Aurelia de Haut de Sigy es diseñadora floral que ha trabajado con firmas como Giorgio Armani, Chanel, Louis Vuitton, entre otras. Alexandre Lemaire es arquitecto, diseñador e interiorista y entre sus proyectos están el departamento de Fernando Botero y el Musée Marmottan. Hace 13 años, llegaron a México. En 2001, crearon Las Rosas de Aurelia y en 2004 ampliaron el negocio a Aurelia Eventos.    Él es amo y señor de sus colecciones, ella, dama y emperatriz de efímeras creaciones. Juntos gobiernan un reino lleno de magia, lujo y estilo que va más allá de tendencias e inspiraciones; un estilo de vida que relaciona el día a día y los negocios con el arte de la naturaleza y la pasión de crear momentos dignos de colección. Alexandre Lemaire se educó como arquitecto, diseñador e interiorista entre su natal Francia y Bélgica. De sus proyectos más importantes se presumen el departamento de Fernando Botero, el Musée Marmottan, el Palais de l’Elysée o las obras y construcciones de la familia Guerlain realizadas entre 1994 y 1999. Aurelia de Haut de Sigy es diseñadora floral. De innegable origen parisino, a lo largo de su vida profesional en Europa fue responsable de la ambientación de las boutiques, eventos privados y desfiles de firmas como Giorgio Armani, Chanel, Loewe, Louis Vuitton, Versace y Hotel Plaza Athénée. Juntos llegaron a México hace 13 años y desde entonces se convirtieron en objeto del deseo de la alta esfera social y económica del país. ¿Su especialidad? En 2001 crearon Las Rosas de Aurelia, una galería floral de creaciones y colecciones únicas. En 2004 ampliaron el negocio a Aurelia Eventos, empresa de conceptualización y producción de eventos con el más alto estándar en cuanto a ingenio creativo se refiere. Hoy, su imperio se extiende a Cancún a través de la filial Euforia Eventos. El año pasado realizaron un total de 673 eventos. “Hay días que ejecutamos 14 bodas al mismo tiempo”, aseguran. Su valor más especial, atribuir su éxito –sin un segundo de duda– a la suma de su creatividad: “La unión hace la fuerza, eleva el talento”.   El encuentro Al cruzar la puerta se devela un universo infinito, un mundo casi inimaginable de maravillas e historias por descubrir; una conglomeración de objetos perfectamente dispuestos en precisa saturación; nada aquí fue puesto en su sitio por casualidad, más cada objeto denota su naturaleza camaleónica dentro de la estética general del lugar. rosas_aurelia_casa1Su “palacio” es una casa que refleja la plenitud y las riquezas de la vida. Muebles gastados en su punto preciso, paredes decoradas con pinturas y fotografías perfectamente curadas; cada elemento tiene una historia propia y otra en relación a su espacio. Coleccionismo preciso del arte decorativo del siglo XX que derrocha excentricidad y estética kitsch en cada rincón. Las áreas comunes, los pasillos, cada habitación cobra nueva perspectiva durante la visita guiada de Alex, quien con minucioso detalle va dando vida a cada espacio. Su táctica, el uso de la luz, el sentimiento que con ella se le da a cada ambiente; su herramienta, las más de 500 lámparas y focos que coprotagonizan y vuelven único su hogar. Entra Aurelia en escena, quien se detiene y toma su tiempo frente a cada uno de los cientos de floreros que decoran el hogar, adecuándolos de acuerdo a la iluminación previamente dispuesta por Alex. Entre ambos personajes existe una sinergia creativa inusual, una precisión al detalle que es clara extensión de su vida personal y profesional; su carta de presentación. “El mejor ejemplo de lo que uno sabe hacer es su propia casa”, confía Alexandre. El clímax se genera entrando al espacio más íntimo de la casa, la habitación principal; el sitio donde ambos dejan atrás sus inhibiciones y colecciones para disfrutar de los éxitos del día y su relación. Recámara, una habitación específica para “el desorden”, baño, armario de doble fondo, terraza, jacuzzi, todo en la misma planta y aislado del mundo exterior; nadie que los vea, nadie que los moleste –existe un montacargas desde la cocina hasta la habitación para semejante cometido–. Aquí nos revelan sus rituales secretos, el origen de su inspiración y el objetivo de su creatividad: “La creación de espacios y momentos que se traduzcan en experiencias únicas, de interminable valor”. De una tarde en su casa podría escribirse un libro –Friedeberg envía dibujos personalizados agradeciendo cada una de sus citas–. Hoy, su trabajo los convierte en los más selectos representantes de una industria que oscila en ganancias entre los 300 millones y los 1,000 millones de dólares anuales. Lo cierto es que Alex y Aurelia simbolizan la integración perfecta del lujo y el estilo a la vida cotidiana, trasladando con maestría su visión y disciplina estética al mundo de los negocios. Cada ramo cada evento, cada momento simboliza su pasión por la naturaleza, lo excéntrico lo extravagante, la divertida ironía de la vida per se.

 

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