Sostener un diálogo abierto y transparente en torno a la seguridad vial es trascendental, ya que no sólo en México sino alrededor del mundo los incidentes viales se han convertido en un problema con dimensiones diversas, desde las de índole social, hasta las que involucran aspectos de salud pública. 

Desde comienzos del 2020 observamos con estupefacción cómo un virus se extendía por todas y cada una de las naciones de nuestro planeta, amenazando la salud de millones. Esta suerte de eventos suele amplificarse masivamente como resultado de los lamentables casos fatales que rápidamente cobran la vida de personas y erosionan núcleos familiares. Ahora bien, la Organización Mundial de la Salud (OMS) da cuenta que existe otra epidemia que por largo tiempo ha prevalecido entre nosotros pero que debido a que no suele involucrar cifras tan alarmantes como las de la emergencia sanitaria a la que hoy nos enfrentamos, parecieran pasar desapercibidos. Me refiero con ello al incremento de incidentes viales por múltiples factores.

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De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2019 registró 362 mil 586 accidentes viales, y si bien el 81% de estos ocasionaron únicamente daños materiales y un 18% solo lesiones no fatales, es preciso que hagamos lo necesario para que el número de incidentes fatales, que es menor al 1%, se reduzca hasta llegar a cero.

Para que ello sea posible, debe generarse un compromiso de parte todos los involucrados. En cuanto al sector automotriz,  el compromiso existe y de manera permanente la industria no sólo incorpora mejoras e innovaciones en términos de seguridad dentro de los vehículos, sino también  cumple con las normas vigentes como la Norma Oficial Mexicana NOM-194-SCFI-2015 sobre dispositivos de seguridad esenciales en vehículos nuevos,  cuyo objetivo es asegurar que como consumidores, tengamos acceso a los productos no solo de la más alta calidad sino también con los dispositivos adecuados para proteger a los ocupantes del vehículo en caso de un accidente.

No obstante, más allá de estas  normas robustas que contribuyen a nuestro objetivo común de búsqueda de reducir a cero los incidentes viales fatales, es necesario mantener el esfuerzo colaborativo entre industria, autoridades en los tres niveles de gobierno, organizaciones civiles, academia y la comunidad en su conjunto, para trabajar de la mano y avanzar en la generación de políticas públicas que permitan asegurar la integridad y bienestar de todas las personas que transitan en un ecosistema de movilidad tan complejo como en el que interactuamos diariamente.

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De manera constante se hace referencia al término “accidente vial” con una fatalidad inevitable, sin embargo, hoy quiero compartir con usted que el concepto mismo parece perder de vista que los accidentes tienen poco de accidental y que bien pueden evitarse en su mayoría. El propio Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) señala que el 92.4% de los incidentes viales se vinculan a errores humanos, por lo que para poder reducir su incidencia es imperioso partir de la concientización de la ciudadanía sobre aquellos factores de riesgo que deben de tenerse presentes en todo momento para evitar eventos trágicos en espacios públicos, como puede ser el conducir cansado, distraído o bajo el efecto de bebidas alcohólicas y estupefacientes.

Si a ello agregamos que también existen amenazas vinculadas al propio entorno como pueden ser elementos climatológicos o aspectos de infraestructura vial e incluso un correcto mantenimiento de los vehículos, la necesidad de redoblar esfuerzos se vuelve vital. 

La industria automotriz procura la coordinación y colaboración intersectorial que permita favorecer el robustecimiento de medidas que tengan como objetivo afianzar un entorno más seguro, accesible y sostenible para la movilidad de toda la ciudadanía. Asimismo, como usuario he sido testigo con alarma del incremento de incidentes que afectan a poblaciones especialmente vulnerables, como son aquellos que se desplazan dentro del ecosistema de movilidad utilizando motocicletas, bicicletas o incluso como peatones. 

Quisiera enfatizar que, el parque vehicular mexicano registra un número elevado de autos obsoletos transitando diariamente en la vía pública, y no se trata de esperar que los consumidores cambien constantemente de vehículos, pues lo realmente importante en este sentido es enfatizar que la mayor parte de vehículos antiguos no cuentan con dispositivos de seguridad robustos como aquellos que en la actualidad son exigidos por las normas mexicanas. Por supuesto que este problema no es exclusivo de los medios de transporte antes referidos, pero importa hacer énfasis en ellos por la exposición de la que son objeto sus usuarios. 

Ahora bien, lo que debemos dejar en claro es la necesidad de robustecer las normas de expedición de permisos y licencias de conducir, de tal forma que los solicitantes, sin importar el vehículo que empleen, puedan comprobar que no solo cuentan con habilidades para conducir correctamente, sino que conocen los reglamentos de tránsito y señalización para poder movilizarse y procurar salvaguardar la integridad de todas las personas que se encuentran en las vías públicas.

Hoy más que nunca debemos de trabajar de manera integral para hacer frente a la pandemia que por largo tiempo se ha mantenido con nosotros y que en ninguna circunstancia debemos de normalizar. Debemos seguir construyendo canales de comunicación abiertos y cercanos con distintos interlocutores para generar políticas públicas que busquen materializar esquemas de seguridad vial, pero más importante aún, debemos de asumir la responsabilidad compartida que tenemos como comunidad para que esta pueda ser una realidad y los incidentes viables puedan reducirse considerablemente. 

Como industria y como representante de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), puedo afirmar que en el sector automotriz prevalece un enorme compromiso por proveer los más altos estándares de calidad en vehículos ligeros, para proteger a todas y cada una de las personas, pero si no se trabaja a la par en las políticas públicas que aborden estos factores relevantes, no habrá una solución de raíz a esta problemática.

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Contacto:

José Zozaya, presidente de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA)*

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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