Tras los sucesos ocurridos en la ciudad de Culiacán, en los que, de forma trágica, perdían la vida un gran número de personas por la oleada criminal que acontecía dicho lugar tras el arresto al hijo del, hasta hace poco, el mayor narco del país; la prensa internacional, así como los distintos mandatarios globales, han exigido a México un mayor compromiso con la delincuencia. La liberación del hijo de un narco no puede forzar a todo un gobierno, o al menos así lo piensa el compuesto de los distintos líderes políticos.

Entre dichos líderes se encuentra el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Un presidente que, hasta ahora, y de forma muy reiterada, ha estado exigiendo a México un mayor control, así como una mayor seguridad en el país, como premisa para garantizar el bienestar en el país, así como la cordialidad en la frontera con su vecino del norte. Además, con motivo de incentivar esta incansable lucha, el Presidente norteamericano ha utilizado, poniendo sobre la mesa de negociación y en numerosas ocasiones, los tratados de libre comercio entre ambas economías como muestra de buena fe para los aztecas.

Unos tratados de libre comercio que, sumados a los efectos colaterales de la guerra comercial entre los principales bloques económicos del planeta, ha convertido a México en el principal socio comercial de los norteamericanos; sirviendo como alternativa a las exportaciones chinas en un momento donde las negociaciones están en un punto neutro. Una situación más que ventajosa para un país en el que las exportaciones representan ni más ni menos que un 39’2% del Producto Interior Bruto (PIB).

Unos acuerdos de libre comercio que han representado un gran aporte para los crecimientos; también para la Inversión Extranjera Directa (IED) al haberse convertido en el puente de paso de mercancías con los Estados Unidos para empresas europeas; así como un gran flujo de capitales y mercancías que, además de generar empleo en el país, han generado riqueza en la población azteca. Ser el principal socio comercial de los Estados Unidos ha llevado al país a exportar flujos de capitales por valor de 307 mil millones de dólares U$D, intercambiando con el mismo el 80% de las exportaciones en el país.

Una ventaja que se acentúa cuando nos vamos a ver los indicadores, en materia de PIB, y observamos que el sector exterior, en México y a fecha de 2017, de acuerdo con el Banco Mundial, tenía un peso aproximado del 79% del PIB en el país azteca. Es decir, el sector exterior supedita casi en una totalidad el PIB mexicano, suponiendo ¾ partes del mismo. Por ello, cuidar y mantener las relaciones con el primer socio comercial, comprador, como hemos dicho, del 80% de la mercancía que sale del país, es una prioridad enorme; pues de perder dicho socio, la economía mexicana estaría en un duro aprieto.

A su vez, el vecino del norte de los aztecas también es un buen proveedor. De acuerdo con las mismas cifras del Banco Mundial, el 40% de las importaciones que realiza México tienen como origen los Estados Unidos. Esto significa que el principal proveedor de México, en estos momentos, es Estados Unidos. Ante estos datos, en materia de sector exterior, se cumple la premisa que decimos. La premisa que sitúa a México, en el escenario vigente, como el principal socio comercial de los Estados Unidos, así como una relación bilateral de las más activas en materia de capitales y volumen de transacciones entre ambos países.

Sin embargo, como comentábamos en el inicio, entre las condiciones que ponían los Estados Unidos se encontraba la garantía de la seguridad en el país, como premisa para mantener los acuerdos bilaterales. Una premisa muy cuestionada con los últimos hechos acontecidos, o la propia masacre a 13 policías en el país. Estas noticias están causando un gran revuelo a nivel internacional, llevando a los Estados Unidos a posicionarse públicamente para exigir al mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, que cumpla con lo pactado y devuelva la paz de la que carece, en estos momentos, la ciudadanía mexicana.

El tráfico de drogas era una de las grandes preocupaciones para los norteamericanos; así lo hizo saber el Presidente Trump en numerosas ocasiones durante la negociación de los propios tratados de libre comercio. Además, como comentábamos, hemos viste como de forma muy reiterada, el Presidente de los Estados Unidos ha amenazado a México con tomar represalias en el ámbito comercial si no se frenaba este flujo ilegal de mercancía; obligando a México a adoptar medidas en materia de corrupción, seguridad y narcotráfico.

Ahora, ante lo acontecido, la liberación, precisamente, de un narco, cuestiona, y de forma muy pronunciada, la capacidad del Presidente mexicano para combatir, tanto el narcotráfico como la delincuencia en el país. Algo que a Estados Unidos le ha preocupado gravemente, llevándoles a exigir un mayor compromiso por parte del propio presidente, así como actuaciones alternativas para encarcelar al hijo del Chapo Guzmán ante el desconcierto, y el ridículo, causado por la liberación del mismo. Unas exigencias por parte de los Estados Unidos que, de no cumplirse, podrían poner en peligro las relaciones entre ambos países.

En definitiva, y como hemos podido analizar en los propios datos y cifras que presenta la economía mexicana, México no está en situación de forzar una tensión con su vecino del norte. Menos en una situación donde la credibilidad del Gobierno en materia de compromiso con la legalidad y la lucha contra la corrupción está sobre la mesa pública. Además, todos conocemos la forma de actuar del Presidente Trump, al menos en materia comercial, atacando a aquellos países, de forma muy persistente, que no cumplen con sus criterios prefijados. México, en estos momentos debe lavar su imagen global y preservar la calma en el país; pues no podría permitirse perder la credibilidad internacional que le genera la inversión, así como el deterioro de las relaciones con su mayor socio comercial, y uno de los mayores aportes que tiene, en estos momentos, la economía mexicana.

 

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