A un año de que la OMS declaró al COVID-19 como pandemia, la visión sobre el panorama económico por fin es más promisoria. Sin embargo, debido a la naturaleza de esta recuperación, han comenzado a surgir algunos temores sobre posibles presiones inflacionarias a nivel internacional.

Ante este escenario, los bancos centrales comienzan a enfrentar un dilema. Por un lado, mantener condiciones monetarias laxas que ayuden a una recuperación sostenida e incluyente. Por el otro lado, ajustar sus políticas ante la posibilidad de una mayor inflación, así como evitar burbujas en precios de activos que puedan desatar una nueva crisis. 

Este será probablemente uno de los temas más importantes a discutir en los mercados financieros a lo largo del 2021, en un contexto en el cual los inversionistas continúan apostando por el llamado “reflation trade”.

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Recuperación vigorosa con posibles riesgos inflacionarios

El inicio del año ha traído consigo vientos más alentadores respecto a la economía global. Esto está sustentado por el programa de vacunación que se lleva a cabo en todo el mundo; la extensión de estímulos fiscales –como el aprobado en Estados Unidos por US$ 1.9 billones o el 8.4% de su PIB–; y la posibilidad de un incremento en el consumo hacia  la segunda mitad del año.

Un ejemplo de ello fue la revisión al alza de los pronósticos de crecimiento que dio a conocer la OCDE a inicios de este mes, aumentando su estimado para el PIB mundial de 2021 de 4.2% a 5.6% . Destacaron también fuertes ajustes al alza para economías como Estados Unidos (de 3.2% a 6.5%), India (de 7.9% a 12.6%) y Turquía (de 2.9% a 5.9%).

Sin embargo, no todo ha sido positivo dentro de estos ajustes en expectativas. En meses recientes se han incrementado los temores en torno a posibles presiones inflacionarias en el mundo, producto de la recuperación esperada (previamente descrita), un fuerte aumento en los precios de las materias primas e inclusive algunos ajustes por el lado de la oferta.

Esto podría cambiar la estrategia de los bancos centrales 

A lo largo de 2020 se observó un esfuerzo coordinado y sin precedentes de la política monetaria global. Se llevaron a cabo programas de estímulo a través de recortes de tasas de interés, acompañados de programas de compra de activos. Sin embargo, en estos momentos el panorama se ha tornado mucho más complejo por las condiciones antes descritas.

El Banco de la Reserva Federal ha enviado una señal de prudencia en la conducción de su estrategia en su último comunicado de política monetaria del 17 de marzo. A pesar de reconocer los avances en la recuperación, también advierte sobre la necesidad de cerrar la brecha laboral que prevalece después del mayor choque de la pandemia. En cuanto a la inflación, acepta que pudieran experimentarse mayores presiones hacia delante, pero sin requerir de un ajuste a su postura actual. Una situación similar se ha observado con otros bancos centrales de economías avanzadas como la Unión Europea, Japón e Inglaterra.

En las economías emergentes el margen de maniobra se ha tornado todavía más limitado para la política monetaria por el debilitamiento en algunas de sus divisas y un panorama de mayor inflación que sí se ha materializado, a diferencia de los países desarrollados. Por ello se han observado varios bancos centrales que han concluido sus ciclos de estímulo monetario, e inclusive han comenzado a subir tasas de interés, como el caso de Brasil, Turquía, Ucrania, Georgia y Armenia. Esto sugiere que el Banco de México también está por concluir su ciclo de recorte de tasas. 

Los mercados recuerdan el fuerte ajuste del 2013 ocasionado por el Taper tantrum 

Como consecuencia de este panorama, los mercados financieros han registrado una mayor volatilidad desde mediados de febrero, especialemente con el fuerte aumento en las tasas de interés de largo plazo. En la mente de los inversionistas continúa presente el inicio de la normalización de condiciones monetarias del Fed en el 2013, conocido como “Taper tantrum”, resultando en importantes ajustes en la gran mayoría de los activos financieros. 

A pesar de que la naturaleza de la crisis del Coronavirus en 2020 y el proceso de recuperación en 2021 son distintos a la coyuntura de la crisis global previa (2008-2009), existen todavía cicatrices en los mercados de aquellos importantes brotes de volatilidad y aversión al riesgo que podrían repetirse en los próximos trimestres.

Por eso se vuelve tan relevante la estrategia de señalización del Fed y el resto de los bancos centrales para ayudar a una recuperación sostenida e incluyente, y que además logre tranquilizar a los mercados financieros.

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Contacto:

Alejandro Padilla es Director Ejecutivo de Análisis Económico y Estrategia Financiera de Mercados de Grupo Financiero Banorte. *

Twitter: @alexpadillasan

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