Con tejidos orgánicos y un catálogo de 33 originales diseños, las mujeres de la asociación de Telares Indígenas Nicaragua han logrado superar el salario mínimo asignado para el sector agrícola.   Por Auxiliadora Rosales En las montañas de la ciudad de Matagalpa, al norte de Nicaragua, existe una comunidad rural llamada El Chile, donde un grupo de 18 mujeres del lugar son las mejor pagadas de la zona, dueñas de su tiempo y no tienen que salir de su casa, dejar la crianza de sus hijos y mucho menos emigrar para proveerles alimento. A punta de tejidos orgánicos y de promover un catálogo de 33 originales diseños entre cosmetiqueras, bolsos, monederos, mochilas, portacamáras, portatablets, etc., las mujeres de la asociación de Telares Indígenas Nicaragua han logrado superar el salario mínimo asignado para el sector agrícola del país que es de 100 córdobas diarios (3.6 dólares diarios), según el Ministerio del Trabajo de Nicaragua, y alcanzan los 300 córdobas diarios (10.83 dólares diarios) sin salir de sus casas. “Tenemos la capacidad econó­mica para sostener los salarios y aumentarlos si deseáramos, pero no lo hacemos porque hemos prefe­rido crear un fondo con cinco ejes fundamentales: becas, salud, educación, entretenimiento y préstamos para mejorar sus casas o compra de tierra. Y desde hace tres años usa­mos una parte de las utilidades para recreación, hacemos un viaje anual con la familia”, asegura Nohelia Corrales, encargada del mercadeo y la publicidad de esa asociación de mu­jeres emprendedoras, quien llegó al grupo hace 10 años en busca de destinos turísticos para una tour operadora. De acuerdo con Nohelia, lo más difícil es competir con los produc­tos chinos de materiales sintéti­cos. “Se ha mantenido la técnica original ancestral y también los materiales, pero se ha incorpora­do el telar de pedal para acelerar el proceso, eso ha ayudado a ser autosostenibles”. Otro de los retos del grupo son las ventas, pues sus productos no tienen demanda nacional, por lo que han creado una estrategia que consiste en llevar sus productos a 16 puntos turísticos del país, lo que hace que 50% del costo del producto sea para la comerciali­zación. “Nuestro comprador no es el nacional, sino el extranjero”, comenta Corrales. Según la encargada del mar­keting, esta asociación sufrió un fuerte golpe cuando Daniel Ortega llegó nuevamente al poder como presidente de Nicaragua (enero 2007), porque muchas ongs aban­donaron el país debido a su política. “Las ONGs eran un fuerte mercado para nosotras, 80% de nuestra pro­ducción era para ellas. Los encargos eran seguidos y en grandes cantida­des. Al irse tuvimos que replantear nuestros nichos de mercados”. Pero el uso de redes sociales y tener una página web (http://te­laresnicaragua.com) les ha abier­to mercado en Estados Unidos, Alemania, Holanda e Inglaterra. “Hace poco nos contactó en línea una tienda de artesanías de Miami y mandamos los pedidos a través de envíos certificados”. Francisca Zamora tiene 42 años y teje desde que tiene 10 años guiada por las ancianas. Ella es una de las fundadoras del grupo. Para ella, trabajar en los telares la hace sentirse digna y autónoma porque como mujer de su comunidad ten­drían que emigrar como lo hacen quienes desean tener un trabajo. Zamora cuenta que al inicio estas mujeres no hacían artículo, sino que sólo producían telas, pero la misma necesidad las ha llevado a buscar nuevas alternativas y a darle un va­lor agregado a los tejidos orgánicos. La encargada del marketing explica que la asociación de Telares Indígenas Nicaragua a través de su historia ha pasado por crisis pero nunca ha pensado en desaparecer. Al contrario, lo que ha hecho es replantear la situación. El precio de un monedero tejido en El Chile es de 3 dólares, una mochila tiene un precio de 25 dólares.

 

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