No creo que México se haya acostumbrado a los asesinatos en masa, pero el que estos sigan ocurriendo al menos parece sugerir que hemos desarrollado cierta tolerancia al respecto. Por eso, la verdadera reforma, la que cambiará al país, no es ninguna de las que fueron aprobadas en los últimos meses.   El martes 7 de octubre, en la primera plana del diario The New York Times, apareció una nota firmada por Randal C. Archibold, director de la oficina de ese diario en México, titulada: “43 Missing Students, a Mass Grave and a Suspect: Mexico’s Police”. La nota daba cuenta de la desaparición de un grupo de estudiantes en el pueblo de Ayotzinapa, en el estado de Guerrero, a manos de la policía local, así como de su probable ejecución por parte del crimen organizado, el cual contaba con los servicios del alcalde y el director de la policía, los cuales se dieron a la fuga. No había nada en la nota misma que quienes vivimos en México no supiésemos ya, excepto una línea que llamó mi atención (“Incluso en un país acostumbrado a los asesinatos en masa, el caso ha generado alarma…”), así como los comentarios que escribieron decenas de lectores, comentarios que bienintencionados, precisos o disfuncionales, es de suponer no serían bien recibidos por los mexicanos en tanto proceden mayormente de extranjeros que, por si no bastara, son estadounidenses. Reproduzco algunos:  
“México es una nación totalmente disfuncional. Es uno de los pocos países a los que nunca viajaría otra vez y advertiría a cualquiera que no lo hiciera. México tiene recursos abundantes en todo su territorio, sin embargo, sigue atascado en la pobreza, la corrupción y la ignorancia. Cuando viví ahí, un simple paseo en auto implicaba que tuvieses que pagar un soborno a la policía. Cada gobierno dice que resolverá el problema, pero entonces se vuelve parte de él”.
 
“México es todavía la economía número 14 del mundo en relación a su PIB, y tiene una sociedad y un gobierno completamente funcionales. El resto de lo que usted dice es verdad, pero quizá no ha sido muy diplomático para atemperar sus palabras. Tales declaraciones sensacionalistas no derivan en un diálogo productivo. Y francamente son condescendientes”.
 
“(…) Lo verdaderamente desgarrador de las noticias en México es que la erradicación de este estado de sufrimiento e impunidad no es una prioridad para la administración de Enrique Peña Nieto. Peña Nieto está trabajando de tiempo completo en una agenda económica orientada a incrementar la competitividad de los negocios del TLC. Tal agenda favorece a los políticos, a los hombres de negocios, a la élite de la riqueza y a la larga creará más empleos…”
 
“Dejé de visitar México en la década de 1990, luego de que dos de mis amigos que trabajaban ahí, fueron secuestrados y obligados a vaciar sus cuentas bancarias en un cajero automático. Uno de ellos, que llevaba muy pocos días en México, se rehusó a cumplir con sus demandas… hasta que le rompieron los dedos de una mano, precisamente aquella que no necesitaba para extraer el dinero del cajero. ¡Vaya bienvenida! No, México siempre será una zona prohibida para mí”.
 
“Tan impactante es leer sobre estos asesinatos en masa, como preguntarse el porqué esta sociedad puede asimilar tanto castigo sin iniciar otra revolución. Y estoy seguro que hay una en el horizonte”.
 
“La vasta mayoría de mexicanos que intenta cruzar a los Estados Unidos son aquellos que tratan de escapar del crimen y la corrupción inexorables. Si tú no perteneces a la clase alta o a la clase media (en cuyo caso siempre mirarás por encima del hombro), entonces te hallas en las trincheras, a merced de los narcotraficantes que intentan reclutar a jóvenes a sus filas, o secuestran chicas para convertirlas en esclavas sexuales. Desgraciadamente, siendo honestos, los mexicanos respetuosos de las leyes se hallan en medio de una roca y en un lugar difícil, es decir, en una suerte de elección de Hobson (una alternativa libre, en la cual, sin embargo, sólo existe una opción)”.
 
“México se ha convertido en un narco estado. Tan simple como eso”.
 
“Con su respectivo y más grande cliente al norte: nosotros”.
 
“Una sola cosa, Randal, deberías ser más cuidadoso cuando dices cosas como “Incluso en un país acostumbrado a los asesinatos en masa…”
 
“’Incluso en un país acostumbrado a los asesinatos en masa…’ ¿En serio? Nadie se acostumbra a las ejecuciones masivas”.
  No creo que México se haya acostumbrado a los asesinatos en masa, pero el que estos sigan ocurriendo al menos parece sugerir que hemos desarrollado cierta tolerancia al respecto. Y creo –y siempre lo he dicho, no sólo a partir de los terribles sucesos que acaecieron en Guerrero en semanas recientes– que la verdadera reforma, la que cambiará al país, no es ninguna de las que fueron aprobadas en los últimos meses y que tan fastuosamente se han publicitado pero que todavía no conducen a nada. Y la implementamos ya o México se va al carajo.

 

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