Por: Rodrigo Alpízar Vallejo*

Recientemente, ha causado revuelo en medios la propuesta del Congreso de aprobar la Ley de la Infraestructura de la Calidad, misma que sustituirá a la actual Ley de Metrología y Normalización, que está vigente desde 1997.

Según la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (UNIDO), una infraestructura de calidad es un sistema que contribuye a los objetivos de política del gobierno en áreas como el desarrollo industrial, la competitividad comercial en los mercados globales, el uso eficiente de los recursos naturales y humanos, así como la seguridad alimentaria, la salud, el medio ambiente y el cambio climático.

Por ello, es importante que esta infraestructura esté formada por un equipo multidisciplinario como organismos de normalización que deberán tener el objetivo de desarrollar las actividades relacionadas con la elaboración de estándares técnicos o regulaciones técnicas que contienen las especificaciones a cumplir; las entidades de acreditación, con el cometido de realizar el reconocimiento formal de la competencia técnica de los entes de certificación de la calidad, que a su vez realizan los ensayos de laboratorio, o verificaciones de cumplimiento de las regulaciones, aspectos comerciales o técnicos.

En ese sentido es que, como mexicano, miembro de un país que aún se encuentra considerado dentro de las primeras 20 economías del mundo, es importante que la Ley que promueve la Secretaría de Economía impulse verdaderamente nuestro desarrollo tecnológico y que dicha propuesta, en sus preceptos, se ligue con los aspectos de la política industrial para impulsar así la innovación y el desarrollo.

Lo que se busca, es que la decisión no se reduzca simplemente a convertirse en una herramienta de facilitación comercial para nuestros socios comerciales en base a los acuerdos asumidos en los nuevos tratados internacionales y que solo debilite al actual Sistema Mexicano de Metrología, Normalización y Evaluación de la Conformidad que hemos desarrollado como país por más de 30 años; sino que impulse los derechos del consumidor y sancione el incumplimiento con las regulaciones establecidas.

Por décadas en este país no se ha promovido ni apoyado la actividad de normalización en manos del sector privado y por ello, no veo viable la opción de dar permisos al por mayor para que los que deseen, puedan hacer estándares, pues no va a facilitar o agilizar esta labor ya que, para ello, se requiere mucho talento experto y bien pagado. 

Pero sobre todo es fundamental mantener y preservar el interés público alejando la posibilidad que grupos de interés privado no sólo de industrias nacionales sino de importadores potenciales desarrollen mecanismos de normalización para facilitar la entrada de productos deficientes al mercado mexicano argumentando el cumplimento a alguna norma y mermando aún más, la debilitada industria nacional. 

Tampoco considero que crear competencia en actividades de acreditación o buscando que haya más organismos de certificación o unidades de verificación nos impulsen al desarrollo, recordemos que muchas de las actividades de normalización, la participación en los grupos técnicos internacionales o los acuerdos normativos con otros países se dan con el financiamiento de estos organismos por lo que dudo mucho que la pulverización de estas actividades creando micro o pequeñas empresas que depredan el mercado les permita a los organismos que integran el SISMENEC competir con los enormes conglomerados internacionales que facturan miles de millones de dólares.

Además de los temas de seguridad, la Infraestructura de la calidad aporta valor a la economía de un país y a su industria nacional; también permite, entre otras cosas, brindar acceso a los mercados internacionales y preservación de los mercados domésticos; para los productores de los países en desarrollo apoya en el cumplimiento de las exigencias de los mercados de destino en términos de calidad.

Sobre todo,  es indispensable para la protección del consumidor, pues la base para la elección de productos o servicios es que éstos cuenten con un certificado que les brinde seguridad, validando así las características y especificaciones; además, coadyuva de manera activa a las instituciones reguladoras en el desempeño de sus funciones, pues se utiliza la infraestructura de la calidad como un medio para hacer cumplir estándares gubernamentales en términos de salud, seguridad o legislación ambiental entre otros aspectos.

La infraestructura de la calidad la promueve e impulsa el gobierno en función del interés nacional que exista para salvaguardar los intereses nacionales y de los consumidores, de los impulsos comerciales que derivan de la globalización, del ímpetu de las empresas por llegar al mayor número de mercados (la consigna es: “un mismo producto para todo el mundo”).  Por esa razón, cada país debe crear su propia infraestructura de manera soberana y que atienda sus necesidades nacionales particulares y sus políticas púnicas, por lo que, sin duda, esto representa un enorme desafío, la decisión de impulsar la infraestructura nacional para evitar la dependencia del extranjero.

En un aspecto práctico, y conforme a las políticas nacionales se debe decidir si el país puede identificar si los juguetes que se importan libremente o fabrican en él cuentan con plomo o no, que afecta la salud de los niños; si las lámparas son o no son eficientes en su uso de energía; si los dispositivos médicos y medicamentos son aptos y adecuados para la salud; si los productos electrotécnicos están acordes al voltaje del país y no se quemarán o incendiarían al conectarlos o usarlos. Son sólo unos ejemplos.

Impulsar el desarrollo en este orden mundial implica internacionalizarse, realizar actividades a nivel nacional en un mercado pulverizado va a permitir su subsistencia en el mediano plazo. 

La infraestructura de la calidad en otros países, principalmente europeos, crea un sistema de desarrollo industrial y competencia; un modelo de impulso a la innovación, al desarrollo de una sociedad exigente sobre lo que consume, que busca su seguridad, cuida el medio al ambiente y quizás podría atreverme a concluir que estos procesos inmersos y claros en la sociedad denotan un mayor nivel de desarrollo en la cultura de la sociedad misma.

Contacto:

**El autor es un reconocido industrial mexicano y ex presidente de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra). 

Twitter: @ralpizarv

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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