Los servidores públicos, mercantiles y financieros tienen la responsabilidad de asegurar la información propia, de quiénes emplean y de las personas a quienes ofrecen algún servicio o bien patrimonial.      

Cuando la información se mueve a velocidad eléctrica, el mundo de tendencias y rumores se convierte en el mundo real.

Marshall McLuhan

    Por César Octavio Larrañaga, Blue Coat     La época de la cibercultura es nuestro presente. Me intriga por qué en el mundo el sector político y empresarial, los poderes “elegidos” y económicos, se mantienen ciegos o inertes a la realidad de Internet y su impacto sociocultural, de negarlo y mantenerse en la zona de confort de la ignorancia… No así la sociedad civil organizada o la que no lo está, que son la excepción a mi cuestionamiento. Históricamente la libre empresa y las ideologías han tendido a centrarse en lo material para entender el comportamiento humano y el mercado. Hoy en día resulta obstinado pretender seguir explicando la humanidad y las sociedades desde el ámbito material, cuando es evidente que la información y lo que ésta implica es el paradigma real de las políticas, negocios, lo social y lo ambiental en el mundo actual. La información, que fluye velozmente a través de la electricidad haciendo funcionar Internet sin fronteras con un simple click, nos ha llevado a una “sociedad del conocimiento”. No hay por qué negar que todo tipo de comunicación y/o transacción en Internet está totalmente vulnerable a lo inimaginable. Este acecho a la información es el mejor y más rentable negocio del presente siglo. En este sentido, las “nuevas tecnologías”, la red, las computadoras y la comunicación de nuestra actualidad han provocado patrones dominantes de internacionalización multisectorial y diversificada; de encuentros y choques socioculturales que a muchos ha tomado por sorpresa, pese al advenimiento tecnológico que se avizoraba a partir de la década de los noventa. Desde mediados del siglo pasado se detonó un consumismo material voraz y exacerbado, pero en el aquí y el ahora ¿en qué nos ha beneficiado este consumismo, si a final de cuentas todos estamos en este planeta Tierra devorando los recursos, que en su mayoría no son infinitos? Es inevitable que nuestras acciones nos impacten a todos sin excepción alguna. Y si sumamos la presente época de la cibercultura, en analogía al consumo de los recursos naturales: un apetito voraz por la energía eléctrica, las imágenes, los sonidos, los bienes, lo instantáneo y la información, donde lo virtual es real y lo real es virtual; productores y receptores a su vez de información, de economías digitales que continúan transformándose en un cuerpo político de patrones sociales tan diversos como la naturaleza misma. Sin movernos y estando frente a una computadora personal, una PC, a toda velocidad con la posibilidades tecnológicas en crecimiento, nos disponemos a una diferente tendencia psicológica del Yo y del Otro. Precisamente este Blog multiplica lo simultáneo, haciendo que fluya la información hasta la comodidad de su PC o teléfono móvil: La fortaleza de las políticas públicas, de los negocios, de las oportunidades y debilidades, de la sociedad en general, se encuentran a merced de lo que la información individual, empresarial y gubernamental pueden ser útil para diversos intereses. Más allá de una moral, los ciudadanos en general estamos obligados a alfabetizarnos en la época de la cibercultura, donde los servidores  públicos, mercantiles y financieros realmente tenemos la responsabilidad de asegurar la información propia, de quiénes empleamos en las unidades de trabajo y de las personas a quienes  les ofrecemos algún servicio o bien patrimonial.     Contacto: Twitter: @BlueCoat

 

Siguientes artículos

Los seis países preferidos para estudiar una maestría
Por

El estudio es fundamental para lograr las metas que nos trazamos en la vida. Especializarse ayuda aún más. Es por eso qu...