Por: Roberto Abraham Pérez González*

“It’s the end of the world as we know it” R.E.M.

“Qué pena, el ahora no dura, ni siquiera en la Eternidad.” Isaac Asimov

Vivimos un momento histórico, dentro de 100 años los niños estudiarán sobre la Gran Pandemia de 2020 y lo que ha sucedido en estos días estará registrado en sus libros de texto: Un barco hospital militar atracando en Nueva York, El Papa Francisco dando una bendición al mundo completamente solo en la plaza de San Pedro, el precio del petróleo en números negativos, las calles vacías en las capitales europeas y americanas y desde luego la terrible realidad de millones de infectados y cientos de miles de muertos.

No terminamos de acostumbrarnos a esta nueva realidad y como una especie de bálsamo nos repetimos “Cuándo todo esto pase…” es natural que estemos ansiosos por volver a la normalidad y esperemos señales positivas que nos indiquen que pronto podemos retomar nuestras vidas, pero hay una afirmación que sobresale en los comentarios de analistas y en las conversaciones cotidianas: “Después de esta pandemia el mundo ya no será igual.” ¿Es una exageración o realmente cambiarán tanto las cosas? ¿El mundo ya no será igual? ¿A qué se refieren?

Aceleración de procesos históricos

De acuerdo con Yuval Harari, historiador israelí y autor del libro “Sapiens” (Un brillante ensayo sobre la historia de la humanidad), esta puede se la mayor Crisis de nuestra Generación “Las decisiones que tomen los ciudadanos y los gobiernos en las próximas semanas moldearán el mundo durante los próximos años, la tormenta pasará, la humanidad sobrevivirá, la mayoría de nosotros seguiremos vivos… pero viviremos en un mundo diferente”

Harari menciona un punto fundamental de esta crisis, la aceleración en procesos históricos: Es decir, decisiones que hubieran tomado años de deliberación en el mundo anterior, serán definidas en cuestión de horas. No se equivoca, pensemos por ejemplo que en 2019 algún diputado hubiera mandado una iniciativa para que los empleados de cualquier empresa pudieran hacer home office, posiblemente se hubieran organizado foros de discusión como aquellos que se han hecho para analizar la legalización de las drogas, grandes debates con análisis de pros y contras, mesas de discusión y comisiones especiales sin llegar a una decisión final. En nuestra nueva realidad la implantación del trabajo desde casa se dio no en 5 o 10 años sino en 2 o 3 días, porque no había ninguna otra opción.

Hoy algunas empresas se están dando cuenta de que el trabajo en línea es posible y que tener a un porcentaje de su plantilla haciendo home office es posible, con el consecuente ahorro en gastos indirectos al dejar de rentar tantos metros cuadrados de oficinas y en un momento en el que cada dólar ahorrado cuenta.

Otro ejemplo de esta aceleración de procesos es el comercio electrónico, de acuerdo a la revista Forbes la venta de computadoras subió 112% en Brasil en las primeras dos semanas de marzo y de acuerdo a la Cámara de Comercio de Santiago las ventas online en Chile aumentaron 119% en la última semana de marzo. En México se espera un incremento del 60% al cierre de 2020 en este rubro debido a los cambios de habito de los consumidores. Quién no estaba acostumbrado a comprar en línea o permanecía renuente ahora no tiene opción, hay que pagar servicios y adquirir alimentos o medicinas. Una vez que estos clientes potenciales pasen esta barrera y vean las ventajas de recibir los productos en la comodidad de su hogar seguirán haciéndolo de forma cotidiana.

Algo similar ocurre con las reuniones virtuales en Zoom, Skype, Facebook, hay conferencias, juntas de trabajo, reuniones con amigos, clases a distancia, servicios que ya existían pero que en 2020 tendrán un parteaguas en cuanto a su crecimiento acelerado. Existen ya en el mercado plataformas para tener juntas virtuales a través de un “avatar” como si se tratara de un videojuego, es posible entrar a diferentes salas e interactuar con otras personas en conferencias y dinámicas de equipos.   Al igual que el comercio en línea posiblemente en el futuro se sigan haciendo reuniones virtuales de amigos y familiares que de otro modo no hubieran tenido lugar nunca.

La crisis de nuestra generación

El mundo sí será diferente, en hábitos y cuestiones de consumo, habrá sectores de la economía muy afectados y otros con un crecimiento acelerado, quien entienda esto y aproveche las nuevas condiciones saldrá beneficiado, las crisis son y serán siempre fuente de oportunidad para quién sepa leer el mercado y ofrecer valor a sus clientes.

Esta es la crisis que nos toca enfrentar, tal como la generación de nuestros padres enfrentó la crisis petrolera de los ochentas, el levantamiento zapatista de 1994, el asesinato de Colosio y el error de diciembre. Crisis complicadas que incluyeron devaluaciones, altas tasas de inflación y quiebra de empresas, pero nuestros padres comprendieron que las cosas estaban cambiando y no volverían a ser iguales, salieron adelante con trabajo y disciplina.

Recuerdo que sobre esa crisis de 1995 mi papá, emprendedor de Atlacomulco, citaba a otro empresario de su pueblo: Eduardo Monroy Cárdenas, fundador de Pastas La Moderna. Decía Don Eduardo: “No hay crisis que aguante una jornada laboral de 14 horas al día”.

Contacto:

Roberto Abraham Pérez González es consultor de Estrategia y Operaciones, Emprendedor, MBA por IPADE Business School (Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresa). 

twitter: @robertoabraham 

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

Siguientes artículos

La resiliencia como ventaja competitiva
Por

La sentencia es clara: al hablar de negocios debemos tener la cabeza fría.