Vuelven las caravanas migrantes a la frontera sur. Más que el número de sus integrantes, lo que se torna relevante es las presiones de carácter político que pueden generar.  Donald Trump está en campaña y enfrentando, a la vez, acusaciones de obstrucción de la justicia, por lo que cualquier pretexto puede ser bueno para intentar cambiar unja narrativa que ahora lo tiene contra las cuerdas.  México ha sido el blanco de sus ataques, cuando así lo ha requerido, y la política frente a los migrantes centroamericanos, que viene desplegado la administración de Andrés Manuel López Obrador, tiene mucho que ver con no despertar los miedos y las inquietudes al norte del Río Bravo.  Por ello la Guardia Nacional está convertida en la encargada de evitar la entrada copiosa o descontrolada de viajeros que tienen el propósito de llegar hasta los Estados Unidos (EEUU). A esta situación se suma, que en los hechos fungimos ya como tercer país seguro, al tener que mantener en nuestro territorio a quienes solicitan asilo en EEUU en tanto se deciden sus casos.  Hay que tener en cuenta, de igual forma, que las caravanas responden a intereses concretos y que en muchas ocasiones no tienen nada que ver con el apoyo a los migrantes o su mejoría en la calidad de vida.  Por el contrario, existen datos que perfilan inclusive la trata de personas y que ejercen algunos de los liderazgos tradicionales en los desplazamientos de las poblaciones.  La Fiscalía General de la República realizó detenciones, por tráfico de migrantes,  a mediados del año pasado, pero estas no prosperaron por las redes de apoyo con que cuentan quienes dicen atender y apoyar a las personas que viajan por nuestro país buscando un mejor horizonte de vida en EEUU.   El drama migrante está envuelto en agendas internacionales que lo trascienden y que inclusive lo desplazan.  Lo terrible, sin embargo, es que los migrantes padecen de violación a sus derechos, y además se encuentran en situación vulnerable. Las estancias en los puntos fronterizos del sur o del norte, se vuelven en narrativas de terror y en esquemas sin esperanza.  Es evidente que, tarde o temprano, nuestro país tendrá que poner límites a las pretensiones de EEUU y en todo caso exigir apoyos a la altura de lo que están solicitando, porque las necesidades de servicios de los migrantes que esperan el veredicto sobre su posibilidad de refugio irán aumentando.  Está iniciando una nueva ola de caravanas, como se pudo comprobar el fin de semana en Tapachula, Chiapas,  y habrá que ver cuál es la estrategia, más allá de la contención en los puntos fronterizos, para atender un tema que es altamente explosivo en lo que se refiere a las relaciones con nuestros vecinos, los del norte y también los del sur. Las presiones y los riegos son cada día más elevados para la Guardia Nacional, porque las cosas se pueden desbordar en cualquier momento, lo que sería la profundización de un problema que de suyo es complejo.   

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