Por Kerry A. Dolan

El multimillonario brasileño Jorge Lemann no vive en Brasil, sino en Suiza, a donde desembarcó ya hace mucho. Las partes más grandes de su fortuna de casi 24 mil millones de dólares no provienen de empresas brasileñas, sino de la embotelladora global de cerveza AnheuserBusch Inbev y un par de empresas alimentarias de EU, KraftHeinz y Restaurant Brands International. Sin embargo, cuando se trata de filantropía, el segundo hombre más rico de Brasil le apuesta todo a su país natal, y su meta es grande.

Lemann, quien es renuente a la prensa, estuvo en el área de la bahía de San Francisco a principios de abril para la primera conferencia Brasil en Silicon Valley, una reunión de 700 personas en el Museo de la Historia de la Computación, en Mountain View. Lemann rechazó amablemente ser entrevistado y me pidió que hablara con Denis Mizne, la directora general de la Fundación Lemann, quien también se encontraba en la conferencia.

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“Queremos que Brasil sea más justo y desarrollado y menos desigual”; explicó Mizne en referencia a la principal meta de la fundación. Él trabaja para llegar a ello enfocándose en dos áreas principales: mejorar la educación pública y desarrollar una nueva generación de líderes para Brasil. Mizne no pudo decir cuánto dinero gastará la fundación en esta tarea.

Retos enormes

Los retos en educación son enormes. Iona Szurnik, una brasileña que trabajaba en educación para el estado del Río de Janeiro, presentó una lista de estadísticas deprimentes en un panel que moderó en la conferencia. De 48 millones de estudiantes brasileños, 85% acudieron a escuelas públicas; una cuarta parte de ellos desertó antes de entrar a preparatoria. De lo que terminaron la prepa, apenas 35% puede leer y escribir portugués a su nivel y sólo 18% domina matemáticas en su nivel. Entre niños de 8 a 9 años de edad, 55% no saben lee.

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Para relanzar el sistema educativo, Mizne y la Fundación Lemann apoyaron la creación de un estándar nacional de aprendizaje para Brasil, algo que es común en otros países. Antes de su creación, cada escuela brasileña enseñaba materias sin una marca contra la cual medirse. Al trabajar con muchas personas y organizaciones, la Fundación Lemann convenció al gobierno brasileño de desarrollar los estándares de aprendizaje en un plazo de cuatro años. Los estándares se entregaron al Consejo Nacional de Educación por parte del Ministerio de Educación en 2017.

Un programa de gestión del salón de clases que la Fundación Lemann desarrolló se probó para una de las siguientes metas de Mizne: para 2022, cada estudiante en cada aula debería cumplir con los estándares de aprendizaje. Para ello, se tienen que capacitar a los maestros, algo que apoya la fundación. También se ha desarrollado un programa de gestión del salón de clases el cual, en trabajo conjunto con el gobierno estatal de Ceará se aplicó en los salones en 2015. Un estudio del año siguiente demostró un incremento de 10% en el tiempo de instrucción por parte de los profesores que utilizaron el programa.

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Una nueva forma de crear liderazgos

Para desarrollar la siguiente generación de líderes brasileños, la fundación ha estado financiando el costo de titulación en licenciaturas y posgrados, así como los gastos para alimentos y hospedaje de jóvenes promesas brasileños en varias universidades, como Harvard, Stanford, MIT, UCLA, Illinois Urbana-Champaign, Yale y Oxford, en Inglaterra.

Los “Lemann Fellows” son un grupo selecto de brasileños que estudian educación, gobierno y salud pública. A la fecha, hay 591 Lemann Fellows, de los que 45% trabajan en el sector público, para organizaciones in fines de lucro y para grupos internacionales. Iona Skurnik, una fellow de la fundación que obtuvo una maestría en políticas educativas en Stanford y que ahora trabaja para el consejo asesor en educación de la universidad, dice que la experiencia los transforma.

Unos 20 fellows participaron en elecciones en Brasil en 2018 y 7 resultaron electos. Entre ellos, figura Tabata Amaral de montes, de 25 años, quien creció en un barrio pobre de Sao Paulo y que estudió ciencias políticas y astrofísica en Harvard, donde escribió una tesis sobre “La Política de la Reforma Educativa en los Municipios Brasileños”.  Ella llegó al Congreso de Brasil como diputada federal por Sao Paulo en febrero.

Otro ganador es Felipe Rioni Lópes, ciego desde los 15, estudió políticas públicas en Oxford. A los 27 años se convirtió en la primera persona ciega elegida al Congreso de Brasil.

Apoyo vitalicio

La Fundación Lemann ha juntado apoyos para su iniciativa de desarrollo de liderazgo de grupos con las mismas ideas. En 2018, se conformó una alianza entre la Fundación Humanice, que patrocina el millonario brasileño José Roberto Marinho; la Fundación Brava, fundada por Carlos Sicupira, el socio millonario de Lemann; y el Institutu República. “Humanice está orgullosa de ser parte de esta alianza… que procura que individuos con alto potencial asuman posiciones de liderazgo en organizaciones de gobierno y de la sociedad civil”, dijo en un email Georgia Pessoa, directora ejecutiva de la Fundación Humanice.

Mizne y sus aliados tienen mucho por hacer en un país con tantos dilemas políticos. En 2016, la entonces presidenta Dilma Rousseff fue removida del cargo en un proceso de desafuero. Su predecesor, Luis Inácio Lula da Silva, fue encarcelado por 12 años acusado de lavado de dinero. Él niega haber cometido algún delito.

Mizne es optimista en cuanto a que la gente que la Fundación Lemann ha patrocinado pueda hacer una diferencia en el país, algo por lo que apuesta a largo plazo. “Si están comprometidos, los vamos a apoyar por el resto de sus vidas”, dice Mizne.

 

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