Nietzsche tenía razón: la historia tiende a repetirse… y en esta ocasión la humanidad lleva desde 2020 -de nuevo- luchando por superar una pandemia, hoy ‘reemplazada’ en las paginas de la historia por el movimiento tectónico del orden mundial, donde los Ucranianos sufren las consecuencias de estar territorial, económica, y culturalmente entre un Occidente futurista y una Rusia liderada por alguien que ‘parece’ buscar volver a las premisas de Stalin.

Digo ‘parece’ porque en las múltiples ocasiones que he visitado Moscú (y departido con grandes amigos locales, hablando sobre la evolución del retail, insights de China, o la disciplina de Stravinski) he confirmado un grupo relevante de Rusos que creen y viven la prosperidad del capitalismo, entienden que su gobierno invade un país más débil, sintieron el impacto contundente en sus bolsillos, empacaron y se montaron en el primer tren de San Petersburgo a Helsinki sin tiquete de regreso. 

Comparado con América Latina, los rusos de todo nivel económico (desde Oligarcas hasta el ciudadano a pie) vivieron el famoso ‘Corralito’ argentino de 2001: en 48 horas perdieron un tercio de los ahorros, ingresos, y patrimonio de toda su vida, además de cerrarle las puertas bancarias, transaccionales y la salida de los grandes del consumo masivo del país, hecho que deja un fuerte impacto psicológico en locales de toda edad, devolviéndolos al ostracismo Soviético.

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Un ejemplo: en 1991 con la salida del comunismo, las dos primeras FMCG’s que pisaron tierras rusas fueron Coca-Cola y IKEA, ambas con especial simbología: la primera representaba la ‘bienvenida’ a la globalización, y la segunda al estilo de ida Europeo. Con lo bueno y malo que traían, lograban ser parte de algo más grande que la ‘Madre’ (Rusia) y el ‘Padre’ (Comunismo) ancestralmente sobreprotectores. Hoy día ambas salieron del país.  

La salida de Rusia del sistema global trae una nueva desaceleración económica, que se traducirá mercados desarrollados (Europa, Estados Unidos, Japón, etc.) más pequeños y con menor presupuesto a la hora de importar. Por otro lado los bloqueos en el Mar Negro de grandes productores golpean al menos el 40% de las cadenas de exportación de granos, que unidas a prohibiciones de Rusia y China sobre fertilizantes, terminarán aumentando los precios de los alimentos, que hoy sufren los efectos de la inflación que ‘arrastra’ el mundo desde el segundo semestre de 2021.

Mientras tanto el petróleo supera los 100 dólares barril, aumentado el valor de las exportaciones de países concentrados en combustibles (suena familiar?), y los altos precios del gas natural a nivel mundial empujan una mayor demanda de carbón, incluso desde 2021, que ayuda a los déficits fiscales y cuentas corrientes de América Latina, golpeados hoy por la combinación de corrupción histórica más pandemia.

Así las cosas, Rusia vive un liderazgo tan poderoso e impredecible como Stalin, mientras para la OTAN la retorica de ‘estar presente en territorio de guerra’ cambia, porque si bien no hay un soldado foráneo apoyando el ejercito Ucraniano en su suelo, armamentos de occidente y drones para suplir a combatientes locales pasan rutas clandestinas constantemente. El corredor humanitario fue empujado realmente por el grito del 23% de rusos que tienen algún familiar, o empleado viviendo en Ucrania.

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Para la prospectiva a largo plazo (mas allá de la costosa recuperación que vivirá Europa y otros múltiples efectos negativos o escenarios catastróficos) quedará un efecto exponencial de este tormentoso capítulo: La masificación de energías limpias y tecnologías para la alimentación a partir de la necesidad que implicará reemplazar aquello que los productores en guerra proveen. Recuerde que Covid aceleró la migración digital hasta este Meta-Cripto-NFT momento.

Como siempre, la expectativa mundial está en el siguiente movimiento del gobierno Ruso para responder al contundente aislamiento al que han sido sometidos sus ciudadanos. Según expertos la verdadera ‘hecatombe’ viene con las restricciones y embargo a los hidrocarburos rusos, que los aliados de occidente ya están ejecutando, porque según dicen los cercanos al régimen esté será el día que llegarán las armas químicas y nucleares a escena. Mientras tanto el pueblo Ucraniano sigue luchando y huyendo para mantenerse vivo.

Exportar será más retador, la comida seguirá costosa, y el petróleo subirá quien sabe hasta cuándo. No se debe creer que por estar a un océano de distancia y el sufrimiento de otros llegue a través de pantallas está lejos de la guerra. Sugiero prepararse económicamente y como negocio -igual que 2020- para nuevos desafíos, transformaciones, y oportunidades.

Y por supuesto apelar a la empatía ayudando a las víctimas de la guerra. Humanidad, para contrarrestar el horror. Los latinos lo entienden desde el drama que vivieron los 6 millones de venezolanos (8 según cifras no oficiales) que huyeron de un régimen totalitario que también fue bloqueado por el mundo. La transformación regional fue inmensa. La transformación global que ‘Los Nuevos Veinte’ (2020 – 2029) está trayendo también lo será.

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*El autor es consultor global de negocios; enfocado en consumo masivo, estrategia competitiva, innovación, y prospectiva.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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