Los diversos acontecimientos de los últimos dos años revelan la nueva configuración de la política exterior de Estados Unidos de América (EUA), cuyo énfasis radica en detener el innegable declive de su economía frente a China. Esto implica para el vecino país del norte, la urgente necesidad de reducir la influencia del país asiático en nuestro continente. 

El intercambio comercial y la cooperación en el continente americano ayudaría a reducir el creciente predominio de China en los mercados de nuestra región. La relación de vecindad de México, Estados Unidos y Canadá, y la coincidencia histórico-cultural con Latinoamérica y El Caribe, representan una oportunidad para propiciar una integración económica con dimensión soberana desde Alaska hasta la Patagonia.

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Desde el Siglo XX, el crecimiento de país asiático comenzó con el desplazamiento de EUA en el mercado de exportación y servicios. En la carrera para ocupar el primer lugar en la economía mundial, la pandemia evidenció la dependencia de EUA a las cadenas de producción y suministro, en China. 

La suspensión de actividades en las fábricas chinas afectó severamente al mercado estadounidense y mostró la vulnerabilidad en el acceso a los insumos de protección sanitaria, aparatos médicos y medicamentos. La dependencia e influencia China se reflejó con mayor fuerza con el desarrollo de las vacunas contra el virus SARS-CoV-2.

Actualmente, en el escenario global no existen mecanismos legales o comerciales que reviertan las proyecciones para el año 2051, cuando se espera que el dominio de China en el mercado global sea de 6 a 1 respecto a EUA y aunque no se descarta el escenario en donde la política abdica ante la violencia, la amenaza de una guerra entre las superpotencias para mantener la hegemonía comercial solo es creíble, bajo el diagnóstico de Hans J. Morgenthau, si se estima que ambas naciones actuarán de manera irracional, lo que pondría en riesgo la humanidad.

Otro elemento para tomar en consideración es el retiro de las tropas estadounidenses de Afganistán. Más qué una derrota de EUA en el centro asiático, la abrupta retirada refleja un nuevo enfoque de los recursos humanos, materiales, financieros y tecnológicos para la atención de las crisis sanitaria y económica que comprometen el liderazgo estadounidense frente al imparable crecimiento chino. 

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Como hace siglos lo previó Tucídides “la identidad de intereses es el vínculo más seguro entre los estados”. México, en su papel de presidente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos (CELAC) tiene la impostergable oportunidad de impulsar negociaciones del bloque latinoamericano y caribeño con EUA para lograr una integración económica continental que beneficie a todos, con una dimensión soberana que cierre el vergonzoso capítulo de intervencionismo ilegítimo que enarboló EUA durante la mayor parte del siglo XX y que terminó por demostrar su ineficacia.

Las condiciones geográficas, culturales, históricas, económicas y geopolíticas son perfectas para que la experiencia de México en las negociaciones diplomáticas, la firma de acuerdos comerciales con Estados Unidos y Canadá, y la confianza que se ha ganado en Latinoamérica y El Caribe, propicien la integración y detonen el desarrollo de todo el continente. 

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