- Un tercio de los 938 millones del pot se reparten de forma equitativa entre las 9 escuderías elegibles (la décima, la americana Haas, es de reciente creación por lo que no participa en esta distribución). Es decir, cada una de ellas recibirá 36 millones de dólares a lo largo de la temporada 2017.
- Otro tercio del pot se reparte mediante una ponderación basada en los resultados de la temporada 2016: El equipo ganador (Mercedes) se lleva 19% de este rubro, el segundo lugar (Red Bull) el 16%, el tercero (Ferrari) el 13% y así hasta el equipo Sauber, quien lleva varias temporadas en el fondo de la tabla, llevándose tan sólo el 6% de esta distribución.
- La última parte se reparte basado en la jerarquía y relevancia de las escuderías: Para 2017, Ferrari tiene negociado un bono de longevidad de 68 millones de dólares. Los 4 equipos activos que han ganado campeonatos (Ferrari, Red Bull, Mercedes y Williams) reciben en promedio un bono 35 millones de dólares cada uno. Williams cobra un bono de tradición por 10 millones anuales. Finalmente, Red Bull y Mercedes reciben, cada uno, 25 millones de dólares anuales por distintos convenios con FOM.
Las Finanzas de la Fórmula Uno
Aunque la Federación no publica cifras oficiales, existen varias fuentes que dan una idea de la manera en que promotores y equipos ganan dinero, y existe un desbalance marcado.
Por Juan Fernández*
Me confieso fanático intenso de la Fórmula 1. Sin embargo, tengo que confesar que mi afición es muy reciente. Me pasó inadvertida aquella segunda época, dorada y extraordinaria, en que el Gran Circo visitó la Ciudad de México entre 1986 y 1991. En aquel entonces no me interesé por ver ganar a Mansell, a Prost, a Patrese, ni al mítico Senna en el Gran Premio de mi ciudad. ¿Lo lamento ahora? Sin duda. Pero, gracias a la generosidad de la vida, tuve la oportunidad de estar en el Circuito de las Américas en Austin para presenciar en 2012 el regreso de la categoría a Estados Unidos después de una breve ausencia.
Al ver en aquella ocasión a Vettel, a Hamilton, a Alonso e incluso al legendario Michael Schumacher (en su penúltima carrera como piloto de la F1) quedé transformado. En esa época los motores todavía eran V8, que hacían un estruendo similar al de un avión despegando, requiriendo el uso obligado de tapones de oídos para los asistentes. Cuando supe que los motores generaban 18,000 revoluciones por minuto, y la velocidad tope excedía los 330 km/h, algo en mí se abrió diciendo tengo que conocer más esto.
Aunque discutiblemente es el deporte individual por excelencia, no solamente me apasiona ese lado de la Fórmula 1. Los aspectos regulatorios que dicta la FIA son tan enredados que las escuderías tienen equipos completos de ingenieros y abogados dedicados a interpretar las reglas y buscar ventajas en el diseño de los automóviles. De los aspectos técnicos y estratégicos se pueden escribir tomos completos: Aerodinámica, motores, peso, neumáticos, frenos, diseño… Hay ingenieros de la Fórmula 1 que han logrado soluciones elegantes a problemas técnicos muy complejos, dignos de ser estudiados en las mejores universidades. Finalmente, la tecnología juega un papel esencial, ya que desde hace varios años a los motores tradicionales se incorporaron fuentes de poder híbridas, que combinan la utilización de combustibles convencionales con la energía kinética para hacer más eficiente el rendimiento del vehículo, e incluso darle breves ráfagas de potencia adicional para permitir rebases.
Todo lo anterior es posible gracias a la enorme cantidad de recursos que se generan anualmente, y uno de los aspectos más fascinantes de este deporte son sus finanzas. Aunque no se publican cifras oficiales al respecto, existen varias fuentes que permiten darse una idea de la manera en que promotores y equipos ganan dinero en este espectáculo.
Tomando como base los ingresos netos estimados de Formula One Management (FOM) para 2017 por aproximadamente 1,400 millones de dólares (mdd), se estima que 68% (o 938 millones) es distribuido entre los equipos participantes. Aquí es donde las cosas se vuelven, por decirlo de alguna forma, sui generis en cuanto a la forma en que este valor se comparte.