Por: Rosa Paulina López Pérez

En décadas recientes, el estudio de la intuición ha tomado relevancia desde la perspectiva del management. De acuerdo con los profesores e investigadores en comportamiento organizacional, Erik Dane y Michael G. Pratt, la intuición se define como “juicios con carga afectiva que surgen a través de asociaciones rápidas, no conscientes y holísticas”. Según esta definición se pueden identificar tres grandes elementos: el elemento emocional, las asociaciones rápidas y holísticas, y el hecho de que se lleven a cabo como un proceso no consciente. 

El elemento afectivo/emocional se refiere a que cuando se toman decisiones por medio de la intuición, nuestro estado de ánimo en ese momento, así como la carga afectiva que podamos traer por alguna situación específica, influyen directamente en la percepción del problema y en nuestra toma de decisiones. 

En segundo lugar, un proceso no consciente se refiere a que no se lleva a cabo un proceso “racional” para la toma de decisiones. No se realiza un análisis tradicional, examinando cada escenario para encontrar la alternativa que maximice el beneficio. De hecho, este proceso se lleva a cabo en otro lado del cerebro. 

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Finalmente, el tercer elemento –las asociaciones rápidas y holísticas– se refiere a que las decisiones intuitivas se toman gracias a asociaciones que hemos hecho previamente a través de nuestra experiencia o conocimiento de la materia. Por tanto, las decisiones intuitivas son aquellas que tomamos utilizando juicios intuitivos, en vez de un análisis racional.

Características de las buenas decisiones intuitivas

Las decisiones intuitivas tienen distintas características que las vuelven una herramienta atractiva para la toma de decisiones dentro de la gestión de empresas. Una primera característica es que son muy utilizadas por la alta dirección, debido a la rapidez con la que se pueden tomar las decisiones. Además, en algunas ocasiones, los escenarios son tan inciertos que los análisis racionales se quedan cortos para el entorno actual. 

Otra característica es que, a pesar de que la intuición es un proceso que se lleva a cabo en el cerebro derecho y es considerada como “no consciente”, la toma de decisiones sí lo puede ser. Las personas pueden prestar atención y estar conscientes de que las decisiones que están tomando se basan en un análisis racional o intuitivo. 

Finalmente, y a pesar de que su uso tiene una eficiencia alta, las decisiones intuitivas no siempre son una herramienta que nos dará los resultados positivos que esperamos. No son infalibles. Por tanto, se deben considerar dos conceptos: las fallas y los aciertos intuitivos. Los aciertos intuitivos son aquellos resultados positivos que se obtienen de una decisión tomada conscientemente utilizando la intuición. Por el contrario, las fallas intuitivas implican el uso consciente de la intuición, pero con un resultado negativo. 

¿Qué factores son los que influyen en estos aciertos o fallas? Mucho se ha investigado al respecto. Entre los factores más relevantes se encuentran: la experiencia, el conocimiento, el manejo emocional y la percepción del riesgo. Para efectos de este artículo, ahondaremos en este último factor.

¿Ya nos tienes en Facebook? Danos like y recibe la mejor información

Los aciertos y las fallas conectan con el llamado “apetito de riesgo”. Se define como la cantidad y el tipo de riesgo que una organización está dispuesta a tomar para cumplir sus objetivos de negocio, y sirve para asegurar que las organizaciones tomen decisiones y operen en línea con las actitudes y expectativas de la alta dirección y del Consejo de Administración. 

Al entender que cada persona es diferente, en términos de motivaciones personales y apetitos de riesgo, establecer este apetito desde la planificación estratégica organizacional se vuelve un mecanismo de control elemental que permite generar comportamientos alineados a la estrategia de la empresa.

Por esta razón, hacer del apetito de riesgo una parte integral en el proceso de toma de decisiones no debería ser una opción. Bien comunicado, el apetito de riesgo se vuelve un factor que apoya el logro de la estrategia y permite a los directores tomar decisiones alineadas conforme a los objetivos de la organización, con resultados positivos.

La intuición es una herramienta que puede ser desarrollada en favor de la toma de decisiones en la gestión empresarial. Vale la pena aprender acerca del proceso y los factores que impactan en nuestros juicios. Para ello, hay que confiar en uno mismo, en la experiencia, y tener la apertura mental y la valentía para enfrentar los riesgos.

Suscríbete a Forbes México

Contacto:

*Profesora del Área de Control e Información Directiva de IPADE Business School.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

Siguientes artículos

El corazón de México: su campo
Por

Nuestros campos han logrado mantener el cultivo de cebada por arriba de las 900 mil toneladas por más de ocho años conse...