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Estas son las 30 promesas de los negocios 2024

“El éxito es de aquellos que logran preservar la substancia del pasado envolviéndola en las formas del futuro” – Dee W. Hock

La historia de la humanidad es una historia de innovación y emprendedurismo. Por cada empresa, potencia o civilización que alcanza el éxito, existen cientos que nunca lo alcanzan o que son desbancadas a la irrelevancia. 

De las 10 empresas más importantes de Estados Unidos, sólo dos -J&J y Exxon- tienen más de 50 años. La mayoría de las empresas invencibles de entonces -hay que pensar en IBM, ATT, Kodak, Sears-, han desaparecido para todo fin práctico.

Lo que sucede con las empresas en un par de generaciones, sucede con naciones y civilizaciones enteras en algo más de tiempo. A veces la decadencia es tan dramática que surgen historias de haber sido extraídas por fuerzas extraterrestres. 

La verdad probablemente sea más aburrida: la innovación que explica la preeminencia deja de ser determinante, cambia el entorno o se agotan los recursos clave para sostener el modelo de negocio o las dirigencias fracasan en renovar las instituciones, ya sea por una mala apuesta de lo que depara el futuro o por sus intereses creados. Las bancarrotas o los fracasos militares son más consecuencia de la decadencia económica y social previa, que la causa en sí misma del fin.

México es hoy, en términos relativos, una nación exitosa y relevante. Comparado con los cerca de otros 200 países, el país tiene una identidad fuerte -al interior y al exterior-, valores sociales compartidos, en su mayor parte, por la población, mecanismos efectivos de decisión colectiva y acuerdos institucionales estables con otras naciones y sistemas internacionales.

Las fortalezas económicas de México han sido ampliamente reconocidas: recursos naturales sustanciales, cercanía al mercado norteamericano, fuerza laboral joven y capacitada, base industrial desarrollada y alcance de la infraestructura logística.

Los retos inmediatos son claros: confianza regulatoria, seguridad, inclusión social, capacidad recaudatoria, calidad y alcance de la educación pública, investigación y desarrollo y suficiencia alimentaria y energética. 

La reinvención que le toca hacer a nuestra generación incluye superar estos retos, además de apostar sobre las tendencias emergentes, negociar la integración a tales esfuerzos y generar un entorno que le dé la bienvenida a la innovación y al desarrollo.

Este esfuerzo va más allá de los subsidios y la protección comercial que constituían la base de las políticas industriales del pasado. El nuevo enfoque de fomento económico no niega un rol para tales herramientas, pero transfiere el foco de atención a la innovación y diseminación tecnológica, el desarrollo de infraestructura especializada, la coordinación de entidades productivas y financieras y la facilitación regulatoria.

Hoy tenemos ya ejemplos de países que utilizan alguna de sus ventajas competitivas para posicionarse en tendencias tecnológicas emergentes. Indonesia ha utilizado su riqueza natural de níquel como base para una política industrial de electromovilidad: desde la extracción del níquel, la importación y refinación de los otros minerales, la producción de componentes, manufactura de celdas y baterías, hasta el ensamblaje de módulos y vehículos. 

Los primeros esfuerzos del gobierno nacional se basaron en recetas del pasado, como restricciones a la exportación de minerales para “obligar” que se agregara valor en casa. El fracaso de esas iniciativas dio paso a un enfoque de facilitación y promoción, que incluye dar marcha atrás a las restricciones comerciales, la creación del consejo coordinador de la inversión con amplios poderes, el desarrollo de áreas industriales y, en palabras del presidente Joko Widodo, “tocar puerta por puerta para convencer a las empresas que Indonesia es la ubicación correcta para las fábricas”. 

El nuevo enfoque conocido como “mineral a mercado” ha logrado nuevas inversiones minero-metalúrgicas de Vale, Pacific Rim, Glencore, FCX y BHP; la relocalización de producción de celdas y baterías de Panasonic y LG; componentes y equipos de Meiloon y Denso, y gestiones avanzadas con Hyundai, Renault, Volvo, Volkwagen y Toyota.

La mejor manera de promover un cambio es demostrándolo con prototipos de éxito. La promoción del comercio exterior no puede seguir siendo un tema de acceso a mercados, sino que debe incluir la más demandante tarea de encontrar socios tecnológicos y financieros con miras a apoyar la integración de empresas mexicanas en cadenas de valor internacionales. 

El desarrollo de la vacuna Covid-19 de Pfizer es un ejemplo de la importancia de las alianzas tecnológicas y financieras entre empresas de socios comerciales. La empresa desarrolladora de la vacuna es en realidad la alemana BioNTech, encabezada por el matrimonio conformado por Uğur Şahin y Özlem Türeci, quienes hasta el año pasado enfocaban sus esfuerzos en desarrollar inmunoterapia para algunos tipos de cáncer.

 A principios de año, la pareja decidió redirigir sus esfuerzos, basados en la tecnología de inmunidad ARNm, para encontrar una vacuna para el nuevo y desconocido virus procedente de Wuhan. El resultado es que ya para marzo tenían más de 20 potenciales vacunas candidatas a ensayos clínicos, una de las cuales ha completado exitosamente la fase 3, paso anterior a la homologación internacional y producción a gran escala. 

El gran mérito del desarrollo en tiempo récord le pertenece a la visión y capacidad de reacción del matrimonio Şahin – Türeci. La fortaleza regulatoria de EUA y Alemania, especialmente en el área de propiedad intelectual, fue un factor indispensable. 

Sin embargo, lo realmente determinante fue el apoyo que recibieron por parte de Pfizer para redirigir esfuerzos y embarcarse en una iniciativa que requería incurrir en gastos monumentales que pudieron, y todavía pueden, no ser exitosos. El apoyo pudo sin duda haber venido de fuentes gubernamentales, pero lo más probable es que todavía estuvieran esperando la firma del último formato.

En México, aún falta claridad sobre el tipo de diálogo que debe ocurrir, y entre quiénes, para impulsar el desarrollo de la base industrial. Este diálogo presupone ciertas premisas de interlocución, incluyendo la necesidad de que todo desarrollo económico venga acompañado de desarrollo social, que los proyectos se hagan con el conocimiento y cuenten con el apoyo de las comunidades anfitrionas, que se proteja y mejore el medio ambiente y que cada agente opere en el marco de la ley. Los interlocutores deben incluir a las autoridades y empresarios, pero también a inversionistas, academia, sindicatos y organizaciones sociales.

El gobierno de México está en un proceso de transformación: nuevas premisas, nuevas prioridades y un nuevo tamaño. 

Algunas de las iniciativas, que pudieran parecer resultado de la sensibilidad específica del gobierno en turno, en realidad son parte de ponerse al día con las dinámicas globales en términos de sostenibilidad ambiental, inclusión económica y derechos humanos. Si acaso, siguen pendientes los cambios regulatorios para internalizar los efectos de la actividad económica sobre el cambio climático e impulsar modos de producción más acordes a una economía circular.

Contacto:

Francisco Quiroga, ex subsecretario de Minería de México

Twitter: @PacoQuiroga

Linkedin: Francisco Quiroga

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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