Por Luis Javier Álvarez Alfeirán* El fin de año detona la industria de bebidas prácticamente en todo el mundo, tan solo en México la venta de bebidas alcohólicas aumenta en la industria un promedio de 15% y casi no hay celebración ni posada que no le agregue “piquete” al convivio. Dentro de las muchas tradiciones que se celebran en esta temporada del año se encuentra la de las doce uvas cuyo protocolo implica tomar una con cada campanada que despide la noche vieja y da la bienvenida al año que inicia. En el caso de las uvas, éstas llegan a aumentar su precio considerablemente (hasta el 50% en algunos comercios) en esta temporada. Los motivos pueden ser muchos, variados y en el fondo muy personales pero todos ellos rondan la idea de los buenos deseos y la prosperidad en el año que comienza. Doce uvas, doce campanadas, doce meses del año, todos se relacionan en la búsqueda de la felicidad. Esta tradición se origina en España y existen dos principales versiones: la primera que es un desplante de la burguesía de entonces que, imitando a la francesa, destacaba sus posibilidades sociales diferenciándose de los demás. Las uvas iban acompañadas de vino espumoso lo cual era también accesible sólo a los más acomodados, al paso de los años la gente de menores recursos se reunía en la Puerta del Sol de Madrid para tomar las uvas a modo de burla de la élite social española; la otra versión dice que a principios del siglo XX hubo un excedente en la producción de uvas en el sureste de España y por eso se celebra la buena fortuna con ellas, –aunque habría que destacar la necesidad de vender dicho excedente y nada mejor que generar un pretexto para ello–. En cualquier caso, la estructura de una sociedad se ve reflejado en las tradiciones gastronómicas. La Comisión de asuntos migratorios de la Cámara de Diputados estima que alrededor de dos millones y medio de migrantes (de los doce millones que se tienen registrados) regresarán al país a celebrar las fiestas navideñas con sus seres queridos. Dar sentido a una celebración a través de los alimentos destaca lo más relevante las mismas: los lazos sociales y culturales de un país. Reflejan la convivencia con los más cercanos. Estas celebraciones, que están rodeadas de familia y amigos, ponen de manifiesto que más allá de las circunstancias personales, de la riqueza o pobreza de los individuos, de las posibles amenazas o seguridades, la familia sigue siendo el núcleo social más importante para conservar las tradiciones y la cultura de los pueblos. La riqueza gastronómica de México cuyo sincretismo provee de cualidades únicas los platos de las mesas mexicanas ensalza los valores nacionales que tienen origen en una sociedad noble, comprometida y auténtica que se reúne en familia alrededor de la mesa para compartir sus alegrías y pesares deseando que el año que comienza sea próspero y mejor que el anterior. *Director de Le Cordon Bleu Anáhuac   Contacto: Correo: [email protected] Twitter: @DirectorLCBMx Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

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