Por Luis Javier Álvarez Alfeirán*

Desde sus orígenes, la hospitalidad ha estado presente en la vida del ser humano, es parte de su ser gregario; es decir, vivir en comunidad está en su esencia y forma de vida. Acoger al otro bajo distintas circunstancias, ya sean recreativas, sociales, culturales, educativas o incluso políticas, forman parte de la hospitalidad. En la actualidad entendemos el concepto de hospitalidad mucho más dentro del ámbito del turismo dentro del cual la cocina también forma parte. No se trata de una idea nueva pues podemos encontrar, por ejemplo, en el poema homérico de la Odisea pasajes que nos hacen referencia a la hospitalidad como acogida al extranjero y que, como un elemento relevante de esta, se presenta la actividad culinaria a través de un banquete.

Esta relación entre extranjero, huésped y anfitrión ya era importante para los griegos que la definen con la palabra «xenía». La palabra xenía deriva del sustantivo ξένος (xénos), que significa «extranjero, huésped» y cuya importancia era tal que no ser hospitalario significaba una ofensa al propio Zeus.

La dinámica turística ha cambiado, y en estos tiempos de coronavirus, en que la industria turística ha sido gravemente afectada –y lo seguirá siendo en la medida en que la confianza se vaya restaurando–, la idea de hospitalidad permanece idéntica, incluso nos debe llevar a entenderla desde la perspectiva de la adversidad.

La identidad del ser humano se ha forjado a lo largo de los siglos como resultado de la contrariedad, de lo inesperado. La vida de las personas no es solamente un cúmulo de actividades planeadas y ordenadas de acuerdo con resultados previamente contemplados; no tendría sentido por ejemplo el deporte de competencia si supiéramos de antemano el resultado final. Es el grado de incertidumbre ante las cosas lo que nos alimenta como seres humanos y nos hace buscar nuevas metas y retos. Es precisamente en la contrariedad donde se encuentra la semilla del crecimiento de la persona, así ha sido desde el inicio de nuestra existencia, rechazar por tanto la adversidad es rechazar toda potencialidad de desarrollo. Quienes piden que el 2020 sea borrado de la historia se niegan a reconocer los cambios que nos han hecho crecer en estos meses.

Dar la bienvenida –ser hospitalario–, acogiendo la «nueva normalidad» es darle entrada a una serie de nuevas consideraciones indispensables en nuestro futuro. El mundo cambia y evoluciona constantemente a través del desarrollo de la ciencia, de las artes y del pensamiento, pero también a través del azar y los infortunios, despertando la creatividad y resiliencia del ser humano, que tienden a aletargarse ante lo previsible y rutinario.

Nuestra libertad entra al rescate cuando nos confronta con nuestra vulnerabilidad. La reacción ante la misma no proviene sino del interior de cada persona. La riqueza de la persona humana es precisamente la fragilidad que le invita a superarse alimentando su voluntad pues, en cada tropiezo, existe una oportunidad nueva de aprendizaje y de progreso.

La pandemia, –inesperada e involuntaria–, ha puesto de manifiesto  las fortalezas y carencias no solamente los sistemas de salud y educación a nivel mundial sino también la estatura de sus gobernantes, del equilibrio o desequilibrio de las economías, de la empatía entre vecinos, de la íntima relación entre empresarios y empleados, de la indispensable convivencia social que pensábamos tan irrelevante en la era digital; es decir, esta pandemia nos ha confrontado con nosotros mismos haciéndonos ver que el desarrollo no se encuentra en las máquinas o en los programas sino en el progreso de nuestra humanidad. La era digital se ha topado de frente con la persona humana que le ha hecho ver el lugar que le corresponde colocándola como un medio, muy útil y necesario, pero no como un fin que lo sustituya. Acoger estos cambios nos hará enfrentar una nueva era mejor preparados y con mejores visos de desarrollo.

Contacto:

Luis Javier Álvarez Alfeirán es Director de Le Cordon Bleu Anáhuac*

Correo: [email protected]

Twitter: @DirectorLCBMx

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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