Ahora el reto personal está en saber distinguir la validez de una información publicada o transmitida en un medio o en otro.   Por Roberto Aguirre Vargas, socio de BRIC   Quizá la parte más compleja de escribir sobre Comunicación Financiera y de Negocios sea, precisamente, ser capaces de darle un sentido doble: ser precisos en la información que se comparte y ser suficientemente claros en lo que se dice o escribe para que un mayor número de personas se interese en darle el seguimiento a aquellos temas que son de su individual interés. En México la difusión (con cierta profundidad) financiera y económica, se dio en los primeros años de la década de los años noventa, cuando se comenzó a producir de manera institucional, como resultado directo de una mayor apertura económica del país. De manera paralela y como consecuencia de esa apertura, se abrieron los espacios en los diarios y revistas especializados en temas financieros y económicos. Algunos cambios en la política de comunicación hicieron la diferencia en aquellos años; por ejemplo, la publicación periódica del INEGI (Institución creada en 1983 con autonomía técnica), de información tan valiosa como las cifras del PIB trimestral, en aquel entonces con sólo 45 días de retraso, el brinco hacia la actividad y difusión económica y financiera fue enorme. Otro avance fundamental fue la obligatoriedad de publicar el informe trimestral de las finanzas públicas (tanto del gobierno federal como de los organismos y empresas estatales), con tan sólo un mes y medio de retraso. Los analistas actuales puede parecerles un tanto absurdo este avance, pero permítanme recordar que el déficit fiscal de 1982, se dio a conocer finalizando el verano de 1983. Estos cambios, sin duda alguna, afectaron y revolucionaron la profesión del periodismo, así como  de los analistas y observadores,  quienes se vieron en la necesidad de reforzar la especialización del periodismo, pues sólo los conocedores de estos temas podían juzgar, con relativa rapidez, la importancia de las cifras del desempleo, por ejemplo, el crecimiento o déficit externo o fiscal. Las secciones, así como periodistas y columnistas especializados en los sectores financiero, económico y de negocios, se convirtieron en una parte fundamental del círculo virtuoso de la apertura de información. La transición hacia una economía y una sociedad más abiertas provocó un mayor interés y la necesidad de conocer más y mejor los fenómenos económicos a los que sus bolsillos se encontraban sujetos. Se requirieron de interlocutores informados y preparados que tuvieran la tarea de traducir estos complejos fenómenos económicos en ideas accesibles y a la mano de casi cualquier ciudadano de México. La demanda de transparencia y rendición de cuentas de las políticas públicas llevó a la apertura de la información financiera del sector empresarial y social de nuestro país. La demanda de un análisis y una crítica plural en este sentido, nos tiene ahora frente a una cantidad de información que en ocasiones es difícil de digerir por la  velocidad a la que aparece. La transparencia y el respeto a la libre opinión son uno de los valores más apreciados para quienes trabajamos de la información y su difusión. Los ejemplos son muchos. En todas las latitudes los podemos encontrar, aun en las economías más cerradas. Ahora el reto personal está en saber distinguir la validez de una información publicada o transmitida en un medio o en otro. Ahora podemos (y debemos) decidir entre la necesaria tendencia ideológica de cada uno de los medios y arriesgarnos a tomar una postura con que sea soportada por ideas y hechos comprobables a cada minuto. La información ya está aquí, hay que tomarla y hacerla nuestra.   Contacto: [email protected] Twitter: @BricMx

 

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