Los mexicanos pueden presumir algo al mundo: su alegría, pero eso no basta para que la economía prospere. Polonia no tiene los mismos índices de felicidad, pero su economía ofrece algunas lecciones para estimular el crecimiento de manera más efectiva.    Por Tania I. Montalvo Si México pudiera enseñarle algo al país que logró en dos décadas el crecimiento económico más rápido del mun­do, tendríamos que hablar de una estrategia para que los ciudadanos de Polonia fueran más felices. Pero, si en sentido inverso, Polonia se convirtiera en el maestro de México, entonces hablaríamos de cómo transformar instituciones, combatir la corrupción y mejorar la calidad de la educación. Ese país de Europa del Este se convirtió en el ‘tigre’ de Europa, con un crecimiento sostenido que pasó de 2 a 7% en 20 años. Y su fórmula, sostiene Marcin Piatkowski, senior economist del Banco Mundial, es la misma que podría aplicar México en América Latina. “Lo que ha sido similar entre México y Polonia es que los dos han tenido cierto éxito y ya no son considerados países pobres, aunque tampoco son ricos todavía”. Sin embargo, observa ma­tices: “La diferencia es que Polonia no ha dejado de acercarse a los paí­ses ricos con un ingreso de 25,000 dólares, y México se mantiene en los 18,000 dólares”. El autor de la obra que lleva por nombre Nuevo siglo de oro polaco: El paso de la periferia de Europa a su centro, explica que el crecimiento continuo de Polonia se debe a 25 años de transformación política y económica. “Polonia sabía a dónde quería ir desde el inicio: quería ser parte de Europa. Pasamos del comunismo al capitalismo en tres meses, desmantelamos el sistema anterior y adoptamos las instituciones de Occidente que sabíamos que funcionaban. No buscamos nuevas soluciones, sino que adoptamos las que transformaron a Europa Occidental en lo que es actualmente. El reto es similar para México, que lo tiene todo”.   ¿Qué oportunidades tiene México para acelerar su crecimiento? México ha llevado a cabo mu­chas reformas fundamentales. Si estas reformas se implementan de manera adecuada, no tengo duda que pueden traer casi un punto porcentual de crecimiento adicional para México y la economía crecería a casi 4% anual, lo que entonces ayudaría al país a convertirse en el tigre de Latinoamérica.   ¿Y dónde están los riesgos? En la oportunidad está el riesgo. El riesgo es la misma implementación de las reformas fundamentales, es decir, que éstas no se reflejen en la vida diaria de las personas o que la prosperidad que traigan consigo no se comparta entre todos. No hay riesgo mayor en México que no lograr que disminuya la inequidad; que es más grande en México que en Europa.   En la relación bilateral, ¿qué puede ofrecer México a Polonia, y viceversa? El comercio anual entre ambos países es como de 1,000 millones de dólares (mdd), así que no es mucho. Las exportaciones anuales de Polonia son de alrededor de 250,000 mdd. Debemos llamar la atención de los empresarios polacos y de los empresarios mexi­canos para que estén conscientes de que en Europa existe un tigre llamado Polonia y que en América Latina puede existir otro tigre lla­mado México. Polonia es proba­blemente el mejor lugar para que las compañías mexicanas inviertan en la Unión Europea, ya que si los empresarios mexicanos establecen sus negocios allá, pueden vender su producto a más de 500 millones de clientes en la Unión Europea.   ¿Cuál es el valor agregado que México podría ofrecerle a Polonia? Primero, felicidad. De acuerdo con las encuestas sobre felicidad, aunque los polacos son un tercio más ricos que los mexicanos, son significativamente menos feli­ces. Eso es importante porque el objetivo último del crecimiento económico no es ser más rico, sino ser más feliz. Los polacos podemos aprender mucho de los mexicanos de cómo apreciar lo que tienes, cómo estar satisfecho con tu vida sin ser ambicioso. Ade­más, la economía mexicana tiene una base relativamente amplia en comparación con otros países de la región que se basan sólo en el petróleo y los recursos naturales, como ocurre en Perú, Colombia o Brasil. México ya ha tenido éxito para diversificar su economía.   Y en un enfoque exclusivamente de negocios… Entre México y Polonia hay espacio para todo tipo de exportaciones. Para empezar, con productos agrícolas, ya que en Polonia no puedes sembrar aguacate, por citar un ejemplo. Pero también puede haber cooperación en la industria automotriz, ya que los dos países tienen sectores fuertes que no sólo producen automóviles, sino también autopartes. Lo mismo ocurre con la industria aeronáuti­ca. Hay una industria aeronáutica muy fuerte en Polonia que produce partes, y es el mismo caso en Mé­xico. Es un mercado muy compe­titivo. Es difícil para países que no son ricos ser competitivos en esta industria, porque se necesita mucha tecnología y mucho poder humano. Pero México y Polonia podrían cooperar en una industria de investigación y desarrollo para hacer investigación conjunta.   ¿Qué necesitan las compañías para confiar en México e invertir? México ha sido exitoso y el creci­miento económico es como andar en bicicleta: tienes que continuar pedaleando para crecer porque, cuando paras, te caes. Para que México siga atrayendo inversión extranjera directa, tiene que seguir con las reformas y, lo más impor­tante, convenciendo de que éstas serán correctamente aplicadas y habrá resultados.   ¿Qué esperaría ver en México? Cruzo mis dedos por México. Luce como uno de los mercados emergentes más competitivos a nivel mundial y está bien posicio­nado para continuar creciendo y para alcanzar a los países más desarrollados. México ya ha hecho mucho, pero tendrá que garantizar que es más resistente a las crisis; me gustaría ver a México como a Polonia, que en 2009 no tuvo una recesión, sino que fue la única economía europea que creció. Además, México tendrá que seguir escalando en la cadena de valor, moviéndose a industrias de mayor valor agregado. Quisiera ver que hubiera más y más campeones mexicanos como Cemex. La clave para México, como para Polonia, está en innovar. Si queremos ser tan ricos como los más ricos, tenemos que ser tan buenos como ellos innovando.   ¿Cuál es la parte más frágil que observa de México? Sería deseable que México fuera capaz de mejorar la calidad de la educación y asegurarse que llegue a todos con niveles similares. Creo que las reformas de Polonia pueden ayudar a ver cómo lograr alta calidad en educación gastan­do muy poco. Polonia gasta en educación una tercera parte de lo que Estados Unidos gasta en preparatorias y aún así consigue, en promedio, mejores notas que Estados Unidos. Esto es impor­tante también para la movilidad social, pues ningún país puede desarrollarse realmente si no pue­de catapultar a todos sus talentos. Polonia tiene un sistema muy igualitario donde la importancia del ingreso de tus padres está al nivel de Suecia. Siempre influirá el nivel de ingreso de tus padres, pero en Polonia influye mucho menos que en Estados Unidos. En México eso importa todavía más, pues entiendo que en el país hay diferencias muy grandes entre la educación pública y privada, y entre quienes tienen acceso a ella, lo que no sucede en Polonia. Es un gran reto para México que su clase media se expanda y que el acceso a una educación de buena calidad esté disponible para todos.   ¿Y qué hay sobre la corrupción? No soy experto en corrup­ción y no conozco México lo suficiente para comentar al respecto, pero es un gran tema. La corrupción mina el crecimiento, particularmente a largo plazo. Tam­bién mina la equidad, las oportuni­dades para todos, la paz social y la seguridad. Por todas estas razones, todos los países deben tener políticas públicas completamente claras y transparentes. Creo que la mejor forma de combatir la corrupción es la transparencia al 100%. Como dijo alguna vez alguien en Estados Unidos: “La luz del Sol es el mejor desinfectante”. Entre más luz puedas poner en cualquier área de la eco­nomía, menor será el espacio para negociaciones ilícitas que dañen tu estabilidad y crecimient

 

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