400 millones de dólares (mdd), de acuerdo con la lista Forbes México, publicada en marzo de 2015. El también presidente del consejo de Industrias Peñoles, GNP, Palacio de Hierro y del del patronato del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), escribió en la edición del primer aniversario de Forbes México, en noviembre de 2013, y compartió su visión de los negocios, cómo enfrentar los momentos turbulentos y su definición de la empresa como “un buen ciudadano corporativo”. A continuación, el artículo de Alberto Baillères, publicado en la edición de noviembre de 2013 de Forbes México:   Tanto en los momentos apacibles como en los turbulentos, siempre resulta provechoso apegarse a lo primordial. No tengo recetas específicas para explicarles cómo afrontar un entorno adverso, pero sí conozco los principios básicos que deben aplicarse siempre. La vida de la empresa y de los empresarios es apasionante, pero no es plácida ni mucho menos. Está llena de dificultades, retos y amenazas. No hay tiempos serenos, sólo cambios en la intensidad de los apuros: así que debemos asumirlos con serenidad y atención. A lo largo de mi vida, he visto casi todo: auges y depresiones, crisis políticas y económicas, y conflictos. Creo que, ante estos embates, debemos mantener siempre una visión de país de largo alcance. Si uno confía en su país –como yo lo hago, porque pienso que México es una nación llamada a la grandeza–, no debe perderse el rumbo ni flaquear ante el pulso que nos marca nuestra prospección del país. Todos los percances, las dificultades y los sinsabores nos hacen ser mejores y nos impulsan a tomar decisiones trascendentes, agudizan nuestro ingenio y nos tiemplan el pulso. La prudencia es una virtud indispensable para alcanzar un éxito perdurable. Por ejemplo, el endeudamiento nunca debe poner en riesgo la salud financiera de la empresa y debe situarse previendo la inmanencia de los ciclos económicos. En los momentos de auge, hay que tener la serenidad para evitar embelesarse con la efervescencia de la prosperidad; y en los declives, debemos tener la paciencia para perseverar en el empeño de superar los mayores obstáculos. Toda inversión conlleva riesgos y sin ella no hay prosperidad venidera. Una cuidadosa y objetiva evaluación de proyectos de inversión es un recurso indispensable para acrecentar de manera perdurable el patrimonio de las sociedades. El empeño por la eficiencia y el control de costos debe mantenerse y propiciarse tanto en la abundancia como en la escasez. El dispendio y el descuido debilitan mucho a las organizaciones, pues no sólo reducen el patrimonio de los accionistas, sino que merman la fuerza y los recursos para invertir, y debilitan la moral de los colaboradores. Igualmente, debemos evitar que la rutina y la complacencia, que en muchas ocasiones se engendran a partir del éxito, nos aparten de la innovación. Siempre hay manera de mejorar los productos y los servicios que ofrecemos; siempre se pueden perfeccionar los procesos. El progreso de la empresa exige que no se claudique en el empeño de innovar en todas y en cada una de las actividades. No menos importante que lo anterior es reconocer que la fuerza vital de ejecución e innovación de las empresas son sus colaboradores. La constante atención de todos los aspectos relacionados con ellos, deben ser una prioridad. Asimismo, no puede soslayarse el cuidado de la cultura de la organización. La honestidad, el apego a las reglas, el respeto a los demás, la lealtad y la responsabilidad, son guías indispensables para lograr la eficacia y la sustentabilidad social y económica de la empresa. Por otro lado, el modelo de liderazgo de la organización es esencial para la empresa, y debe de ser de atracción y no de imposición. La empresa tiene que ser un buen ciudadano corporativo, empezando por casa. Finalmente, el buen desempeño de las empresas exige la pasión y el goce de la actividad empresarial. El desánimo apaga la pasión, pistón de la acción y de la innovación. En tiempos de un entorno difícil, yo recomiendo ánimo y pasión para superarlo.  

 

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