En 1904, St. Regis New York incorporó a los Butlers, mayordomos, como imagen de su servicio. Hoy en día la tradición continúa.     Un par de manos usando guantes:  sosteniendo el paraguas mientras cruzas la calle bajo la lluvia, sirviendo café recién hecho a las seis de la mañana, decorando con pétalos y flores la habitación donde le pedirás a ella que sea tu esposa. La experiencia de lujo no está en tomar el café, tampoco en usar una camisa recién planchada, está en ese servicio que una persona realizó con el rigor que hubiera puesto al hacerlo para sí misma, obteniendo tu confianza y mostrando un espíritu de servicio inquebrantable. La experiencia de lujo no está en sólo esa persona, está en cada interacción, descubriendo que todas las personas en ese lugar tienen los guantes puestos, la sonrisa al saludar, la vocación de poder adelantarse a tus solicitudes. De alguna manera, el lujo se democratizó, pasando del capricho de un collar de perlas o el gusto por los pieles a la experiencia de sentirte único, de que tus gustos sean tomados en cuenta, ya sea para dormir con 3 almohadas de plumas, para tomar el té con un poco de leche y miel, para hacer tu clase de yoga a las nueva de la noche para dormir como un ángel. El lujo dejó de estar en la botella de vino de 6,000 dólares para encontrarse en la vista de la ciudad al disfrutarla, en la conversación con un escritor que admiras, en los recuerdos de tus primeras vacaciones siendo una nueva familia. El lujo está al alcance de todos, porque el lujo está en el estilo de vida, en la manera en que te presentas al mundo. En 1904 St. Regis New York incorporó a los Butlers, mayordomos, como imagen de su servicio. Hoy en día la tradición continúa, no sin antes modificarse para que cada persona que labora en St. Regis Hotels sea un Butler más, una persona capacitada para acompañar a cada huésped en las solicitudes de su estancia, desde los detalles más simples que hacen más fácil el viaje, hasta las complacencias más extravagantes para hacer inolvidable cada momento, cada experiencia. Nuestro compromiso es hacer que cada persona que entre a un St. Regis se sienta especial, reconocida. Que una sonrisa pueda acompañar a cada visitante y un “Buenos días” pueda recordarle que aquí se está en casa.

 

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