Como era de esperar, la paralización de la actividad económica por la pandemia ha dejado, al igual que en otras muchas economías, un escenario desolador para México. Un escenario que se recoge en los indicadores macroeconómicos, los cuales, haciendo referencia al segundo trimestre, muestran el impacto recogido de los daños derivados de una situación como la que nos acontecía. En este sentido, un escenario que, como digo, muestra una contracción sin precedentes en la historia del país, situando a México, junto a otras economías como la española, a la cabeza del ranking, debido a la magnitud de dicha contracción, así como el deterioro de la economía.

A priori, la estimación y el dato que conocíamos situaba el nivel de la contracción en el 18,9%. Sin embargo, tras haber revisado el INEGI las cifras el pasado miércoles, el dato sufrió un pequeño reajuste que lo situó en el 18,7%; una caída que, debido a su magnitud, sitúa al país azteca únicamente por detrás de Reino Unido, entre los países miembros de la OCDE. Sin embargo, al margen de lo ocurrido, hablamos de un reajuste que, por dimensionado que sea, no ha sido capaz de ocultar el batacazo de la economía mexicana durante este segundo trimestre del año. Todo ello debido a que, desde el año 1995, dicha economía no ha experimentado una caída similar a la que hoy recogemos. Y, pese a ello, hablamos de un precedente que, habiendo registrado los daños provocados por la crisis que se estaba dando durante ese año, provocó una contracción que, en el peor de los casos, llegó a registrar descensos en el indicador de hasta el 9%; como vemos, muy lejos de lo ocurrido ahora.

Como vemos, el deterioro que ha sufrido la economía mexicana es bastante acusado. Además, la contracción que hoy vive el PIB mexicano queda reflejado en otras variables que, debido al funcionamiento de la economía, sufren un deterioro de igual magnitud que la contracción experimentada; y es que, como si de una clase de economía básica se tratara, debemos de ser conscientes que la caída del PIB no es más que un registro del deterioro de otras variables que quedan agregadas en su composición. En este sentido, variables como el empleo, o la propia actividad de las empresas, que han acusado ese deterioro de la misma forma que, por otro lado, lo acusa el nivel de PIB. Y es que, cabe destacar, estamos ante un escenario muy preocupante, puesto que estamos ante la quinta contracción trimestral consecutiva del PIB mexicano, por lo que hablamos de un deterioro que ya venía acusándose desde el estancamiento que vivió la economía mexicana a cierre del ejercicio 2019.

Así, en relación a las cifras que ofrecía, y sin tener en cuenta algunos factores como la economía informal, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en México, debido a la paralización de la actividad económica, y pese a que el 1 de junio el presidente AMLO dio inicio a la nueva normalidad, el país ha registrado una pérdida de empleos que el organismo cifra en el millón de empleos. Y es que, aunque antes lo hemos citado superficialmente, no debemos olvidar que, en primer lugar, hablamos de una pérdida muy considerable de empleos; teniendo en cuenta que hablamos de una economía que ya venía acusando un deterioro en el mercado de trabajo durante el año pasado. Así como, en adición, el hecho de que México, de acuerdo con los datos que presenta el INEGI, cuenta con un 51% de la población en edad de trabajar en situación de informalidad económica; lo que, de computar la pérdida en el empleo informal, hablaríamos de un dato aún más desolador.

En este contexto, estamos ante una pérdida de empleos que viene impulsada por un claro deterioro, como decíamos, en la actividad económica y que, como recogen los indicadores, ya acusan los sectores productivos en el país. En este sentido, si lo desglosamos por actividades, hablaríamos de un deterioro de las actividades primarias (agricultura, ganadería, etc) del 0.2 por ciento de abril a junio, en contraste con el mismo periodo del año anterior; por otro lado, las secundarias (industria), descendieron en hasta un 25.7 por ciento; mientras que, por último, las terciarias (servicios), sufrieron un descenso del 16.2 por ciento. Como vemos, y salvaguardando esa mayor contención del sector primario, un deterioro prácticamente generalizado de todos los sectores que abarca la economía mexicana.

Todo esto, en conclusión, deja a la economía mexicana en un escenario muy complicado; a la vez que, atendiendo a los pronósticos que ofrece el Banco de México sobre la contracción prevista al cierre del año, hablamos de un deterioro que prevé no remontar a lo largo del año. En este sentido, el banco central ha emitido un informe en el que, de seguir en esta situación y no mostrar la economía signos de recuperación, se recoge una posible contracción a cierre de año de hasta el 13%; una caída que, de darse, se situaría como la mayor contracción del PIB registrada desde el año 1932. Una situación que refleja ese punto de inflexión de la economía mexicana, así como la necesidad de hacer remontar una economía que, con el avance de la pandemia, va directa, como decíamos, hacia el mayor colapso de su historia.

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