EFE.- La investigadora Jessica Schaub, de la Universidad de Columbia Británica (UBC) en Canadá, estudia las floraciones de medusas, enormes grupos de criaturas marinas flotantes, en Japón, Francia, Argentina y Australia, incluyendo algunas de las especies más nocivas para la pesca y peligrosas para los turistas.

Schaub investiga el material genético de las medusas, cuyo nombre evoca al personaje de la mitología grecolatina con su cabellera formada por serpientes venenosas vivas, y cuya denominación en inglés (“jellyfish” o “pez de gelatina” o “jalea de mar”) describe a esos seres de un modo bastante gráfico. 

Una de sus trabajos se centra en Ningaloo Reef (Australia), un arrecife que atrae a unos 40,000 turistas cada año en una etapa que suele coincidir con la aparición de las peligrosas medusas Irukandji, diminutas y difíciles de ver, pero cuya picadura es muy poderosa y en algunos casos ha sido fatal, según Schaub. 

La investigadora canadiense Jessica Schaub se siente fascinada al observar como las criaturas marinas en las que ha enfocado sus investigaciones, se desplazan lentamente sumergidas en las aguas de un acuario  o flotando con templanza en la  superficie del mar, y habla con entusiasmo de estos seres que la mayoría de las personas asocia con picaduras e irritaciones en las playas.   

Schaub, investigadora del Departamento de Ciencias de la Tierra, el Océano y la Atmósfera y el Instituto para los Océanos y la Pesca, de la Universidad de Columbia Británica (UBC) en Vancouver (Canadá) investiga a las medusas, animales marinos, transparentes y gelatinosos, que, en una etapa de su vida, tienen la forma de una campana o una sombrilla con tentáculos.

Para muchas personas las medusas representan una amenaza para sus vacaciones en la costa. O son el mal recuerdo de haber sufrido un dolor inmediato y una severa irritación en la piel, al ser picados cuando caminaban, nadaban o buceaban en el mar, por una de estas criaturas, que inyectan veneno por medio de los miles de aguijones microscópicos de sus largos tentáculos.

En cambio para Schaub, estas criaturas son en este momento el eje principal de su actividad investigadora, dentro de la cual recorre distintos puntos del planeta para estudiar tanto las medusas como el fluido o sustancia viscosa que éstas producen, sobre todo cuando están estresadas, denominado moco o mucosidad.

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El tour mundial de las medusas

Tanto las aventuras de Schaub durante la autodenominada “gira internacional de las medusas”, como los hallazgos y experimentos científicos que efectúa durante esta travesía (y el visible entusiasmo de Jessica por su trabajo), pueden seguirse a través de su Instagram y su TikTok, en la cuenta @jellieswithjess, explica la UBC.

Schaub está investigando algunas de las medusas más grandes del mundo como las de Japón, así como las más pequeñas y venenosas como la Irukandji, que habita en las aguas del norte de Australia. También está explorando los enormes grupos de ‘medusas’ flotantes, denominados “floraciones de medusas”,  en esos dos países, así como en Francia y Argentina.

Explica Schaub que las medusas en realidad tienen dos formas. Una es la criatura flotante y palpitante que todo el mundo conoce, llamada medusa, y la otra, menos conocida para las personas, es un diminuto pólipo que vive pegado al suelo.

Los pólipos son criaturas marinas en forma de saco, con tentáculos alrededor de un único orificio que funciona como boca y ano, que viven adheridos al suelo o las rocas en el fondo de las aguas. Al igual que las medusas son seres invertebrados que pertenece al grupo zoológico de los celentéreos.   

Las medusas y los pólipos tienen el mismo ADN. Por esta razón, ambas criaturas son consideradas clones (organismos genéticamente idénticos), según explica Schaub.

Señala que los “grandes grupos de medusas se conocen como floraciones, y ocurren de manera estacional a lo largo de las costas del mundo”.

“Estas floraciones pueden causar dificultades económicas y ecológicas, por ejemplo cuando los pescadores capturan medusas en lugar de peces. Curiosamente, los pólipos están relacionados tanto con el éxito como con el tamaño de las floraciones, pero es escasa la investigación sobre estas pequeñas criaturas”, apunta.

Durante su viaje, Schaub aprende en Francia y Argentina sobre la investigación de los pólipos con algunos de los pocos especialistas existentes, y también investiga algunos de los impactos de las floraciones en Japón y Austral.

Pólipos de medusa lunar, en la Universidad de Columbia Británica. La barra de escala (abajo, a la der.) mide 1 mm. Foto: EFE

Peligro en el arrecife

Una de sus investigaciones se centra en Ningaloo Reef (Exmouth, Australia) un arrecife que atrae a unos 40,000 turistas cada año durante la migración del tiburón ballena, una etapa que lamentablemente suele coincidir con la aparición de las peligrosas medusas Irukandji, señala. Estas medusas son diminutas y difíciles de ver, pero su picadura es muy poderosa y en algunos casos ha sido fatal, según Schaub.

La investigadora canadiense observa de cerca un proyecto del Gobierno de Australia Occidental y el Laboratorio de Investigación de medusas de la Universidad de Griffith, para proteger a los turistas, que visitan el arrecife Ningaloo.

El proyecto consiste en desarrollar un tipo de prueba rápida que utiliza ADN ambiental (material genético que los organismos liberan en su entorno y que puede encontrarse en muestras de aire, sedimentos, suelo y agua) para analizar las muestras del agua recogidas en esa zona antes de enviar a los turistas a nadar. Esta prueba rápida podría determinar si las medusas Irukandji están presentes en una área geográfica en función de la mucosidad que liberan en el agua, la cual podría detectarse a través del ADN ambiental, según Schaub. Cuanto más alto es el nivel de moco, más Irukandji hay en el agua y más peligroso para los turistas es nadar en esa agua.

“La investigación de las medusas es relativamente nueva. Por medio de mis viajes de estudio puedo ver cómo otros investigadores abordan esa investigación y los problemas que buscan resolver”, señala Jessica Schaub a EFE.

Uno de sus objetivos consiste en determinar el papel que desempeñan las medusas en las redes alimentarias oceánicas, lo cual “nos ayudará a comprender mejor los ecosistemas en su conjunto”, según apunta.

Explica que los nuevos análisis de la dieta han revelado que muchos organismos marinos consumen medusas, incluidos mamíferos marinos, aves marinas, peces y otros invertebrados.

Ante este hecho “surge una pregunta interesante: ¿por qué otros organismos comen medusas, considerando que están compuestas de agua en aproximadamente un 95%?”, destaca.

Schaub intentará responder a este interrogante.

Barco de investigación sobre un grupo de medusas, cerca de Calvert Island (Canadá) Foto: EFE.

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