Pedro Sánchez* ¿Lidera hoy la socialdemocracia en Europa? Es verdad que tenemos algunos gobiernos, que esos gobiernos están haciendo cosas positivas por las mayorías, sobre todo en respuesta a la crisis económica, política e institucional que atraviesa Europa. Pero si echamos un vistazo a lo que puede ocurrir en Europa en los próximos comicios en distintos lugares del viejo continente, la verdad es que la situación es muy compleja, por no decir muy preocupante para la socialdemocracia. En pocos días habrá un referéndum en Italia de reforma constitucional que implicará también una reforma de la ley electoral, donde el primer ministro Matteo Renzi, socialdemócrata, líder de izquierda progresista, ha dicho que si no gana ese referéndum dimitirá. Habrá también una repetición de las elecciones en Austria como consecuencia de un error en el recuento de los votos, y esa franja que hubo de distancia entre un candidato progresista y el candidato identificado con la extrema derecha puede romperse en favor del segundo. Durante el próximo año habrá en Europa distintas elecciones tanto en Alemania como en Francia, que serán un reto para la socialdemocracia. Si uno echa una mirada al viejo continente se dará cuenta que organizaciones políticas como la socialdemocracia de Alemania pudo tener en los años 80 en torno al 40% del apoyo electoral. Hoy desgraciadamente está en porcentajes del 20%, y una de las reflexiones que hay que hacer es si esa gran coalición, haber participado como socio minoritario de una coalición con un partido conservador como el de Angela Merkel, ha sido positivo no sólo para las expectativas electorales de la socialdemocracia alemana, sino para  el conjunto de la población alemana. Si uno mira hacia Francia, acabamos de conocer cuál será el candidato de la derecha elegido por un proceso de primarias, donde han participado cuatro millones de franceses. Del lado del socialismo francés el presidente Francois Hollande imagino que se presentará a este proceso de primarias y no va a ser el único candidato que acuda a este proceso porque existe contestación al interior de su propio partido socialista a lo que ha sido su gestión. No entro a valorar lo que esté haciendo el socialismo francés, simplemente constato un hecho, un dato objetivo, y es que en el socialismo francés hay una división que se va a plasmar en las elecciones primarias y que probablemente no dé para que pueda ganar las elecciones. El laborismo británico ha sufrido el Brexit, ha sufrido del empuje del independentismo en Escocia, que siempre ha sido un núcleo tradicional de votos muy vinculado al laborismo británico, y que hoy aplaude manifestaciones separatistas. En Europa del este la socialdemocracia no tiene tampoco mucho empuje. En Grecia el Pasok (Partido Socialista) pasó de ser una organización socialista de gobierno a una organización con un apoyo electoral muy por debajo de lo que registró en el pasado, en torno a un 10% o incluso menos. La socialdemocracia nórdica tiene un exponente positivo y es el primer ministro noruego Per Albin Hansson, pero es verdad que en el resto de países escandinavos las tensiones extremistas están aumentando; desgraciadamente no parece que para la socialdemocracia europea vaya a tener buena pinta lo que pueda ocurrir en los países escandinavos. Finalmente en la península ibérica ocurren dos cosas que a mi juicio son muy sintomáticas de por dónde debe ir el socialismo en el continente europeo durante los próximos años. En Portugal, Antonio Costa fue elegido primer ministro con el apoyo de fuerzas de izquierdas, que es una suerte de reflejo de partido hermano, de algo parecido a lo que es Podemos en España. El Partido Comunista en Portugal siempre sido un partido antagónico del Partido Socialista. En cambio, a muy pocos kilómetros de distancia, en Madrid, el Partido Socialista Obrero Español optó por abstenerse para facilitar un gobierno de la derecha, y eso llevo a mi dimisión como secretario general y a mi renuncia como diputado hace escasas semanas. Por tanto, es cuando menos paradójico, en Europa al menos, que si uno pregunta en todas las encuestas cuál es la principal preocupación de los ciudadanos, siempre van a responder que es la desigualdad. Y aquel partido político, aquella familia política que nació precisamente para luchar contra la desigualdad y tener como estrella polar a la igualdad, resulta que va retrocediendo electoralmente en los últimos años en su apoyo social. Lo que me parece importante es que, al menos en Europa, el deterioro de la socialdemocracia lo que está haciendo es que finalmente sólo haya una opción de gobierno que es la conservadora, y por tanto yerran aquellas formaciones políticas de izquierda alternativa que consideran que el deterioro y el desequilibrio de la socialdemocracia en Europa debe ser sobrepasada por una izquierda alternativa. Eso en Europa, al menos en el mediano plazo, no debe pasar porque es importante no caer en ese cainismo habitual de izquierda, de señalar a tu socio potencial, reprocharle, mientras la derecha sigue gobernando. La izquierda radical tiene que asumir algunas responsabilidades sobre lo que ha ocurrido estos últimos años en Europa, porque es cierto que hubo un experimento de esta izquierda radical en Grecia, desgraciadamente para ellos, para sus intereses, fracasó. Ahora Alexis Tsipras, primer ministro griego, es un funcionario que lo que hace es administrar un acuerdo de entendimiento con la Comisión Europea, con Alemania, con el conjunto de las instituciones europeas, pero no está transformando como esperaba la sociedad griega el sistema económico, vencer las desigualdades, como se propuso Tsipras antes de llegar al poder. Por tanto, el declive de la socialdemocracia en Europa no implica que aparezca una izquierda alternativa que la suplante con nociones reales de gobernar, sino lo que está haciendo es provocar la fragmentación de la izquierda y, en consecuencia, el mantenimiento de la derecha como opción mayoritaria de gobierno. Por otro lado, lo que sí puede ocurrir, y después de la victoria de Trump esto parece más plausible, es que dé tiempo de ser una opción de gobierno en Francia y en consecuencia lo que parecía impensable, es decir que el proyecto europeo se desmoronará, pueda ocurrir. No sólo en Francia, sino en muchos otros países europeos están surgiendo opciones ultranacionalistas, y lo que están defendiendo es precisamente acabar con el proyecto europeo y renacionalizar muchas de las políticas que se pusieron en manos de las instituciones europeas. Para luchar y combatir contra estos fenómenos populistas, llamase Trump en Estados Unidos o llamase Berlusconi en Italia, lo que tenemos que hacer es empatizar con sus votantes, decirles que entendemos lo que les ocurre, que entendemos sus demandas, que las compartimos, pero escogieron el camino equivocado. Una de las principales consecuencias de esta situación es que ahora mismo hay un sentimiento mayoritario en la sociedad europea de que da igual quien gobierne, la derecha o la izquierda, porque al final de cuentas el resultado es el mismo, es decir, existe una crisis de identidad por parte de la socialdemocracia. No es tanto hablar de alternancia, sino que la socialdemocracia se erija en una alternativa al conservadurismo. *Pedro Sánchez es ex secretario general del Partido Socialista Obrero Español.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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