A pesar de los múltiples cambios geopolíticos en el mundo, la necesidad de desarrollar más infraestructura y construirla con más eficiencia sigue siendo imperiosa. En el caso de México, la discusión es muy oportuna, ya que la próxima administración plantea un impulso sustancial al sector. La construcción es:
  • La principal palanca para la implementación de la infraestructura.
  • Una actividad económica a la que hay que prestar atención debido a los millones de empleos que genera.
  • Capaz de equipar a los trabajadores con experiencia práctica y habilidades de demanda duradera.
  • Una fuente clave para generar oportunidades e igualdad, ya que se pueden realizar construcciones tanto en lugares desarrollados como no desarrollados
  • Una de las primeras actividades económicas en desactivarse si viene una desaceleración, y una de las primeras en recibir inyección de estímulos cuando se busca salir de una recesión.
De acuerdo con el McKinsey Global Institute, la construcción es, a nivel mundial, la industria con la menor cantidad de incremento en productividad en los últimos 20 años. Como referencia, mientras la manufactura creció su valor añadido en 3.6% y la economía mundial lo hizo 2.8%, la construcción solo lo hizo en 1%. Siendo justos, la construcción no es manufactura —que requiere menos inversión en activo fijo y poca investigación y desarrollo—, principalmente porque cada proyecto es único y no se puede producir en serie; pero ello no es suficiente para obviar el estancamiento en la productividad. Un sector de construcción improductivo implica aumento de costos, de riesgos y de desperdicio a lo largo de los ciclos de vida del proyecto, con pérdida de competitividad incluida. Santiago Levy refiere en su más reciente estudio que, en los últimos años, México ha colocado dinero y personas en empresas improductivas, lo cual explica en parte por qué la estabilidad macroeconómica no ha resultado en mejoras a nivel microeconómico. Y en este rubro, la construcción es una de las áreas que mejor reflejan esta conclusión. Como se puede observar en la siguiente gráfica de The Economist, México tiene una productividad muy baja por cada hora trabajada en el sector de la construcción (unos US$8 por hora) y la productividad de sus trabajadores disminuyó en 2% en la década más reciente, lo que lo coloca en un país claramente rezagado. Entre las causas de este fenómeno se encuentran:
  • La contratación de personas en lugar de la compra de máquinas, dado especialmente el bajo nivel salarial del país y el sector, así como a la facilidad de contratar y despedir trabajadores.
  • El bajo grado de digitalización e innovación. Por ejemplo, apenas 1% de los costos globales del sector pasan por el software, mientras que otras industrias destinan entre 3.5% y 4.5%.
  • La volátil demanda para construir obras, dependiente de las condiciones de los sectores público y privado, que ocasiona ciclos continuos de inversión y freno a la misma.
  • La corrupción para la asignación directa de contratos ocasiona que haya constructoras con crecimiento antinatural, del orden de decenas de veces que, luego decaen al dejar de ser ‘favoritas de la administración’.
Según señala McKinsey, la actuación de empresas y gobiernos innovadores sobre organizaciones y regiones puede aumentar la productividad entre 50 y 60%.   Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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