Quien haya visto la serie de Matt Groening, “Futurama” -del mismo productor, dibujante y director de Los Simpson- sabrá que los personajes viven en una ciudad llamada “Nueva – Nueva York”.

Perdone el lector que use una idea de la serie animada para una publicación en Forbes. En mi defensa digo que suelo verla después de un agitado día de trabajo que transcurre entre conferencias en línea, mensajes de Whatsapp, Slack y alguna que otra aplicación adicional (o diez).

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Después de cerca de dos años en un ritmo similar, escuchando por todos lados la frase “nueva normalidad”, tema que ha inspirado incontables publicaciones, congresos, juntas que podrían ser un e-mail, webinars, cursos de autoayuda, conferencias, planes de negocio y estrategias comerciales, me pareció inofensivo y hasta justo utilizar la idea de “nueva – nueva normalidad” para explicar cómo observo una realidad cambiante en la que lo único normal es la anormalidad misma.   

Nos la sabíamos de memoria

La pandemia nos alcanzó imaginando que sabíamos el resto de nuestras vidas de memoria. Grandes planes y estrategias, complejos modelos de negocio desarrollados durante años, se vinieron abajo en un abrir y cerrar de ojos. 

Sí, nos tomó por sorpresa. Nos vimos obligados a dar un salto hacia adentro para decidir en qué queríamos poner nuestra atención e intención. Los más afortunados hemos vivido momentos difíciles, mientras muchos otros vieron en el cierre de sus empresas el mejor pase de salida.

El verdadero desafío: aprender a apreciar la anormalidad y la dificultad

Recientemente fuimos reconocidos por segundo año consecutivo por LinkedIn, apareciendo en la lista de Top Startups en México, así como nominados en los LinkedIn Talent Awards, en la categoría de Best Employer Brand. Además de llenarnos de orgullo, pues se trata de indicadores del esfuerzo de nuestra gente, estas distinciones nos recuerdan la responsabilidad que adquirimos de impulsar el crecimiento de las pequeñas y medianas empresas que hoy son nuestros clientes. 

Celebramos estos logros conscientes del contexto actual, que no es sencillo. Poco sabíamos hace casi dos años de la aceleración del cambio en los modelos de negocio, los impactos financieros, tecnológicos y principalmente humanos que ocurrirían en tan poco tiempo. Hemos enfrentado lamentables e invaluables pérdidas y, tal vez por ello, creo que es momento de apreciar nuestra resiliencia como humanidad. 

En las situaciones más desafiantes, vemos quiénes somos, los últimos años son prueba de ello. Lo que de verdad valoramos, principios y creencias, se revelan en cada una de nuestras decisiones. 

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Conectar para salir avantes

La ciencia ha eliminado las distancias, dijo el Gitano Melquiades. Dentro de poco, el hombre podrá ver lo que ocurre en cualquier lugar de la tierra, sin moverse de su casa.

Gabriel García Márquez, Cien Años de Soledad.

He aquí el gran descubrimiento que nos ha traído la “nueva – nueva normalidad”:  en tiempos de hiperconectividad en los que es posible hacer una cirugía a distancia o comunicarnos como lo hacen los personajes de “Futurama”, es tal vez cuando estamos más desconectados. 

Si queremos mantenernos próximos para superar los desafíos que seguirán llegando, necesitamos apreciar las distinciones entre conectividad y conexión. La conectividad es importante, requiere tecnología, ancho de banda, dispositivos de apoyo, es maravillosa y útil, nos permite sortear momentos complejos y nos pone en contacto con un mundo que se mueve con velocidad. La conexión, por otro lado, requiere liderazgo, humildad, vulnerabilidad, un ferviente y honesto interés de entender a quien está detrás de la pantalla. Y es esta última la que realmente mantiene la productividad, habilita el crecimiento, es la verdadera posibilidad de salir avantes.

Apreciar la anormalidad, la dificultad y el constante cambio

Es simple: no existe una organización perfecta, y aunque la realidad no es inamovible, la vida es como es, no como debería ser. O lo admitimos, o lo sufrimos.

Hace no muchos años, fuimos también una organización pequeña. Seguramente hubiéramos temblado al imaginar los desafíos que tiempo después estaríamos enfrentando. Empezamos en 2015 con 10 colaboradores y actualmente crecemos con un equipo de cientos de personas con las que trabajamos para crear un amplio portafolio de productos financieros. Y vamos por más. Emprender es una gran responsabilidad y también un privilegio, la oportunidad de servir, de crear, de tocar a muchos otros y transformar sus vidas. Y quien lo ha hecho, sabe que no es fácil.

Es hora de apreciar y conectar desde la realidad. 

Hagamos las paces con el cambio. Cabeza en alto, con o sin miedo, con talento y talante para navegar  las olas que crean los vientos de cambio. Después de todo, un mar tranquilo jamás forjó un buen marino.

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Contacto:


Ricardo Combariza, Director de Recursos Humanos en Credijusto, Top 100 mentor en Endeavor.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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