McDonald’s es una cadena de restaurantes mundialmente conocida, originaria de Estados Unidos y que funciona desde hace 63 años. La compañía se ha mantenido a la vanguardia de la comida rápida por las diversas innovaciones en los alimentos y la infraestructura que ofrecen a sus comensales. Uno de sus legendarios y famosos menús, La Cajita Feliz diseñada para satisfacer el apetito de los niños, surgió en Guatemala. Pero la creadora de la Cajita es una chilena que vive en ese país desde hace 65 años. La idea surgió allí mismo en el restaurante un día en el que Yolanda Fernández de Cofiño despachaba la comida a los clientes. La opción de menú infantil se presentó internacionalmente 10 años después de que Yolanda la implementó en uno de los McDonald’s de Guatemala. En el doceavo nivel del centro gerencial Las Margaritas situado en un sector de la ciudad, Yolanda se abre paso con Nina, una pequeña y refinada pomerania que ingresa a las oficinas de McDonald’s Mesoamérica. Nina es la que marca el paso a su dueña. El despacho que Yolanda ocupó por varios años está rodeado de enormes vitrinas llenas con las colecciones de juguetes incluidos en la Cajita Feliz desde su lanzamiento oficial, en 1979, y hasta la fecha. Dos estatuillas de plata de Ronald McDonald acompañan las estanterías. Estos son los máximos galardones que la compañía entrega a sus operadores en el mundo por sus logros. Yolanda obtuvo uno por su invención de la Cajita Feliz y otro por implementar las celebraciones infantiles. La historia de sus éxitos empresariales con McDonald’s y y la infaltable pregunta de ‘¿cómo surgió la Cajita?’, lo cuenta al principio sin precisar fechas, ni datos concretos, como si fuera una anécdota que lleva años repitiendo. Nina se acomoda debajo de la mesa redonda de vidrio en donde Yolanda concedió la entrevista. Puedes leer:  Optimismo, emprendimiento y la época digital “ ‘¡Ay!’ —le dije— ¡Qué voy a presentar esto! Si a esas convenciones llegan internacionales, los grandes creativos de Alemania, Australia, Canadá, Francia ¡y yo con una cosita tan insignificante!’”, así respondió cuando la invitaron a la Convención Mundial de dueños operadores en el año 1977. Yolanda o doña Yoli, como cariñosamente le dicen, nació en Chile en 1934. Su padre entonces embajador fue enviado a Guatemala cuando ella tenía 19 años de edad. Tiempo después se casó con José María Cofiño Valladares, un empresario que compró en 1974 una franquicia de McDonald’s. La firma empezó con un restaurante ubicado en un sector del centro de la ciudad, pero los primeros dos años no fueron muy exitosos. Ella dedicaba su tiempo a cuidar a sus tres hijos, pero decidió apoyar el negocio y administrarlo. Allí se dio cuenta que los niños no se terminaban las hamburguesas porque los menús les resultaban muy abundantes.  Así que, lo redujo, le introdujo un juguete, un postre y lo nombró Menú de Ronald: “Comenzamos poniendo una hamburguesa pequeña, unas papas pequeñas y una soda pequeña con el vasito de Ronald y un heladito. Se me ocurrió comprar una sorpresa, un juguetito para que fuera atractivo para el niño”, cuenta. Esa primera versión también incluía una paleta del rostro de Ronald. El menú de Ronald fue un éxito. Sin embargo, doña Yoli no había pedido autorización a los ejecutivos de McDonald’s para implementar el nuevo esquema. Los directivos visitaron el país a los 2 o 3 años después de que este se vendía en Guatemala. Al verlo le sugirieron presentarlo en la convención: “Yo pensé que sería algo de Centroamérica y nada más. No pensé que iba a ser para todo el mundo”, dice. Cuando su propuesta fue aprobada, el nombre de Menú de Ronald cambió a Happy Meal pero al traducirlo al español no sonaba bien. “No, no me consultaron. Ellos decidieron ponerle Cajita Feliz”, comenta. Y fue el publicista estadounidense Bob Bernstein quien diseñó la Cajita. El juguete sorpresa Actualmente, los niños aún piden la Cajita Feliz para encontrar el juguete que viene con la comida. Hay adultos que coleccionan personajes animados que también la compran. Abrir la Cajita y sorprenderse al encontrar algún muñeco de la película de moda es parte de la magia que la identifica. Pero al principio, en los años 70, cuando Yolanda compraba las figuritas plásticas “unisex”, estas eran sencillos. Los adquiría en la zona central de Guatemala conocido como “donde los chinos” o “donde los árabes” porque hay al menos unos cuatrocientos metros de calles inundadas por negocios con productos de imitación y los dueños de los almacenes provienen del Líbano, Arabia, China o Japón. De ahí llegaban hasta el Menú de Ronald que cada comensal consumía. Pero cuando la Cajita salió al mercado internacional, elegir los juguetes resultaba todo un ritual. “Se mandaron a hacer en China. Yo participé en un comité que se organizó para la Cajita en Europa, Asia y Latinoamérica. Fui fundadora del comité y presidía uno, el de Latinoamérica. Veíamos qué juguetes convenían y cuáles no”, dice. En esos primeros pasos se definió el tamaño de los juguetes que en Europa eran pequeños, pero ella recomendó que en esta región fueran más grandes para mantener su atractivo. Con el tiempo, Disney hizo un contrato por 10 años con McDonald’s para incluir en la Cajita los personajes de las nuevas películas. “Veíamos las películas antes de que salieran para escoger los muñecos. Teníamos reuniones largas en las que todos opinaban”, recuerda. A pesar de ser la creadora, no era quien tenía la última palabra para decidir sobre los artículos de colección. Entre la infinidad de personajes que han aparecido en la Cajita están los universos de: Snoopy, Hello Kitty, los Muppets, Mickey Mouse, las mascotas de McDonald’s, Winnie the Pooh, Toy Story y muchos más. Doña Yoli dice no tener uno favorito; para ella todos son bonitos y atractivos: “Aquí viene gente y empiezan a decir ‘este lo tenía yo cuando era chico’, ‘este me gustaba a mi’”, cuenta. Un día especial Cuando McDonald’s Guatemala cumplió 25 años, en 1999, Yolanda quería realizar algo especial y diferente para el aniversario. Entonces se le ocurrió reproducir la idea del McDía Feliz que había visto en Canadá. La celebración consiste en que, un día al año, los restaurantes donan todo el dinero obtenido por las ventas de Big Mac para obras de caridad. Los fondos se destinan a las Casas Ronald McDonald que atienden niños enfermos y de escasos recursos, para operaciones de corazón abierto y para apoyar a otras organizaciones de beneficencia. El McDía Feliz se realiza desde entonces en Guatemala en el mes de octubre porque es el mes que también se celebra el Día del Niño. El evento parece una fiesta casi patronal porque varios medios de comunicación de radio, televisión y digitales transmiten por varias horas desde distintos restaurantes e invitan al público a comprar. Ese día los restaurantes están desbordados de clientes y las entregas a domicilio se trasladan hasta en cajas porque la demanda de Big Mac es mucha. Entre los vendedores de esa jornada destaca el presidente de la república, artistas locales, deportistas y otras figuras destacadas. “El McDía feliz de Guatemala es el más exitoso del mundo y por eso han venido de corporaciones a ver porque es tan relevante. Es como una tradición para los guatemaltecos”, comenta. La planificación del McDía tarda casi un año, pero es uno de los mayores legados que doña Yoli siente que deja en su paso por la empresa, porque el dinero es utilizado para obras sociales. El segundo Ronald Durante su administración, Yolanda también aportó otra innovación a McDonald’s, las celebraciones infantiles. Su experiencia como madre le sirvió para la creatividad empresarial: “Fui a la Universidad de la Hamburguesa (en Illinois, EU) y allí decía que, para celebrar los cumpleaños en McDonald’s el máximo creo eran seis o siete niños. Entonces levanté la mano y dije ‘no puedo con siete si ya tengo cinco’ y por eso dije ‘esto lo adapto’ e hicimos un lugar especial en los restaurantes [para agruparlos]”, explica. Por eso, algunos de los McDonald’s cuentan con un área especial para los eventos infantiles y ofrecen los productos y servicios (entretenimientos) para festejar a los cumpleañeros. Al principio le costó introducir una piñata en las celebraciones porque los directivos no querían niños lastimados, pero ella insistió y empezó ofreciendo piñatas de Santa Claus. Pero con el tiempo los productos se personalizaron según el gusto de los clientes. La familia Cofiño Fernández tiene en Guatemala 95 restaurantes y es propietaria, desde 2006, de las franquicias en El Salvador, Honduras y Nicaragua, administrando McDonald’s Mesoamérica. Doña Yoli dice que cumplió todas sus metas, que a pesar de no pedir permiso sus ideas fueron aceptadas e implementadas. ¿Qué cree que le faltó por hacer? “Lo que yo quería hacer era la fundación Ronald McDonald para Guatemala y las casas y ya tenemos tres y vamos a construir la cuarta. Eso para mi era el sueño y se cumplió”, dice. Después de cuatro décadas al frente de la empresa, este año, dejó de ir diariamente a la oficina, solo asiste para citas especiales. Sus hijos administran la compañía. Ella padece de la vista debido a un problema de degeneración en la mácula, situación que la obligó al retiro. Nina apenas ladró, escuchando la historia con atención. Al finalizar la entrevista observó la sesión fotográfica de doña Yoli, la empresaria centroamericana cuya huella es imborrable dentro de una de las compañías más famosas del mundo.

 

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