El mundo de los negocios se parece mucho al universo deportivo. Las lecciones que nos dejan los sucesos en el terreno de juego se parecen mucho a las que vemos en la cotidianidad profesional y corporativa. Sin duda, nos ajustamos al dicho popular: vivimos en casa de jabonero: el que no cae resbala. El ocho de febrero de 2005, los habitantes de la ciudad de Boston presenciaban el desfile en el que se festejaba la tercera victoria en el Superbowl de los Patriotas de Nueva Inglaterra en cuatro años consecutivos.  Hoy, es la ciudad de Tampa Bay la que celebra la victoria. En 2005, Robert Kraft y Bill Belichick iban juntos en el carro alegórico de los triunfantes, en 2021 no se repetirá esta escena. ¿Qué pasó ahí? Dejaron ir a Tom Brady, parece ser las respuesta evidente.

Los comentaristas deportivos alrededor del mundo lanzan la pregunta maliciosa ¿qué estarán pensando Kraft Y Belichick en estos momentos? Pero lo que pocos se ponen a pensar es qué fue lo que pensaron el año pasado cuando dejaron ir a un mariscal de campo como Tom Brady. En aquellos días, la mayoría justificaron que los Patriotas de Nueva Inglaterra dejaran ir a su quarterback estrella: es un hombre viejo, tiene más de cuarenta años, ya no tiene mucho más que dar, dijeron. No hay duda, son razones que parecen tan sólidas que hasta se pueden morder, la evidencia nos muestra que fueron de aire. Este tipo de decisiones estratégicas que se toman en las organizaciones deportivas se repiten en los corporativos empresariales. Con mirada obtusa, se deja ir a directivos experimentados y exitosos con la excusa de que ya están viejos.

Puede ser que los inicios de la relación de Kraft y Belichick marcaran la decisión. Cuando Robert Kraft, un fanático del futbol y un graduado de la escuela de negocios de Harvard compró al equipo de Patriotas de Nueva Inglaterra, tuvo a Bill Parcell´s como head coach. En aquellos años, Parcell´s sostuvo: “Si quieres que el chef prepare una buena sopa, debes dejarlo comprar los ingredientes”. Pero Kraft lo quería ver haciéndose cargo de las relaciones públicas y de la imagen del equipo. No hubo concordancia en los intereses. Así, la relación con Parcell´s terminó y un tiempo después, llegó Belichick al equipo. Todos pensaron que ahí habría chispas. Pero Kraft y su nuevo coach llevaron muy bien. La base de la armonía es que ellos coincidían en una visión: el éxito del equipo se sostiene en la buena relación entre el dueño y el coach.

Es cierto, Belichick le dio la vuelta al equipo de los Patriotas de Nueva Inglaterra y se convirtió en uno de los entrenadores más exitosos de la historia de la NFL. Sin embargo, la visión estratégica falló en lo elemental. Si algo está dando resultados, déjalo así, permite que siga generando triunfos. Parece que la base sobre estratégica tuvo algunos errores de apreciación. Es cierto, Tom Brady no es un adolescente y en la liga hay jóvenes que están dando resultados magníficos. Pero, no mejores que los que estaban obteniendo: fueron varias las oportunidades que Brady tuvo para enfrentarse con quarterbacks más jóvenes que él y les ganó.

Es posible que Kraft y Belichick se hayan olvidado de la regla de oro en finanzas: si vas a ganar en el futuro o vas a ganar hoy, es preferible optar por el presente que por el futuro. Dicho en forma popular: más vale pájaro en mano que cientos volando. En esa condición, la permanencia de Tom Brady era una evidente decisión de negocios y bastó una temporada para verlo. Se opta por la certidumbre, no por la incertidumbre. Se prepara el camino al cambio sin destruir lo que hay, nunca hay que destruir lo bueno que ya existe.

Por otro lado, la decisión de los Bucaneros fue uno de los mejores ejemplos de como aprovechar una oportunidad que les llegó peladita y a la boca. Cualquier resultado sería ganador. Elevarían el número de fanáticos y tendrían la posibilidad de mejorar. Me imagino que, como sucede con frecuencia, la realidad superó a la ficción y casi sin querer, ahora son campeones de Super Bowl.

Es cierto que la filosofía que Belichick a sustentado para crear un equipo ganador es no centrarse en un jugador estrella, sino hacer estrellas a todos los jugadores. Le había funcionado y justamente se podría pensar que lo que Brady hizo en Tampa Bay fue lo contrario de lo que su antiguo coach hacía. No fue así. Su liderazgo como mariscal de campo logró que un equipo como los Bucaneros de Tampa Bay creciera tanto como para quedarse con el trofeo Vince Lombardi.

Es momento de redireccionar las decisiones corporativas y enfocarlas mejor. Los tiempos para rediseñar de fondo la visión de que la edad es un impedimento para conseguir resultados llegaron. Las competencias centrales de los ejecutivos y de los deportistas efectivos son similares: son las que llevan al triunfo a las instituciones que representan.

Hoy, como nunca, los escenarios corporativos han cambiado sustancialmente y es necesario entender cuáles son los desafíos que se enfrentan y como podemos encararlos en forma exitosa. Es cierto que podemos caer en el falso dilema de que aquello que funcionó bien en el pasado tal vez no satisfaga lo que se espera en el futuro. Pero, lo que hoy funciona, lo que hoy da resultados, lo que es un engranaje estratégico no debe ser desechado.

No debemos dejarlo ir por dos razones lógicas y fundamentales. Es posible que, al verlo marchar, nosotros le estemos abriendo la puerta a una baja de resultados y que aquel que funcionó bien aquí, funcione bien en la competencia. Eso es perder dos veces. Pierdes tus resultados y le dejas el terreno franco a los competidores. En ese mismo sentido, una persona que maneja equipos de trabajo entiende cuales son los atributos, habilidades y desempeños que se necesitan para llegar a la meta fijada. Imagino que eso es lo que están pensando Kraft y Belichick. También, Tom Brady.

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