La recreación de los viajes que Alexander Walker y sus hijos realizaron a finales del siglo XIX para trazar las rutas comerciales del whisky que fabricaban en Kilmarnock, Ayrshire, Escocia, dio pie, no sólo a un periplo de 18 meses de duración, sino también a la creación del whisky John Walker & Sons Odyssey, un espirituoso creado a partir de tres distintas maltas en un número igual de destilerías. Amantes del whisky: ¡casi dos siglos os contemplan!     En la era de Internet y las redes sociales no es sencillo comprender que hubo un tiempo en el que para establecer contacto con una persona en China, había que viajar a China. Y si el tiempo en el que tenía lugar esta intención o deseo era el siglo XIX, sólo había una manera de concretarlo: viajando en barco. Cuando en 1820 John Walker recibió en herencia 417 libras esterlinas y decidió invertir esa pequeña fortuna en una tienda de abarrotes en la que, además, vendería vinos y licores, no pudo imaginar que un día su nombre trascendería más allá de la villa de Kilmarnock, en Ayrshire, Esco­cia. En realidad ni siquiera se lo propuso. El comercio local y pequeño era todo lo que ambiciona­ba. Sin embargo, y paradójicamente, cuando en 1852 una inundación destruyó casi por completo su tienda y mercancías, en la cabeza de su hijo Alexander, quien por entonces hacía de aprendiz con un comerciante de té en Glasgow, comenzó a germinar una idea. Alexander se unió al negocio de su padre en 1856. Haciendo uso de los conocimientos adquiridos de su anterior patrón, elaboró un whisky al que denominó Old Highland Whisky, que años más tarde sería conocido como Johnnie Walker Black Label, a la vez que convenció a su padre de abandonar la venta de abarrotes y mirar más allá de Kilmarnock. A partir de ese momento, Alexander Walker, primero, y sus hijos George y Alexan­der después, se dieron a la tarea de viajar por el mundo para comerciar en las colonias del Imperio Británico, así como en algunos otros países, con aquel espirituoso que producían las tierras altas de Escocia. Para conmemorar aquellos periplos que tocaron Asia, Europa y algunas islas del Mar Caribe, la compañía Diageo, poseedora de la marca Johnnie Walker y derivados, elaboró en meses recientes una edición especial de un whisky fabricado a partir de tres single malts destilados cada uno en tres distintas destile­rías. Lleva por nombre John Walker & Sons Odyssey y fue creado a partir de las notas que se conservan de Alexander Walker. El lanzamiento de este whisky, cuyo precio oscila alrededor de los 1,000 dólares, se conmemoró, además, con la recreación de los viajes que Alexander Walker y sus hijos realizaron alrededor del mundo. Para tal efecto, Diageo fletó un velero de 157 pies de eslora de nombre Regina y bandera turca que tocó puerto en Shanghái, Taipéi, Hong Kong, Manila, Ha Long Bay, Ho Chi Minh, Bangkok, Singapur, Kuala Lumpur, Dubái, Mumbai, Yakarta, Sídney, Seúl, Tokio, en lo tocante a Asia y Oceanía; posteriormente, se dirigió a Europa: Portofino, Cannes, Mónaco, Atenas, Barcelona, Ámsterdam, Londres, Hamburgo, Copenhague y Edimburgo. La última fase del periplo tuvo lugar en el Mar Caribe, donde el Voyager, el nombre que tomó la embarcación para esta odisea, atracó en Antigua, Trinidad y Tobago, Aruba, Puerto Rico y República Dominicana para culminar en marzo pasado en la ciudad amurallada de Cartagena, Colombia. A lo largo de 18 meses, el Voyager, embarca­ción que también fue utilizada para la filmación de la película Skyfall, recreó las rutas que el hijo y los nietos de John Walker siguieron para comerciar con el producto que nació en la aldea de Kilmarnock, y que a la postre se convertiría en el whisky más popular del mundo. En coincidencia con la celebración del Festival de Cine de Cartagena, el navío fue escenario de una fiesta a la que fue convocado el cineasta colombiano Simon Brand, que dirigió las cintas Mentes en blanco (2006) y Paraíso Travel (2008), y quien en el marco del festival presentó su última película, Default, protagonizada por Katherine Moennig y David Oyelowo. A diferencia del recorrido del Voyager, los viajes que emprendieron Alexander Walker y sus hijos duraron mucho más tiempo dadas las condiciones de navegación de la época que les tocó vivir. En contraposición, establecie­ron las rutas comerciales del producto icono de Escocia en el mundo, las cuales hoy en día siguen vigentes y, por supuesto, se han extendido. La culminación del viaje del Voyager por una gran parte del mundo, de afanes celebra­torios y ciertamente mercadológicos es, a un mismo tiempo, una revisión de la historia, un homenaje a los visionarios y el recuerdo de una tradición que inició en el año de 1820, cuando John Walker abrió su tienda de abarrotes en el diminuto pueblo de Kilmarnock. En ese sitio, que hoy en día no alberga a más de 50,000 habitantes, inició el viaje de la familia Walker. Sláinte mhaith! fotos_whisky

 

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